Las actividades asistidas con perros reducen hasta un 60% el sentimiento de soledad de los mayores

Un estudio realizado en la residencia de Ballesol Las Palmas con 17 participantes demuestra que “las personas mayores que interactúan con perros van menos al médico, tienen mayor actividad física y tienen más sentido del humor

 Residente jugando con un perro (Foto: Ballesol)
Residente jugando con un perro (Foto: Ballesol)
Blanca Mas
3 agosto 2022 | 13:55 h

El aislamiento social, la soledad, los problemas de ansiedad,  el deterioro funcional o cognitivo de las personas mayores a partir de la llegada de la pandemia han hecho que la demanda de intervenciones asistidas con perros se haya duplicado. Las actividades con estos animales en el último año “en el 90% de las situaciones fueron para reducir el sentimiento de soledad”, constatan desde Terapican (Asociación Canaria de intervenciones asistidas con perros)

El programa “Compartiendo vida” (proyecto de Terapican y subvencionado por el Gobierno de Canarias) dirigido a los adultos mayores consigue que “el perro se convierta en un catalizador de emociones, un facilitador social y fuente de bienestar biopsicosocial”, aprecia Pedro Oliver, presidente de Terapican.

Después de más de 800 intervenciones con este animal y en diferentes ámbitos y colectivos asegura que “ las actividades asistidas con perros pueden reducir hasta un 60% el sentimiento de soledad de las personas mayores”.Otro de los beneficios que se aprecian en estas intervenciones es que “muchas de las personas mayores quieren hablar entre sí, reirse juntos durante la sesión, favoreciendo las dinámicas de grupo, la orientación temporal y espacial, evitando el aislamiento comunicativo” constata Amanda Librero, psicóloga de Ballesol Las Palmas.

Tener un perro cerca hace que dejemos de tener esos pensamientos negativos de pérdidas, deterioro físico  o falta de relaciones sociales asociadas a la vejez

Tener un perro cerca hace que dejemos de tener esos pensamientos negativos de pérdidas, deterioro físico  o falta de relaciones sociales asociadas a la vejez. “Una caricia, cepillar o jugar con un perro, hace que no sólo podamos prevenir el sentimiento de soledad, sino que mejorará el ritmo cardiaco y disminuirá la presión sanguínea”, valora Librero, tras el estudio realizado a los 17 participantes de la residencia y al que añade otro dato importante: “Las personas mayores que interactúan con perros van menos al médico, tienen mayor actividad física y tienen más sentido del humor, llegando a sonreir más veces que a aquellos que no tienen esta compañía”, refleja en el estudio Javiera Saez, psicóloga de Terapican quedesarrolla las intervenciones con perros en Ballesol Las Palmas.

TRIVIAL Y BINGO PERRUNO

En el caso de las personas que viven en las residencias, pueden experimentar sensación de soledad a pesar de estar acompañadas, o llegar a aislarse. Los participantes en este proyecto no sólo afirman que los perros son una de sus principales fuentes de apoyo social, sino que más del 75% de las personas mayores encuestadas “estaría dispuesto a compartir mi vida con un perro”.

En la residencia Ballesol Las Palmas las intervenciones se hacen mediatizando actividades lúdicas en forma de juegos de dame-toma, trivial y bingo perruno, talleres de croché o desarrollando hábitos alimenticios. “Provocamos que las buenas formas usadas con el perro se generalicen a los iguales”, explican desde Terapican para entender la importancia de estimular la memoria y el aprendizaje con actividades como la de trenzar con hilo de trapillo ligero trenzas para jugar con el perro. 

Los participantes en este proyecto no sólo afirman que los perros son una de sus principales fuentes de apoyo social, sino que más del 75% de las personas mayores encuestadas “estaría dispuesto a compartir mi vida con un perro”

Con esta actividad se pretende que los usuarios a medida que realizan la actividad “nos cuenten experiencias pasadas con sus perros para trabajar de esa manera la reminiscencia, en la que al evocar anécdotas del pasado les aporta beneficios emocionales, favoreciendo así las relaciones sociales con sus familiares y la comunicación, reforzando la autoestima y la identidad, y por ende mejorando el estado de humor de los mayores” evalúan los psicólogos que participan en este proyecto.

UN PERRO CONFIDENTE

A sus 88 años le sobran recuerdos y anécdotas, pero hay alguna que no quiere olvidar. Aurora Esplá tuvo muchos perros “desde los 16 hasta los 84 años”. Cuando llegó a la  residencia ya avisó a la dirección que no quería participar en actividades, “y así es hasta el día de hoy, salvo en una excepción”, reconoce hasta que acaricia a Leo, un Golden Retrievercon el  que estimula la memoria, aprende a jugar al trivial y comparte confidencias: “conoce a toda mi familia y distingue con un ladrido a los perros de las personas”, no disimula entre carcajadas.

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