Hacia una medicina personalizada: cómo tratar la EPOC y la FPI

La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y la Fibrosis Pulmonar Idiopática (FPI) son dos patologías crónicas y gravemente incapacitantes. La prevención y un diagnóstico precoz resultan fundamentales, según los expertos.

El doctor Julio Ancochea, jefe de Neumología del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid.
31 enero 2017 | 10:30 h
La Fibrosis Pulmonar Idiopática (FPI) es una enfermedad pulmonar, crónica, progresiva, gravemente incapacitante y, a la larga, mortal (con una media de supervivencia de 2 a 3 años después del diagnóstico) para la cual se dispone de pocas opciones de tratamiento. Afecta de 14 a 43 personas por cada 100.000 habitantes en todo el mundo y se caracteriza por una sustitución progresiva del tejido pulmonar por tejido cicatricial y una pérdida de la funcionalidad pulmonar con el paso del tiempo. La formación de este tejido cicatricial se denomina fibrosis. A medida que aumenta el grosor y la rigidez de los tejidos como resultado de la fibrosis, los pulmones pierden su capacidad para captar y transferir el oxígeno al sistema circulatorio con lo que los órganos vitales no reciben suficiente oxígeno. Como consecuencia de ello, las personas con FPI presentan síntomas como dificultad respiratoria, tos y a menudo tienen problemas importantes para desempeñar actividades diarias que comporten un esfuerzo físico.

La EPOC es una de las principales causas de muerte y discapacidad en todo el mundo y tiene un impacto físico y emocional significativo en las personas que la padecen
Por su parte, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una de las principales causas de muerte y discapacidad en todo el mundo y tiene un impacto físico y emocional significativo en las personas que la padecen. Cuando la EPOC progresa aparece la disnea que conlleva una disminución de la función pulmonar y se convierte en una causa importante de discapacidad y ansiedad. Acompañada de síntomas que desencadenan temor, frustración, aislamiento y depresión en los pacientes.

Según la OMS, actualmente más de 210 millones de personas conviven con esta enfermedad y se estima que puede convertirse en la tercera causa de muerte mundial en 2030. Los pacientes a menudo presentan otras comorbilidades graves como cardiopatías, diabetes, osteoporosis y depresión, lo que dificulta su tratamiento. Debido al carácter crónico de la enfermedad y a sus síntomas incapacitantes, supone una carga significativa para los cuidadores o familiares. El diagnóstico precoz y una intervención terapéutica adecuada después de una exacerbación son esenciales para la recuperación rápida de los pacientes y la mejoría de su calidad de vida.

DIAGNÓSTICO PRECOZ

La EPOC se detecta a través de pruebas espirométricas
La prevención y el diagnóstico precoz de la EPOC han sido históricamente tareas pendientes para seguir mejorando los resultados en esta enfermedad, si bien el doctor Anzueto ha valorado que “en cuanto a prevención, la implementación de medidas que han limitado el consumo de tabaco ha tenido un impacto muy importante, y a la hora de diagnosticar, en la actualidad hay más conciencia de la enfermedad, y la estamos buscando más mediante la realización de espirometría”. Sin embargo, ha añadido, “existe un gran número de personas en las que el diagnóstico no se establece hasta que la enfermedad se encuentra más avanzada”.

Ahora se ha cumplido un año del lanzamiento en España del broncodilatador dual de administración en una sola dosis diaria, que permite conseguir una mayor broncodilatación, que Boehringer comercializa bajo el nombre Spiolto Respimat.

MEJORAR EL PRONÓSTICO EN FPI

Como herramienta diagnóstica, el doctor Ancochea ha resaltado que la auscultación pulmonar “sigue siendo extraordinariamente valiosa para el diagnóstico temprano de la fibrosis”, al tiempo que ha incidido en la importancia de crear unidades multidisciplinares que incluyan clínicos, radiólogos y patólogos expertos, bajo la coordinación de Neumología.

Hasta hace pocos años, no se contaba con opciones terapéuticas eficaces en FPI, pero la llegada de antifibróticos como nintedanib ha supuesto que, por primera vez, se frene la progresión de la enfermedad hasta un 50% en un amplio perfil de pacientes. “Comienza un futuro de esperanza para los pacientes con FPI, iniciándose el camino hacia una medicina personalizada y una estratificación del tratamiento por biomarcadores clínicos y/o genéticos”, ha destacado Ancochea. Y, en este camino, el diagnóstico precoz continúa siendo un reto: “La importancia de un reconocimiento y derivación precoz al neumólogo es un desafío para el médico de Atención Primaria”.


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