Las emisiones no controladas podrían duplicar la mortalidad infantil relacionada con el calor

Una reciente investigación sugiere que si se limitasen las emisiones de carbono podrían evitarse alrededor de 6.000 muertes de niños relacionadas con el calor cada año en África.

Los niños se erigen como uno de los grupos más vulnerables ante el cambio climático (Foto. WHO Africa Region)
Los niños se erigen como uno de los grupos más vulnerables ante el cambio climático (Foto. WHO Africa Region)
Ángel Luis Jiménez
12 julio 2022 | 17:45 h

El cambio climático se erige ya como una de las grandes amenazas para la salud pública a nivel global. El aumento de las temperaturas representa un elevado riesgo para los grupos más vulnerables como son los adultos mayores, las personas con patologías previas y los niños. En el caso de estos últimos, una reciente investigación publicada en Environmental Research Letters, revela que miles de muertes infantiles relacionadas con el calor podrían evitarse si los aumentos de la temperatura se limitan al objetivo fijado de 1,5 °C en el Acuerdo de París hasta el 2050.

El estudio ha sido realizado por un grupo de científicos internacionales dirigido por la Universidad de Leeds en colaboración con investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. Un trabajo que ha estimado el impacto del cambio climático en las muertes anuales de niños menores de cinco años relacionadas con el calor en el África subsahariana, entre los años 1995 y 2050.

Profundizando en los resultados del estudio vemos que, desde aproximadamente 2009, la mortalidad infantil relacionada con el calor ha sido al menos el doble de lo que hubiese sido sin los efectos del cambio climático. Motivo por el que los autores del trabajo que nos ocupa subrayan la necesidad de poner en marcha medidas urgentes de mitigación y adaptación al cambio climática centradas en la salud de los más pequeños.

El desarrollo de la investigación ha evaluado tres posibles escenarios de emisiones de carbono (bajo, medio y alto) en el aumento de las temperaturas globales y el efecto posterior en la futura mortalidad infantil relacionada con el calor.

“Los niños pequeños son especialmente vulnerables a los efectos del calor. Tienen una capacidad limitada para termorregularse y las altas temperaturas pueden aumentar la transmisión y los brotes de enfermedades”

En un escenario de altas emisiones como consecuencia de la completa inacción de los gobiernos y sociedades por concertar esfuerzos para reducir las emisiones de carbono, se estima que la mortalidad infantil relacionada con el calor se duplicaría hasta el año 2049, en comparación con el periodo 2055-2014. En cifras, hablamos de más de 38.000 muertes de niños para el 2049 producidas por el calor.

En un escenario opuesto al planteado se podrían evitar en África aproximadamente entre 4.000 y 6.000 muertes anuales de niños relacionadas con el calor. Una previsión que para materializarse requiere de recortes rápidos de las emisiones de carbono en todos los sectores. Un objetivo en consonancia con el Acuerdo de París para limitar el aumento del calentamiento global para el 2050 a 1,5 °C.

Los responsables de la investigación indican que en un contexto de emisiones medias podría prevenir entre 2.000 y 3.000 muertes anuales.

“Actualmente existe una comprensión limitada sobre cómo cambian los riesgos de mortalidad infantil con el aumento de varios grados del calentamiento global, debido a la falta de estudios fisiológicos y epidemiológicos sobre el estrés que el calor provoca en los niños, especialmente en los países con escasos datos de salud”, expone el doctor Shakoor Hajat, autor del estudio y profesor de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.

“Los estudios en otras regiones con climas tropicales y subtropicales también han demostrado el grave impacto de las altas temperaturas e la mortalidad infantil. Por lo tanto, es probable que el cambio climático haya afectado a la carga de mortalidad infantil relacionada con el calor en otras partes del mundo, particularmente en el sur de Asia y América del sur”

Para la realización del estudio se estimó en primer lugar la mortalidad infantil relacionada con el calor debido al cambio climático antropogénico en África entre 1995 y 2020. Se utilizó para ello el crecimiento demográfico observado y la reducción general en la tasa de mortalidad infantil debido a factores como las mejoras en los servicios de salud y control de enfermedades. Después de realizó una evaluación comparativa de los riesgos para proyectar el número de muertes infantiles relacionadas con el calor que pueden producirse hasta el 2050 en los tres escenarios expuestos.

Los autores del trabajo, ante la falta de datos sobre la salud relativos a los países africanos, contó con estudios previos realizados en Ghana y Kenia. Si bien estos reconocen las limitaciones de su estudio enfatizan en que es una primera estimación muy importante del problema al que nos enfrentamos.

La doctora Cathryn Birch, profesora de la Universidad de Leeds y coautora del estudio, advierte de que desde 1980 las temperaturas han aumentado en África entre 0,2 y 0,4 °C por década. “A medida que las temperaturas continúen aumentando debido al cambio climático también lo harán las muertes relacionadas con el calor”, asevera.

“Los niños pequeños son especialmente vulnerables a los efectos del calor. Tienen una capacidad limitada para termorregularse y las altas temperaturas pueden aumentar la transmisión y los brotes de enfermedades”, explica Birch. “Esta investigación detalla las consecuencias muy reales de permitir que las emisiones de carbono continúen sin control. Nuestros resultados subrayan la necesidad de medidas de mitigación más ambiciosas para proteger a las poblaciones vulnerables y la necesidad de una adaptación proactiva y efectiva”.

“Los estudios en otras regiones con climas tropicales y subtropicales también han demostrado el grave impacto de las altas temperaturas e la mortalidad infantil. Por lo tanto, es probable que el cambio climático haya afectado a la carga de mortalidad infantil relacionada con el calor en otras partes del mundo, particularmente en el sur de Asia y América del sur”, remacha la doctora Sarah Chapman, autora principal del estudio y profesora en la Universidad de Leeds.

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