La vacunación de los trasplantados: “El cumplimiento es relativamente óptimo”

Los pacientes inmunocromprometidos, como aquellos que han recibido un trasplante, precisan de un seguimiento continuado e individualizado, como explica el Dr. Manuel Muro

Vacunación de pacientes de riesgo. (Foto. Freepik)
Vacunación de pacientes de riesgo. (Foto. Freepik)

El invierno es la temporada de la mayoría de las infecciones respiratorias. Anteriormente, en otoño, se procede a la inmunización de la población más vulnerable. Uno de los grupos poblacionales que más expuesto se encuentra a estas y otras patologías son las personas que han recibido un trasplante. Bien por la propia enfermedad crónica que motivó la intervención o bien por el propio tratamiento inmunosupresor para evitar el rechazo del nuevo tejido, es obligatorio “proteger a estas personas frente a enfermedades inmunoprevenibles”, explica el Dr. Manuel Muro, jefe de Servicio de Inmunología del Hospital clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, a ConSalud.es.

Desde que se creó la Organización Nacional de Trasplantes en el año 1989, hace 34 años, se han realizado 122.317 trasplantes que han mejorado la calidad de vida de los receptores e incluso aumentado su pronóstico. No en vano, un trasplante por ejemplo de pulmón es capaz de recuperar la capacidad pulmonar del 11% al 100%, con lo que ello supone para la vida del paciente.

Esta intervención, posible gracias a la generosidad de los donantes, lleva asociada algunos problemas inmunitarios. El más frecuente son las infecciones bacterianas, estas, además, son las que ocasionan mayor mortalidad. “La incidencia varía según el tipo de trasplante. Desde 20-30% del cardiaco al casi el 50% en pulmonar”, indica el también director Laboratorio Regional de Histocompatibilidad y Trasplante.

“Los anticuerpos post-vacunales indican la respuesta a la vacuna; en algunos de los casos, se podrá proceder a re-vacunación"

Estas personas además tienen problemas inmunológicos en cuanto a que pueden desarrollar un rechazo del nuevo órgano o tejido. Es por ello que requieren de un tratamiento inmunosupresor permanente, lo que “se traduce en una disminución de la inmunidad humoral (o de producción de anticuerpos) y celular (de células inmunitarias que atacan al patógeno invasor)”.

Las vacunas son, en la mayoría de casos, la principal herramienta preventiva para evitar infecciones. “Los anticuerpos post-vacunales indican la respuesta a la vacuna; en algunos de los casos, se podrá proceder a re-vacunación (hepatitis B), mientras que en otros (sarampión, varicela) únicamente indican la susceptibilidad del individuo frente a estas patologías de cara al manejo del paciente frente a posibles exposiciones a las mismas”.

Se alcanzan adherencias o tasas de vacunación “superiores al 60%”

Con esta información, protocolizada e individualizada para adaptarse a cada paciente, anualmente se recomienda la administración de las vacunas de la gripe, Covid-19, “que es necesario actualizarla cada año en estas personas”, y otras importantes como neumococo (cada 5 años). A su vez, “resulta interesante revisar títulos de triple vírica antes de realizar el trasplante, o varicela y más recientemente la del herpes zóster con su aprobación hace relativamente poco”. Y en algunos casos también se recomendará la inmunización frente a la hepatitis A y B, contra el virus del papiloma humano en trasplantes pediátricos, o administrar una dosis de refuerzo con las vacunas DTPa-Tdpa, a partir de los 6 meses del trasplante con dosis de refuerzo cada 10 años. Todas ellas no usan patógenos vivos atenuados, completamente contraindicados en estas personas.

ALTA ADHERENCIA

Desde consulta se insiste constantemente en la necesidad de que los pacientes potencien sus mecanismos de defensa frente a eventuales infecciones. Tras la pandemia la sensibilización de estas personas hacia la necesidad de inmunizarse ha mejorado. “Suele llevar aparejado, dependiendo del protocolo en cada CCAA, la medición y seguimiento continuado de los niveles de anticuerpos serológicos producidos frente al patógeno a los meses de la vacunación para comprobar que existe respuesta adecuada”. Debido a estos protocolos, se calcula que se alcanzan adherencias o tasas de vacunación “superiores al 60%”.

Además, insiste el inmunólogo, sería necesario promover la vacunación también de los que conviven con el trasplantado. “De esta manera se les hace entender que pueden hacer su vida normal, pero al estar sometidos a una inmunosupresión de por vida deben prevenir las eventuales infecciones o la gravedad de las mismas con la correcta vacunación y dosis de recuerdo frente a ellas”.

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