Las cirugías fetales avanzan en la máxima de "si se puede operar, cuanto antes mejor"

Los avances en cirugías fetales mínimamente invasivas permiten llevar a cabo procedimientos complejos para corregir malformaciones durante el embarazo

Mujer embarazada (Foto. ConSalud)
Mujer embarazada (Foto. ConSalud)
Paola de Francisco
9 octubre 2021 | 00:00 h
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Con la máxima en cirugía de que todo lo que se pueda corregir operando hay que hacerlo cuanto antes, las especialidades quirúrgicas de Pediatría avanzan para que la cirugía fetal permita corregir el máximo de malformaciones o complicaciones con el feto dentro de la madre, tanto por cirugía intrauterina abierta como por laparoscopia.

El desarrollo tecnológico está permitiendo realizar intervenciones que duran menos tiempo, suponen una mínima invasión y facilita la recuperación del paciente. Esta realidad también se extiende a las cirugías de los más pequeños. “Se está haciendo en todo el mundo. Son procedimientos muy complejos que necesita un equipo entrenado en el manejo de la madre y del feto, y con un instrumental específico”, explica para Consalud.es el Dr. Juan Carlos de Agustín, presidente electo de la Sociedad Europea de Cirugía Pediátrica y jefe de Cirugía Pediátrica del Hospital Gregorio Marañón.

En España estas cirugías se realizan en equipos establecidos en los hospitales de Barcelona, Madrid y Sevilla según señala el Dr. De Agustín. Aunque la situación no está tan avanzada como en otros países, por ejemplo en Estados Unidos se opera la espina bífida de los fetos por laparoscopia, poco a poco los avances están mejorando las intervenciones de esta clase.

“Realizar las correcciones de malformaciones durante el embarazo hace que prácticamente no quede cicatriz. La capacidad de cicatrización en el útero es maravillosa”

La operación más frecuente en cirugía fetal se da en los casos de transfusión feto-fetal. “Es cuando los gemelos comparten una placenta y uno de los bebés le ‘roba’ la sangre al otro”. Como señala el especialista, esta intervención la realizan obstetras y consiste “en introducir a través de una punción en el vientre de la madre un trocar muy finito que en su interior lleva una fibra de láser con el que se coagulan aquellos vasos de más que bombean a un bebé en vez de al otro”.

Dr. Juan Carlos de Agustín, presidente electo de la Sociedad Europea de Cirugía Pediátrica (Foto. Hospital Gregorio Marañón)

El trocar también permite poner un balón de oclusión traqueal o tapón traqueal en fetos con hernia diafragmática congénita. La patología “causa un pobre desarrollo pulmonar. Con el balón en la tráquea hacemos que el pulmón crezca con una intervención mínimamente invasiva. El balón se retira semanas antes del nacimiento y nacen con un mejor tamaño pulmonar”, indica el presidente de la Sociedad Europea de Cirugía Pediátrica. O solucionar la hidrops fetalis que son fetos con derrames en el tórax al que se le coloca un drenaje para evitar la insuficiencia cardíaca.

En los casos de espina bífida causada por el mielomeningocele, mientras en Estados Unidos se está investigando por métodos de laparoscopia, en España el Hospital Vall d’Hebron, que es el centro con mayor experiencia en este ámbito, realiza cirugía intrauterina, abriendo el abdomen de la madre para corregir la lesión de la médula sacando al feto para operarle, o también se hace a través de la pared del útero. Lo que permite mejorar el pronóstico de estos niños cuando crecen reduciendo sus problemas de movilidad y de control del esfinter. El Vall d'Hebron también ha realizado otras operaciones como la correción de una placenta accreta en un quirófano híbrido, dondes se combina el espacio quirúrgico con sistemas de imagen radiodiagnóstica.

Y es que técnicas como las fetoscopias han facilitado mucho la labor de los profesionales en este campo, ya que gracias a ello ven lo que hacen sin necesidad de abrir la tripa de la embarazada. También la introducción de líquidos de contraste permite ver la situación del feto y abordar el seguimiento durante la cirugía, incluso existe una navegación tridimensional que ayuda a observar el procedimiento.

“Realizar las correcciones de malformaciones durante el embarazo hace que prácticamente no quede cicatriz. La capacidad de cicatrización en el útero es maravillosa, según vamos creciendo vamos perdiendo esta capacidad”, indica el Dr. Juan Carlos de Agustín. Ante ello, las investigaciones continúan adaptando el instrumental en tamaños más pequeños para los bebés, formando en el manejo de madre y feto y apostando por mpliar los servicios. "La primera correción se hizo en los años 90, en estos 20 años hemos realizado un gran recorrido y seguiremos apostando por corregir las malformaciones que se puedan durante el embarazo de la forma más rápida y menos invasiva".

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