Riesgos y beneficios de la altitud elevada: del mal de montaña al entrenamiento de hipoxia

El déficit de oxígeno a altitudes elevadas supone un riesgo para la salud de todas aquellas personas que no se encuentran adaptadas. No obstante, algunos deportistas, previa supervisión médica, utilizan esta carencia en beneficio de su rendimiento.

Dos personas en alta montaña (Foto. Saikat Ghosh - Pexels)
Dos personas en alta montaña (Foto. Saikat Ghosh - Pexels)
25 agosto 2022 | 13:00 h
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Hace tan solo una semana se conoció la noticia. El presentador de Mediaset España, Jorge Javier Vázquez, tuvo que ser hospitalizado tras padecer un edema pulmonar en el transcurso de sus vacaciones en Perú. El comunicador catalán sufrió un trastorno conocido como ‘mal de altura’, es decir, un efecto que se genera en el organismo por una falta de oxígeno a grandes altitudes.

Al no existir una adaptación a este déficit de oxígeno, afloran síntomas como dolor de cabeza, cansancio profundo, náuseas, confusión, edemas y, en casos extremos, el coma del individuo. En este sentido, dos son las formas graves que se pueden producir cuando una persona no adaptada se encuentra a una elevada altitud.

El primero es el edema pulmonar de gran altitud (HAPE, por sus siglas en inglés high altitude pulmonary oedema), que se produce cuando hay un excedo de líquido en los pulmones, lo que deriva en una dificultad para respirar. Como consecuencia de esta situación, la sensación de asfixia se acentúa.

El principal tratamiento para todas las formas del mal de altura, también conocido como mal agudo de montaña, es descender a una altitud menor tan rápido y seguro como sea posible

El segundo es el edema cerebral de gran altitud (HACE, por sus siglas en inglés high altitude cerebral oedema) que, al contrario que el anterior, se produce un exceso de líquido en el cerebro, lo que provoca una inflamación que deriva, entre otras cuestiones, confusión en el paciente.

El principal tratamiento para todas las formas del mal de altura, también conocido como mal agudo de montaña, es descender a una altitud menor tan rápido y seguro como sea posible. Por su parte, es importante destacar que una persona no debe seguir ascendiendo si presenta cualquiera de los síntomas citados con anterioridad.

ENTRENAMIENTO EN ALTURA

El déficit de oxígeno que ocasiona el mal de altura puede apreciarse como una ventaja desde la perspectiva del deporte. Y es que, siguiendo todos los protocolos médicos y de seguridad del atleta, el entrenamiento en altura es una alternativa eficaz para muchos deportistas, especialmente en modalidades que recurren a la resistencia aeróbica con picos de esfuerzos anaeróbicos (triatlón, ciclismo o fútbol, entre otros).

De forma general, este tipo de entrenamientos se efectúan en zonas elevadas (superiores a 1.200 metros) donde la concentración de oxígeno es limitada, algo que se conoce como hipoxia. Al regresar a los niveles de altitud habituales para el deportista, éste rinde significativamente mejor.

A nivel orgánico esta práctica se traduce en un aumento de la producción de glóbulos rojos, que generan un incremento de la resistencia del deportista cuando desciende a niveles inferiores. No obstante, la predisposición genética juega un papel determinante a la hora de asimilar todos estos cambios.

Algunos deportistas, incluso, adaptan su vida cotidiana a este tipo de hábitos en el llamado ‘entrenamiento invisible’, es decir, las pautas de alimentación y descanso del profesional. Así, deportistas como el piloto Carlos Sainz, triple campeón del Rally Dakar, o el excapitán del Real Madrid, Raúl González Blanco, han utilizado camas de hipoxia para preparar sus diversos retos deportivos y, de esta forma, optimizar su rendimiento.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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