El bullying en niños con cáncer, sin protocolos de actuación en los colegios

Las asociaciones de pacientes consideran que la Administración se debería implicar en la implantación de los mismos. Hasta ahora existen sólo gracias al esfuerzo de los familiares.

El bullying en niños con cáncer, sin protocolos de actuación en los colegios
El bullying en niños con cáncer, sin protocolos de actuación en los colegios
CS
16 septiembre 2017 | 14:00 h
El tratamiento por cáncer suele ser complejo y muy duro para todos aquellos pacientes que padecen este tipo de enfermedad. En el caso de los niños y los adolescentes que sufren un tumor las situaciones son, en ocasiones, todavía más complicadas en el momento de recuperar su vida normal después del tratamiento. De hecho, a pesar de que la psicopatología no es demasiado común entre los pequeños tras la enfermedad, los expertos recuerdan que si no se llevan a cabo las medidas necesarias, se pueden crear situaciones de discriminación y acoso hacia estos pequeños.

Los niños con cáncer víctimas de bullying lo son ante los cambios físicos que experimentan tras el tratamiento
El bullying es una realidad para la que la sociedad está cada vez más concienciada. Sin embargo, según diversos factores, los niños con cáncer son víctimas recurrentes del acoso y la burla en algunos casos de sus compañeros de colegio. La psicóloga de la asociación AFANION de Castilla-La Mancha, Ana Belén Bautista, reconoce a ConSalud.es que “en el momento de la reincorporación los niños con cáncer suelen tener más problemas dependiendo del tiempo de absentismo a consecuencia del tratamiento”.

Ante ciertos cambios físicos y fisiológicos del pequeño tras la enfermedad, los más evidentes, como la caída del pelo o la pérdida de peso, algunos niños “se pueden burlar o reir”, dice esta especialista. Para evitar este tipo de problemas, los especialistas recomiendan trabajar de manera previa para que la vuelta del niño a su vida diaria sea lo menos traumática posible.

“Hay asociaciones de familiares que trabajan en esta dirección en prácticamente todo el territorio nacional. En Niños con Cáncer tenemos un protocolo de actuación para los centros educativos en el que se incluyen recomendaciones, aspectos sanitarios y psicológicos a tener en cuenta”, dice Bautista. En este sentido, los expertos apuestan por que esos protocolos específicos se implanten de manera permanente en todos los centros españoles, “que sea algo más interiorizado bajo un protocolo de actuación y no dependiendo de la voluntad de quien dirija ese centro”.

LOS OBSTÁCULOS DEL ADOLESCENTE QUE SUPERA UN CÁNCER

Expertos en Oncología han reconocido recientemente en el Congreso ESMO 2017 celebrado en Madrid que la atención sanitaria a adolescentes y adultos jóvenes que han superado un cáncer es mejorable, sobre todo en cuanto a atención e investigación pensadas específicamente para esta población de pacientes. De cara al futuro, investigadores presentes en este encuentro han advertido que las secuelas de la enfermedad a largo plazo pueden tener consecuencias en la vida laboral de los supervivientes.

Los expertos apuestan por que esos protocolos específicos se implanten de manera permanente en todos los centros
Los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer y las secuelas de la enfermedad en sí pueden presentarse meses e incluso años después de haber completado la terapia. Los autores del estudio NOR-CAYACS indagaron sobre la vida laboral de los pacientes a quienes se había diagnosticado cáncer entre los 19 y los 39 años. El conjunto de personas incluidas en la investigación se identificó a partir de la base de datos del Registro Noruego de Cáncer. Se incorporaron al estudio casos de melanoma, cáncer colorrectal, cáncer de mama entre fases I y III, linfoma no Hodgkin y leucemia, diagnosticados entre 1985 y 2009. Se pidió a los pacientes que respondieran (en 2015) a un cuestionario sobre los efectos del tratamiento a largo plazo, y que puntuaran su capacidad laboral en una escala de 0 a 10. En total, 1.198 personas respondieron. La mediana de edad en el momento de realizar el sondeo era de 49 años, con una media de 13 años desde que se sometieron al primer tratamiento. El 60% de los encuestados estaban trabajando a jornada completa.

Los autores vieron que las puntuaciones más bajas en la escala de actividad laboral estaban asociadas con un nivel educativo inferior, eran más frecuentes entre mujeres, así como en personas con linfedema, depresión, fatiga y menor calidad de vida en términos de bienestar físico y percepción de la propia salud. “Hemos visto que los efectos psicológicos y físicos del cáncer y otras enfermedades tienen mucho que ver con una reducción en la capacidad laboral”, ha dicho la autora principal del estudio, la doctora Cecilie Kiserud, del Hospital Universitario de Oslo en Noruega.
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