La importancia del envejecimiento saludable en un mundo cada vez más envejecido

Uno de los componentes centrales del envejecimiento es la disminución de la inmunidad, denominada inmunosenescencia, y que contribuye a empeorar nuestra salud a medida que envejecemos.

Pareja de ancianos (Foto. Eduardo Parra Europa Press)

Cuando hablamos de envejecimiento lo hacemos de un proceso multifacético que está definido desde perspectivas moleculares, celulares, fisiológicas y funcionales. Uno de los componentes centrales de este proceso es la disminución de la inmunidad, denominada inmunosenescencia, y que contribuye a empeorar nuestra salud a medida que envejecemos.

La inmunosenescencia se correlaciona con una eficacia reducida de las vacunas junto con una mayor susceptibilidad a las infecciones y una inmunovigilancia reducida. Junto a la inmunosenescencia se produce una inflamación sistémica. Esta se considera un impulsor genérico de la movilidad múltiple con la edad ya que el nivel de inflamación se ha asociado con un mayor riesgo de enfermedades crónicas en los ancianos.

Ante esta fotografía es de vital importancia concienciar sobre la necesidad de un envejecimiento saludable. Especialmente en un mundo en el que la esperanza de vida continúa creciendo, pero esto no es sinónimo de mayor número de años con buena calidad de vida. El mundo envejece y es de vital importancia que lo hagamos de forma saludable. Así fue definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su primer informe global sobre Envejecimiento y Salud en septiembre de 2015: “El envejecimiento saludable es el proceso de desarrollo y mantenimiento de la capacidad funcional determinada por la capacidad intrínseca del individuo, los entornos que habita y la interacción entre ellos”.

¿QUÉ ES EL ENVEJECIMIENTO SALUDABLE?

El envejecimiento saludable es un proceso que abarca toda la vida y que afecta a todas las personas, no solo a las que no padecen ninguna enfermedad en el presente. La capacidad intrínseca se encuentra determinada en todo momento por muchos factores, entre ellos los cambios fisiológicos y psicológicos subyacentes, los comportamientos relacionados con la salud y la presencia o ausencia de enfermedades. La capacidad intrínseca depende en gran medida de los entornos en los que las personas han vivido a lo largo de su vida.

“El envejecimiento saludable es el proceso de desarrollo y mantenimiento de la capacidad funcional determinada por la capacidad intrínseca del individuo, los entornos que habita y la interacción entre ellos”

Los recursos y oportunidades de carácter social y económico de que disponen las personas a lo largo de su vida influyen en su capacidad para tomar decisiones saludables, así como para aportar y recibir apoyo cuando se necesita. En consecuencia, el envejecimiento saludable va estrechamente ligado a la desigualdad social y económica. Las desventajas en materia de salud, educación, empleo y obtención de ingresos comienzan pronto, se refuerzan mutuamente y se acumulan a lo largo de la vida. Las personas mayores con problemas de salud trabajan menos, ganan menos y se jubilan antes. El género, la cultura y la etnia son factores que influyen de forma importante en la desigualdad y que dan lugar a trayectorias muy diferentes de envejecimiento.

A nivel mundial, hay pocas pruebas que indiquen que las personas mayores gozan hoy de mejor salud que las de generaciones anteriores. Además, la buena salud en la vejez no se encuentra distribuida de manera equitativa, ya sea dentro de una misma población o entre distintas poblaciones. Por ejemplo, la diferencia media entre países en cuanto a la esperanza de vida sana es de 31 años al nacer, y de 11 años a los 60.

La buena salud añade vida a los años. Las oportunidades que se abren con el aumento de la longevidad dependen en gran medida del envejecimiento saludable. Cuando las personas viven estos años adicionales con buena salud y continúan participando en la vida de las familias y las comunidades como una parte integral de ellas, contribuyen al fortalecimiento de las sociedades; sin embargo, si estos años adicionales están dominados por la mala salud, el aislamiento social o la dependencia de la atención de salud, las implicaciones para las personas mayores y para el conjunto de la sociedad son mucho más negativas.

El envejecimiento saludable no solo se sustenta sobre la buena nutrición, actividad física y calidad del sueño. La integración social es un factor esencial para su consecución. Se prevé que la soledad aumentará la probabilidad de envejecimiento prematura en un 26%. Una vejez con la promoción de las conexiones sociales y, por tanto, una buena salud mental, es esencial para lograr un envejecimiento saludable. Junto a la soledad se ha demostrado que las enfermedades mentales perjudican la calidad de vida.

Los síntomas de la depresión parecen ser comunes entre las personas mayores, con una prevalencia según distintos estudios de entre el 7,9 y el 26,9% de los ancianos. Muchos de estos síntomas se pueden abordar asegurando la actividad física y social, así como la participación e integración continuas en la sociedad.

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