Uno de cada ocho infectados por el SARS-CoV-2 tiene síntomas persistentes

El estudio publicado por ‘The Lancet’, uno de los más completos hasta la fecha, inciden en la necesidad de ampliar la evidencia, centrando también la atención en cómo afecta el coronavirus a largo plazo al cerebro y la salud mental.

Médico y paciente con EPOC en consulta. (Foto. Freepik)
Médico y paciente con EPOC en consulta. (Foto. Freepik)
Ángel Luis Jiménez
5 agosto 2022 | 09:15 h

El pasado 21 de julio el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), a través del Consorcio Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER), publicaba las conclusiones del estudio “CIBERPOSTCOVID”. Un trabajo a través del que los ministerios de Sanidad y Ciencia e Innovación consensuaban el concepto de Covid persistente.

Una definición similar a las ya establecidas por otros organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que tiene como objetivo acotar y comprender los más de 200 síntomas persistentes que afectan a millones de personas en todo el mundo tras superar la infección por SARS-CoV-2. Poco se sabe sobre qué es lo que produce el Covid persistente, sus mecanismos y duración, por lo que cada vez son más los expertos que alertan de que nos encontramos ante un importante problema de salud pública global sobre el que se requiere más investigación.

En este sentido The Lancet ha publicado uno de los estudios más completos hasta la fecha sobre la prevalencia del Covid persistente y, su principal conclusión, es preocupante: hasta una de cada ocho personas infectadas por el SARS-CoV-2 podrían verse afectadas.

La investigación se basa en los datos recopilados a través de Lifelines, un estudio de cohorte observacional, prospectivo, multidisciplinario y basado en la población que analiza la salud y los comportamientos relacionados con esta de las personas residentes en el norte de Países Bajos. Todos los participantes son mayores de 18 años.

A pesar de que la variedad de síntomas persistentes asociados a la Covid-19 supera los 200, el trabajo que nos ocupa se ha centrado en la evaluación de la prevalencia de los 23 más reportados. Se han evaluado mediando mediciones repetidas entre el 31 de marzo de 2020 y el 2 de agosto de 2021.

Los autores registraron la gravedad de los síntomas antes y después de la infección y se compararon con controles emparejados. La muestra estuvo formada por 76.422 sujetos con una edad media de 53,7 años de los que el 60,8% eran mujeres. Se completaron un total de 883.973 cuestionarios. De estos, 4.231 tenían Covid-19 y fueron emparejados con 8.462 controles.

EVALUACIÓN DE LOS PRINCIPALES SÍNTOMAS REPORTADOS

Los síntomas persistentes en participantes con infección por SARS-CoV-2 entre 90 y 150 días después de superar la enfermedad en comparación con antes de la misma, y en comparación con los controles emparejados, incluyeron: dolor en el pecho, dificultad para respirar, dolor al respirar, dolor muscular, ageusia o anosmia, hormigueo en las extremidades, sensación de “nudo en la garganta”, escalofríos, pesadez de brazos y/o piernas ​​y cansancio generalizado. En el 12,7% de los pacientes, estos síntomas podrían atribuirse a la Covid-19.

“Nuestros resultados respaldan una definición de trabajo al menos basada en los síntomas centrales, dada la relación de sensibilidad mejorada entre casos y controles en comparación con una definición más amplia. Estos síntomas centrales aumentaron o eran nuevos entre tres y cinco meses después de la Covid-19 y es probable que limiten el funcionamiento, promuevan la búsqueda de ayuda y tengan mecanismos fisiopatológicos subyacentes plausibles”

“Hasta donde sabemos, este es el primer estudio que informa de la naturaleza y la prevalencia la afección posterior a la Covid-19, al tiempo que corrige los síntomas individuales presentes antes de la Covid-19 y la dinámica de los síntomas en la población sin infección por SARS-CoV-2 durante la pandemia. Se requiere más investigación que distinga los mecanismos potenciales que impulsan la sintomatología relacionada con la condición post-Covid-19”, destacan los autores como valor añadido de este trabajo a la literatura existente. Destacan que la investigación se ha visto obstaculizada por la ausencia de un consenso general sobre la prevalencia y la naturaleza de la condición post-Covid-19.

