Volver al futuro

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Este verano un familiar estaba viendo por primera vez la película “Regreso al futuro”, el filme de Robert Zemeckis, que se estrenó en 1985, y es que la magia del séptimo arte consiste en la perdurabilidad de los mensajes a través del paso de los años, cuando las nuevas generaciones recuperan lo que para los carrozas empiezan a convertirse en clásicos.

Hoy me resulta inevitable recuperar el título como pretexto para el tema que quiero plantearles en esta ocasión, y no es otro que la urgencia por retomar la asistencia sanitaria prepandemia, lo cual demandan muchas asociaciones de pacientes.

Cuando en su día estudiábamos física en el colegio, y algunos seguimos haciéndolo en la universidad, nos hablaban de los ciclos y los definían como “series de fases o estados por las que pasa un acontecimiento o fenómeno y que se suceden en el mismo orden hasta llegar a una fase o estado a partir de los cuales vuelven a repetirse en el mismo orden”. En román paladino, bucles.

El comportamiento sanitario, el desarrollo de las enfermedades, el trabajo de las diferentes unidades asistenciales... responde a una serie de ritmos cíclicos y su abrupta interrupción, como comprenderán, rompe la cadena, detiene el progreso, frena el avance y las consecuencias son fatales, y sobre la realidad que nos ocupa y preocupa, incluso subiría un nivel, y diría que trágicas.

Todo aquello que dejamos atrás, rezagado en el camino, luego resulta muy complicado de recuperar en su integridad. Cierto que no existiendo voluntad negativa, sí hubo posiblemente una inercia imparable ante un epifenómeno que atrajo forzosamente la atención global, en suma, un cambio de prioridades.

"Toda la atención sanitaria debe volver a su curso, recuperando agendas llenas de nombres e historias, ritmos y programas"

Pero la vida continúa avanzando y ahora toca evaluar las verdaderas consecuencias de tal desatención. La decisión de imponer un estado de alarma es probablemente la medida más estricta que deba infligir un gobierno y cuando se aplicó no hubo tiempo para casi nada, como les ha pasado a las pobres víctimas del volcán Cumbre Vieja de La Palma.

Muchos sanitarios nos volcamos en la atención de la pandemia y eso provocó la consecuente e involuntaria inatención de otras muchas patologías y sobre todo de las personas afectas. 

Hubo que elegir y sopesar, ponderar y deliberar, se desplegaron equipos sin reparar en los sacrificios en tiempo, esfuerzo, personal, medios... pero, a pesar de todo, nos superó en todo el mundo.

Ahora que empezamos a recuperar cierta normalidad e incluso podemos hablar de inmunidad de rebaño al superarse un amplio porcentaje de personas vacunadas, toda la atención sanitaria debe volver a su curso, recuperando agendas llenas de nombres e historias, ritmos y programas.

"Sabemos que hay personas que no deben quedar traspapeladas en el olvido, ni se pueden minimizar las consecuencias de la desatención"

Repetimos como un mantra la importancia de la detección precoz de muchas enfermedades como primera y principal barrera para su contención, pero las circunstancias se impusieron y esa estrategia leitmotiv sanitario se fue al traste.

Por desgracia, muchos ya no podrán contarlo, sanitarios caídos en acto de servicio incluidos. Pero no podemos permanecer anclados mirando al pasado. Sabemos que hay personas que no deben quedar traspapeladas en el olvido, ni se pueden minimizar las consecuencias de la desatención.

Hay que recuperar el tiempo perdido, empezando por los colectivos frágiles y reemprender las investigaciones, estudiar la casuística y población afectada, porque las cifras de mortalidad de muchas de esas patologías así lo demandan y porque como sociedad avanzada no podemos repetir semejante descuido.

Todos recordaremos estos hechos y para muchos supondrán una lacra, pero son los daños colaterales de una priorización en el contexto de una guerra silenciosa que han tapado a otro montón de víctimas calladas que caen anualmente sin tanto eco ni impacto social.

Hay que volver al futuro del que nos apearon por la fuerza un triste viernes de marzo del olvidable 2020. Por los que cayeron, por los que caerán al llegar tarde y por quienes aún podemos rescatar.

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