Un estudio demuestra que las mascarillas FFP2 y FFP3 pueden ser desinfectadas y reutilizables

Lo han conseguido mediante la aplicación de un tratamiento térmico en bolsas de aluminio individuales que no afecta a la capacidad filtrante de las mascarillas.

Mascarillas. (Foto. Rawpixel)
Mascarillas. (Foto. Rawpixel)
CS
23 junio 2020 | 13:05 h
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La escasez de materiales de protección como las mascarillas o los EPIs han sido uno de los grandes problemas durante la pandemia. Por este motivo, la comunidad científica ha comenzado a investigar posibles tratamientos de descontaminación que alarguen la vida útil de estos recursos tan preciados y evitar que, por ejemplo, los profesionales sanitarios vuelvan a verse en una situación de desabastecimiento.

Partiendo de esta base el centro tecnológico AINIA, junto con la Fundación FISABIO y el Departamento de Salud Xàtiva-Ontinyent de la Comunidad Valenciana, han iniciado un estudio que cuenta con la financiación del Instituto Valenciano de Competitividad y que ha conseguido encontrar un sistema de descontaminación microbiológica de las mascarillas que no afecta a su capacidad de filtración.

La aplicación de este método permitiría su reutilización lo que supondría un alivio para los centros hospitalarios ante la posibilidad de desabastecimiento en caso de posibles brotes. Los investigadores han trabajado sobre un tratamiento término en autoclave a 120 grados durante 20 minutos.

"Mojar una mascarilla filtrante FFP2 y FFP3 puede alterar su capacidad de fijación electrostática de partículas, reduciendo significativamente su eficacia filtrante por lo que, de entrada, cabría descartar métodos de descontaminación que empleen agua o líquidos como soluciones alcohólicas, lejía o soluciones jabonosas", explica en El Mundo el jefe de Innovación de AINIA, Andrés Pascual.

Los investigadores han trabajado sobre un tratamiento término en autoclave a 120 grados durante 20 minutos

Expresa que uno de los principales motivos por los que el tratamiento se basa en el uso de autoclaves es que estos están presentes en los hospitales para el tratamiento desinfectante y de esterilización de los materiales sanitarios, por lo que no sería necesaria la adquisición de nuevos equipos.

Los investigadores, con el objetivo de determinar el grado de eficacia de su método, han infectado mascarillas con el microorganismo E.coli, utilizado como un modelo alternativo válido en el estudio de tratamientos eficaces contra el nuevo coronavirus.

Las conclusiones indican que se ha conseguido reducir al menos un 99,999% la presencia de E.coli en las mascarillas. Cabe destacar que los resultados han variado en función de los distintos tipos de mascarillas y fabricantes.

Las mascarillas se descontaminan en bolsas de aluminio individuales ya que “impiden el paso del vapor de agua evitando condensaciones que pudieran mojar la mascarilla y reducir su carga electrostática, y, por tanto, perder eficacia filtrante”, garantizando además uso unipersonal tal y como explica Luis Gil, uno de los investigadores responsables.

Tras someter a estas al proceso de desinfección térmico, su capacidad filtrante se ha situado por encima del 95% incluso después de la aplicación de tres procesos descontaminantes.

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