Día Internacional del Corazón: de la cirugía a corazón abierto al transcatéter

El Instituto del Corazón Teknon explica los pasos que han llevado a la cirugía del corazón a encontrar opciones mínimamente invasivas reduciendo el dolor, la pérdida de sangre o las tasas de infección

Cirugía (Foto: Freepik)
Cirugía (Foto: Freepik)
29 septiembre 2023 | 11:50 h

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte tanto en hombres como en mujeres, y ocasionan múltiples problemas de salud a los pacientes que las padecen. Ante esta situación, y con motivo del Día Internacional del Corazón, el Instituto del Corazón Teknon, ha querido explicar la evolución de la Cirugía del Corazón.

En algunas ocasiones, para poder prolongar o mejorar la vida de los pacientes con enfermedades cardiovasculares, es necesario llevar a cabo procedimientos complejos y de riesgo. En la actualidad, cada vez es más posible operar a pacientes más mayores, más complejos y de mayor riesgo, con procedimientos poco agresivos y obteniendo buenos resultados.

"La cirugía del corazón se inició en 1815, cuando el español Francisco Romero realizó con éxito la primera toracotomía seguida de una apertura del pericardio. Aunque los primeros logros importantes no se produjeron hasta la década de los cuarenta del siglo XX", comenta el Dr. Xavier Ruyra, Jefe del Servicio de Cirugía Cardiaca del Instituto del Corazón Teknon.

Dr. Xavier Ruyra: "Un abordaje agresivo provoca mucho trauma sobre los tejidos y el hueso, mayor pérdida de sangre, más dolor hasta que la fractura vuelve a soldar, y una gran cicatriz en una zona muy visible del pecho"

A partir de 1950, la cirugía cardiaca abierta comenzó a realizarse con más frecuencia, empleando mayoritariamente la esternotomía media. Este procedimiento corta con una sierra quirúrgica el hueso esternón, que se sitúa en la parte anterior del pecho. A través de esa abertura, de 20 a 25 centímetros, se accede ampliamente al corazón. Esto es lo que se conoce coloquialmente como cirugía a corazón abierto.

Tras la intervención, se cierran las dos mitades del hueso mediante suturas como alambres esternales de acero inoxidable o grapas de nitinol, que se quedarán ahí para siempre. Al cabo de aproximadamente un mes o mes y medio, las dos mitades del esternón ya se habrán consolidado y el tórax adquirirá mayor estabilidad.

"El acceso por esternotomía media completa permite una exposición muy buena de todo el corazón y mucho espacio para que los cirujanos podamos realizar las intervenciones de forma cómoda. Sin embargo, un abordaje tan agresivo provoca mucho trauma sobre los tejidos y el hueso, mayor pérdida de sangre, más dolor hasta que la fractura vuelve a soldar, y una gran cicatriz en una zona muy visible del pecho", explica el doctor.

Esta situación puede dar lugar también a complicaciones, como defectos de cierre con dehiscencia esternal, ruptura o movimiento de los alambres, fracturas óseas, hematomas o infecciones. Estas pueden ser muy graves, afectando al hueso o a estructuras vecinas del mediastino.

A raíz de esto, la cirugía cardiaca ha evolucionado hacia la conocida como cirugía mínimamente invasiva o transcatéter. En este caso, no solo se busca poder realizar las intervenciones a través de incisiones más pequeñas y menos agresivas, sino que también se agrupan numerosos elementos que favorecen el proceso global del paciente y mejoran los resultados de forma significativa. 

El Servicio de Cirugía Cardiaca, del Instituto del Corazón Centro Teknon, ha desarrollado el programa Smart Cardiac Surgery, que incluye cirugía mínimamente invasiva o transcatéter, cirugía de reparación valvular evitando el uso de prótesis artificiales, operaciones sin necesidad de transfusiones, despertar en el quirófano justo al acabar la intervención y control máximo del dolor posoperatorio.

Xavier Ruyra: "Hemos dejado muy atrás la famosa cirugía a corazón abierto para entrar en una nueva era donde podemos operar por pequeños orificios"

Desde hace años, más del 75% de todas las operaciones cardiovasculares realizadas a través del servicio, se han llevado a cabo sin necesidad de cortar el hueso esternón ni las costillas, con incisiones mucho más pequeñas. Estas pueden ser casi invisibles (acceso transaxilar) o inexistentes (procedimientos por catéter). 

Gracias a ello, los tejidos sufren una agresión mucho menor, y el paciente experimenta menos dolor, menor pérdida de sangre, tasas de infección muy bajas, recuperación funcional y de la movilidad más rápida y vuelta a la normalidad antes y en mejor estado.

"Así, podemos decir con rotundidad que hemos dejado muy atrás la famosa cirugía a corazón abierto para entrar en una nueva era donde podemos operar por pequeños orificios o a través de catéteres especiales que evitan muchas de las molestias y complicaciones de la gran cirugía abierta", concluye el doctor Xavier Ruyra.

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