Las madres se "enamoran" de sus bebés por cambios en la parte instintiva del cerebro

Los cambios de volumen en el núcleo accumbens del cerebro durante el embarazo predicen el grado de activación de este núcleo, implicado en el placer, ante fotos del bebé durante el posparto.

Susana Carmona, investigadora del Servicio de Medicina Experimental del Hospital Gregorio Marañón y del Ciber de Salud Mental (Foto. ConSalud)
6 febrero 2020 | 12:45 h

En los humanos, la conducta maternal también está mediada por sistemas primitivos e instintivos que compartimos con el resto de mamíferos placentarios, lo que lleva a la madre a “enamorarse” del bebé. Así lo indica un estudio liderado por Susana Carmona, investigadora del Servicio de Medicina Experimental del Hospital Gregorio Marañón y del Ciber de Salud Mental (Cibersam), que cuenta con la participación de la Universidad Autónoma de Barcelona.

En esta investigación, publicada por Science Directen la revista Psychoneuroendocrinology, los investigadores han determinado que el embarazo modifica el sistema cerebral del placer y refuerzo en la madre, un sistema básico para la conducta maternal en el reino animal, ya que permite que se sienta atraída por los estímulos procedentes de la cría e inicie una serie de conductas dirigidas a promover su supervivencia.

Elembarazo modifica el sistema cerebral del placer y refuerzo en la madre

Según explica Susana Carmona “hasta la fecha se desconocía si en humanos el embarazo modificaba la anatomía o la función del sistema instintivo y primitivo del cerebro encargado de la motivación, el refuerzo y el placer. En otros mamíferos placentarios, este sistema se ha relacionado con el cuidado maternal. Por ejemplo, las ratas con lesiones en esta área no muestran ciertos aspectos de la conducta maternal, como recoger a sus crías y agruparlas en el nido. Hemos demostrado que los cambios en este circuito hacen que el bebé se convierta en el estímulo más relevante, llamativo y placentero para la madre, que como consecuencia modificará su conducta para estar en contacto constante con él, cuidarlo y protegerlo. Un psicólogo muy famoso, Urie Bronfenbrenner, decía que para el correcto desarrollo del bebé, alguien tiene enamorarse de él. Los resultados de este estudio ofrecen la base neurológica de este “enamoramiento” instintivo que siente la madre hacia su bebé”.

En este estudio se han analizado datos de neuroimagen estructural y funcional de madres primerizas antes y después del embarazo. Primero, examinaron si existían cambios volumétricos en el área cerebral encargada de la motivación y el placer (núcleo accumbens) y si esas modificaciones se asociaban con la activación de esta región ante estímulos visuales de sus bebés.

“Estos datos indican que en humanos la conducta maternal está condicionada por sistemas básicos”

La investigadora del Hospital Gregorio Marañón y del Cibersam indica que encontramos “disminuciones volumétricas en el núcleo accumbens en las mujeres tras su primer embarazo y cuanto más disminuía el volumen de esta estructura, más se activaba esta área en el cerebro de la madre cuando veía estímulos relacionados con su bebé. Estos datos nos indican que en humanos la conducta maternal está condicionada por sistemas básicos e instintivos que compartimos con otros  mamíferos más basales como por ejemplo los roedores. Si caracterizamos bien cómo cambia el cerebro durante el embarazo podremos entender mejor que ocurre a nivel cerebral en las patologías posparto, que ponen en riesgo no solo la salud de la madre sino también la del recién nacido”.

Los datos se obtuvieron mediante un estudio prospectivo de cohortes que se estableció para examinar los efectos del embarazo en el cerebro humano. Para este estudio, las mujeres nulíparas participaron en una resonancia magnética antes y después del embarazo de su primer hijo, lo que nos permite utilizar el escáner cerebral previo al embarazo de cada mujer como su línea de base individual.

Para controlar por otras variables no relacionas con el embarazo y la maternidad, también se escaneó a mujeres que no tenían hijos ni tenían pensado tenerlos en un futuro próximo con un intervalo de tiempo comparable. Las participantes fueron reclutadas a través del IVI de Barcelona así como mediante anuncios en la web. La muestra final consistió en 25 mujeres que fueron madres  y 20 mujeres “control” que no fueron madres.

MENOR VOLUMEN DE SUSTANCIA GRIS

Susana Carmona ya había desarrollado investigaciones previas en esta línea de trabajo, igualmente en colaboración Cibersam, Hospital Gregorio Marañón y Universidad Autónoma de Barcelona,  en las que se detectaba que el embarazo  modifica el cerebro de la madre de manera duradera. Tras el periodo de gestación, este órgano presentaba un menor volumen de sustancia gris en regiones encargadas del pensamiento social y la teoría de la mente, y asimismo observaron que los cambios se asociaban con el vínculo maternal: cuanto más cambia el cerebro, mejor era esta conexión materno-filial

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