Las consecuencias de no vacunarse contra el sarampión

El virus del sarampión no solo tiene consecuencias a corto plazo, entre las que se encuentra la muerte, sino que al debilitar el sistema autoinmune del organismo lo expone a otras infecciones

Las consecuencias de no vacunarse contra el sarampión
Las consecuencias de no vacunarse contra el sarampión
CS
26 julio 2018 | 11:47 h

En España la incidencia de sarampión es muy baja debido a la alta tasa de vacunación, en concreto, el porcentaje de individuos vacunados contra el sarampión en 2016 fue del 85% en este país. Nos diferenciamos así de otros países como Italia, Francia y Rumanía, donde se están produciendo epidemias de sarampión debido a los problemas de cobertura. Este hecho provoca que la población infravalore la gravedad de la enfermedad al no estar expuesta a ella y, por otro lado, y como consecuencia de los movimientos antivacunas, se cuestione la eficacia de las mismas, un factor que está perjudicando gravemente a la ciudadanía europea.

El virus del sarampión es muy contagioso y se transmite de una persona a otra por inhalación del agente contenido en las gotitas que se expulsan al hablar, toser o estornudar (gotas de Pflügge), o por contacto directo con secreciones nasofaríngeas o superficies contaminadas. El sarampión infecta la conjuntiva, las vías respiratorias, el aparato urinario, pequeños vasos sanguíneos, el sistema linfático y el sistema nervioso central.

Estudios demuestran que contraer el sarampión tiene graves consecuencias a largo plazo, a parte de poder provocar la muerte. Esta patología infecciosa puede afectar al sistema de defensa del organismo, dejándolo dañado por un largo periodo de tiempo.

Hay que tener en cuenta que el sistema de defensa del cuerpo tiene "memoria", la cual se deteriora tras contraer el sarampión pudiendo provocar que el sistema no pueda "recordar" los microbios con los que entró en contacto con anterioridad. Esto significa que cuando una persona contrae el sarampión, el sistema autoinmune se daña y el individuo tiene más riesgo de contraer infecciones que en condiciones normales no lograrían burlar al sistema inmune ni hacerle enfermar.

El sarampión debilita el sistema inmunitario del organismo dejándolo expuesto a otras infecciones

El motivo principal de esta consecuencia se vincula a que el virus disminuye la cantidad de eosinófilos y linfocitos B y T del organismo y baja su capacidad de respuesta. Los linfocitos T son las células que se encargan de generar la "memoria" para que el organismo evite enfermedades. A pesar de ello, la mayoría de los pacientes conservan la inmunidad frente al virus del sarampion durante toda la vida.

El virus también puede producir secuelas en el sistema nervioso central debido a la inmunopatogenia (encefalitis post-infección del sarampión) o desarrollo de mutantes defectuosos (panencefalitis esclerosante subaguda PEES).

Las células inmunitarias (linfocitos T y B) son muy importantes para defender al organismo de la infección por el virus, sin embargo, son las responsables de producir la mayoría de los síntomas de la enfermedad. En los niños que han sido infectados por el virus y que presentan deficiencia de linfocitos T, se puede presentar neumonía, sin presentar exantema (erupción de la piel).

A más corto plazo, la plataforma CDC registra que hasta 1 de cada 20 niños con sarampión contrae neumonía, la causa más común de muerte por sarampión en los niños pequeños. Además, cerca de 1 de cada 1000 niños que contraen sarampión presentará encefalitis (inflamación del cerebro) que puede causar convulsiones y puede dejar al niño sordo o con retraso mental y de cada 1.000 niños que contraen sarampión, uno o dos morirán por su causa.

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