Las consecuencias sanitarias y psicológicas del 11-S, 16 años después

Varios estudios han abordado las secuelas físicas y psicológicas de los supervivientes de los atentados de las Torres Gemelas, que han desarrollado con los años enfermedades crónicas y trastornos físicos y mentales.

Las consecuencias sanitarias y psicológicas del 11-S, 16 años después
11 septiembre 2017 | 20:00 h
El parte oficial de víctimas mortales de los atentados del 11 de septiembre recoge la cifra 2.996: 265 pasajeros de los aviones secuestrados, 2.606 en las Torres Gemelas y 125 en el Pentágono. Los heridos se elevaron a más de 6.000. Desde entonces han transcurrido 16 años y el paso del tiempo ha demostrado que, ni mucho menos, la trágica lista quedó cerrada. Durante el largo periodo transcurrido desde entonces, cientos de supervivientes han visto agravarse sus cicatrices psicológicas y físicas (en algunos casos, mortales) como enfermedades respiratorias, cáncer, depresión o síndrome de estrés post-traumático.

Un millar de participantes en las labores de rescate han muerto a causa de patologías derivadas de la trágica jornada
Diversos estudios revelan hasta qué punto son preocupantes las secuelas sanitarias en la población que vivió los ataques de primera mano, especialmente destacables en el personal que ayudó en las tareas de rescate. De hecho, el año pasado vieron la luz unos datos del Registro Sanitario del World Trade Center, un archivo que ha hecho un seguimiento del estado de salud de más de 71.000 personas que vivieron en ataque terrorista. Basándose en esos datos, por ejemplo, las autoridades estiman que un millar de trabajadores que participaron en las labores de rescate han muerto a lo largo de los años a causa de patologías derivadas de aquella trágica jornada.

Por otra parte, otra investigación del Departamento de Salud e Higiene Mental de la Ciudad de Nueva York, publicada en Injury Epidemiology, evalúa la posible relación entre la exposición a la nube de polvo originada con el derrumbe de las Torres Gemelas y las lesiones sufridas por los supervivientes del atentado y la aparición de enfermedades crónicas entre 10 y 12 años después, entre 2010 y 2012. “Nuestros hallazgos muestran que la exposición intensa en un solo día, el día del desastre, contribuye sustancialmente al desarrollo de enfermedades crónicas”, explica Robert Brackbill, director del estudio.

A los diez años del suceso, en el grupo de 8.701 supervivientes investigado, se habían recogido 327 casos de diabetes, 308 diagnósticos de asma, 297 afectados con enfermedades pulmonares y 92 infartos de miocardio. De estas patologías, los científicos han encontrado una asociación entre lesiones como traumatismos, fracturas o esguinces con un mayor riesgo de ataque cardiaco, un peligro que aumenta en los casos de personas con más de una lesión.


En esa línea van las conclusiones de un trabajo del Hospital Mount Sinai de Nueva York, que contó con la muestra de 27.000 policías, bomberos o empleados municipales que trabajaron en el World Trade Center el mismo día del atentado y las semanas posteriores, y las conclusiones probaron que al menos uno de cada cinco afectados sufren actualmente un trastorno físico o mental. Además, el 28% de los pacientes desarrollaron asma, el 42% está afectado con sinusitis crónica y el 39% con enfermedad por reflujo gastroesofásico. Otro de los datos más concluyentes es que casi la mitad de los voluntarios (48%) que participaron en el rescate sufren patologías psicológicas como depresión, estrés postraumático o ataques de ansiedad.

Hasta que no pasen de 20 a 50 años no serán detectables las consecuencias más graves de los atentados para los supervivientes
En este sentido, los más afectados, son, según Juan Wisnivesky, autor principal del trabajo son “los equipos que llegaron por primera vez a la escena, porque fueron expuestos a una mezcla muy compleja de sustancias cancerígenas, como el benceno, el amianto, dioxinas, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y otras fibras de vidrio”. Así, un estudio del Albert Einstein College of Medicine de Nueva York ha relacionado las exposiciones a esas sustancias con un mayor riesgo de cáncer. Concretamente, los bomberos que trabajaron en las Torres Gemelas tienen un 19% más de posibilidades de desarrollar esta enfermedad.

Pese a todo, los efectos físicos de la exposición a estos elementos nocivos todavía no han aparecido en su máxima expresión. Hasta que no pasen de 20 a 50 años de los ataques no serán detectables las consecuencias más graves para los supervivientes, que presumiblemente causarán otros tipos de cánceres como de pulmón, de tiroides, de próstata o leucemia.
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