Los participantes en el estudio completaron cuestionarios digitales sobre múltiples temas, entre los que se incluyeron la sociodemografía y la salud física y mental durante la pandemia. En enero de 2021, se inició el programa nacional de vacunación contra la Covid-19 en Países Bajos. A fecha de 1 de marzo de 2021, solo el 3,7% de la población total del estudio Lifelines había completado la pauta de inmunización, aumentando al 9,8% a finales de abril de 2021, cuando se incluyeron los últimos casos de Covid-19 para el estudio. 

Hasta julio de 2021, la variante Alfa (B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido) del SARS-CoV-2 era la dominante en los Países Bajos. La positividad en Covid-19 de los participantes se definió como una prueba positiva de SARS-CoV-2 o un diagnóstico médico de Covid-19, que se basó en la definición de caso clínico en evolución emitida por el Instituto Holandés de Salud Pública y Medio Ambiente. Es importante señalar que solo se incluyeron las primeras infecciones de los participantes por lo que estos datos no tienen en cuenta las reinfecciones.

PRINCIPALES SÍNTOMAS PERSISTENTES

Se analizaron 23 síntomas: dolor de cabeza, mareos, dolor torácico, dolor de espalda, náuseas, dolor muscular, dificultad para respirar, sensación escalofríos, hormigueo en las extremidades, sensación de “nudo en la garganta”, cansancio generalizado, pesadez en brazos o piernas, dolor al respirar, secreción nasal, dolor de garganta, tos seca, tos húmeda, fiebre, diarrea, dolor de estómago, ageusia o anosmia, estornudos y picazón en los ojos.

"Las investigaciones futuras no deben pasar por alto los síntomas de salud mental, como depresión o ansiedad, ni los síntomas posinfecciosos adicionales que no han sido evaluados"

Los síntomas que reportaron una mayor gravedad en los participantes positivos entre 90 y 150 días después de la Covid-19 en comparación con las puntuaciones de los síntomas antes de la enfermedad y en comparación con los controles pareados (es decir, los síntomas centrales de la afección posterior a la Covid-19) incluyeron: síntomas cardiopulmonares (dolor torácico, dificultad para respirar y dolor al respirar), síntomas musculoesqueléticos (músculos doloridos), síntomas sensoriales (ageusia o anosmia, hormigueo en las extremidades, sensación de “nudo en la garganta” y escalofríos) y síntomas generales (pesadez en los brazos y/o piernas), así como cansancio generalizado.

Tal y como se ha indicado al inicio de estas líneas la condición post-Covid-19 podría producirse en, aproximadamente uno de cada ocho infectados. “Un mayor conocimiento sobre la naturaleza de los síntoma centrales y la prevalencia de la condición porst-Covid-19 en la población general representa un gran paso en nuestra capacidad para diseñar estudios que, en última instancia, buscan una respuesta adecuada de atención médica a las secuelas a largo plazo”, defienden los responsables de la investigación.

Poder contar con un listado de los principales síntomas persistentes validados empíricamente de la condición post-Covid-19, utilizada para una definición funcional de la condición, es esencial para estudiar adecuadamente los mecanismos fisiopatológicos, lo cual es especialmente importante dado el riesgo de explicaciones psicógenas simples y las consecuencias resultantes para los pacientes.

“Nuestros resultados respaldan una definición de trabajo al menos basada en los síntomas centrales, dada la relación de sensibilidad mejorada entre casos y controles en comparación con una definición más amplia. Estos síntomas centrales aumentaron o eran nuevos entre tres y cinco meses después de la Covid-19 y es probable que limiten el funcionamiento, promuevan la búsqueda de ayuda y tengan mecanismos fisiopatológicos subyacentes plausibles”, alertan, destacando que la investigación revela que la infección provocada por el SARS-CoV-2 podría también afectar a largo plazo al cerebro y a la salud mental.

“Por lo tanto, las investigaciones futuras no deben pasar por alto los síntomas de salud mental, como depresión o ansiedad, ni los síntomas posinfecciosos adicionales que no han sido evaluados en este estudio”, concluyen.

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