María, superviviente de leucemia con 10 años: "Hay que vivir el momento"

A María le diagnosticaron con siete años leucemia linfoblástica aguda, el tipo de cáncer más común en niños menores de 20 años de edad. Tres años después cuenta a Consalud.es su historia tras haberlo superado

María, superviviente de una leucemia con 10 años (Foto: Cedida por Miriam, la madre)
María, superviviente de una leucemia con 10 años (Foto: Cedida por Miriam, la madre)
Blanca Mas
15 febrero 2023 | 00:00 h

María tiene 10 años y cuando tenía siete años le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda, el tipo de cáncer más común en niños menores de 20 años de edad. El proceso de recuperación de un cáncer como este es largo y duro, y más para una niña. Pero María en ningún momento tuvo miedo. El único temor que sentía era por la agujas. Cada vez que se acercaban con una, su pierna no podía parar de moverse.

A su corta edad, la niña puede contar que es una superviviente de cáncer y, aunque sigue acudiendo a las revisiones periódicas, el miedo es una palabra que no está en su diccionario. “Mi madre me dijo una frase que era ‘no mires hacia tras, ni hacia delante, mira solo el presente’ y eso me ayudó mucho", cuenta la niña a Consalud.es junto a Míriam, su madre.

“Lo peor que llevé fue no ir al colegio, porque yo quería estar con mis amigas. Las videollamaba todos los días y por suerte me contaban todo lo que había de deberes. También echaba de menos ir a esquiar porque es mi deporte favorito. Pero al final tampoco se podía hacer nada por la pandemia de la Covid-19, por lo que tampoco era tan malo. Aun así, si no hubiera estado la Covid, podría haber salido a las habitaciones de otros niños o podría haber salido al jardín para jugar con otros niños, pero yo no podía hacer nada y eso era lo más ‘rollo’ para mí”, sigue contando la menor.

"Mi madre me dijo la frase ‘no mires hacia tras, ni hacia delante, mira solo el presente’ y eso me ha ayudado mucho"

Una tarde del mes de mayo, en plena pandemia, Míriam acudió a Urgencias del Hospital de La Paz cuando la pequeña empezó a encontrarse mal y después de haberse notado unos ganglios. Esa misma tarde, su madre tuvo que decirle que tenía una enfermedad grave. “Le dije que teníamos que quedarnos ingresadas. También que era una leucemia, una palabra que creo que no entienden bien. Pero los médicos comenzaron a hablar de cáncer y es algo que los niños ya entienden mejor”.

En ese momento, la niña no sabía muy bien qué hacer, pero ya estaba su madre para apoyarla y ayudarla en todo lo que necesitara. Por eso, Míriam recuerda todo este proceso a la perfección. “Ella desde el principio lo llevó fenomenal, con una actitud muy positiva. Para nosotros ha sido una lección de vida porque a pesar de todas las limitaciones y todo el proceso, porque es duro, ella lo ha llevado fenomenal sin ningún temor. Siempre he pensado que los adultos hubiéramos dramatizado mucho más. María al final en el día a día no se quejaba”.

Comenzaban entonces los 33 días de ingresos y los 8 meses de quimioterapia intravenosa. Después vinieron los ingresos durante tres días y pasar largos tiempos en el hospital del día. Tras un año del diagnóstico, llega la hora de comenzar con la quimioterapia oral. “Es cuando los niños empiezan a hacer vida normal y empiezan a ir al colegio, pero la carga mental para los familiares es brutal porque tu hija tiene que tomar pastillas todos los días y es algo que a ti no se te debe de olvidar y tienes que estar pendiente de muchas cosas”.

"Para nosotros ha sido una lección de vida porque a pesar de todas las limitaciones y todo el proceso, porque es duro, ella lo ha llevado fenomenal sin ningún temor"

Yo soy muy sociable, me encanta relacionarme con la gente y por el Covid-19 no me podía mover de mi habitación y tenía que estar ahí todo el rato y eso era lo que más me costaba. Por suerte, hay un niño de dos años que se llama Nico, que era hijo de unos amigos nuestros y todos los días me mandaba un vídeo, y eso me alegraba mucho”, sigue contando la niña. "Para ella esto era medicina", confirma Míriam.

El año pasado volvió a ese lugar que tanto deseaba volver: el colegio. “Cuando volví al cole y aunque aún teníamos que llevar las mascarillas y llevaba el brazo escayolado, lo mejor fue poder volver a ver a mis amigas y volver a hacer las actividades en el cole”. Con el paso del tiempo y debido a las situaciones por las que ha pasado, María ha maduradp muy rápido. Si algo ha aprendido de esta enfermedad es que “al final hay que vivir el momento. Mi profesor dice que hay que vivir el momento aunque estemos en un examen, tenemos que disfrutar rellenando las preguntas y, si no te las sabes, pues no pasa nada porque hay que disfrutar de todo”, concluye.

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