"Los profesionales nos basamos en el principio Alara, que consiste en irradiar al paciente lo mínimo que sea razonablemente posible"
"Los profesionales nos basamos en el principio Alara, que consiste en irradiar al paciente lo mínimo que sea razonablemente posible", explica el especialista, que considera que no es necesario establecer límites a la radiación que puedan recibir las personas porque "los efectos adversos que producen las pruebas son probabilidades, pero no certezas". De esta forma, en el caso de los niños, los más sensibles a la radiación, "se intenta evitar irradiarlos. Pero si el paciente necesita un escáner, y es la única prueba que se le puede realizar para determinar su enfermedad, habrá que hacérselo, porque el beneficio siempre será mayor que el riesgo".Aunque actualmente las dosis a las que se han sometido los pacientes no se registran, la normativa europea 2013/59 EURATOM sí obligará a hacerlo a partir del año 2018. En España, Cataluña se ha adelantado y ya cuenta con un proyecto, que se pondrá en marcha en 2017, para registrarla y ofrecer a los pacientes información exhaustiva de la radiación que reciben.
Si bien, y como señala a este periódico Jordi Andreu, presidente de la Sociedad Catalana de Radiología y Diagnóstico por la Imagen, esto no será fácil, porque para registrar las dosis, el primer paso es conocer qué radiación exacta emiten las distintas máquinas con las que se realizan las pruebas diagnósticas, "pero estos datos no lo ofrecen los equipos más antiguos, sólo lo hacen las tecnologías más modernas".
"La población suele pensar que cuanto más pruebas mejor, pero esto no es así. Sólo es mejor cuando se tiene un beneficio real para el paciente"
Además, señala, la radiación recibida puede variar en función de la zona que se explore con la prueba y de la técnica que use el profesional. De esta forma, "un TAC de tórax no irradia lo mismo que un TAC de abdomen. Y dentro del de tórax, también varía si se explora una mayor o menor superficie". No obstante, la idea del proyecto europeo es "lograr que el paciente conozca las dosis a las que se somete, e incluso ir más atrás y saber el acumulado de los últimos cinco años", lo que supondría una información también valiosa para el profesional.ÉTICA Y RESPONSABILIDAD DEL PROFESIONAL
Ante la falta de controles y registros, en lo que están de acuerdo ambos especialistas es que, en última instancia, son los médicos los que tienen la responsabilidad ética de irradiar lo mínimo posible a los pacientes, así como de concienciar a las personas de los riesgos que supone la radiación de las pruebas diagnósticas. "La población suele pensar que cuanto más pruebas mejor, pero esto no es así. Sólo es mejor cuando se tiene un beneficio real para el paciente", concluye Andreu.
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