Los primeros ocho años de vida, decisivos para fomentar un desarrollo visual óptimo

Los oftalmólogos recomiendan acudir con los niños a revisiones para detectar posibles anomalías que, de no detectarse a tiempo, podrían provocar secuelas irreversibles para toda la vida.

Los primeros ocho años de vida, decisivos para fomentar un desarrollo visual óptimo
JUANJO CARRILLO CÓRDOBA
24 mayo 2017 | 10:44 h

Cuando un recién nacido llega al mundo posee un sistema visual que todavía no ha madurado en su totalidad. Tal y como explican los expertos en Oftalmología, la agudeza visual va mejorando paulatinamente desde el nacimiento, pasando del 50% de la capacidad a los tres años de vida hasta conseguir su funcionalidad completa a los cinco años desde el alumbramiento del pequeño. Por este motivo, los primeros ocho años son determinantes para garantizar un desarrollo visual óptimo así como para detectar posibles anomalías que, de no detectarse a tiempo, podrían provocar secuelas irreversibles para toda la vida.

Las cifras estiman que alrededor del 4% de la población infantil padece de ojo vago

Ante esta coyuntura, el papel que desempeñan los padres resulta transcendental si se pretende hacer una detección temprana de estas anomalías. El motivo es evidente: son los progenitores los primeros que pueden detectar en su hijo signos que constaten que algo no va bien y acudir con él a una revisión oftalmológica. Así, un diagnóstico precoz de un problema visual es el camino necesario para garantizar a las nuevas generaciones una buena calidad visual en el futuro.

OJO VAGO Y ESTRABISMO, ENFERMEDADES MÁS FRECUENTES

El ojo vago, también conocido como ambliopía, es una de las causas principales de la pérdida irrecuperable de visión en los países desarrollados. ¿En qué consiste esta enfermedad? En esencia, la consecuencia de esta patología es que un globo ocular ve menos que su similar. En este contexto, las cifras estiman que el 4% de los niños padece de ojo vago. Los oftalmólogos alertan que si no se trata antes de los ocho o nueve años da lugar a un severo e irreversible defecto visual.

De ahí la crucial importancia del diagnóstico precoz de cara a dispensar el tratamiento oportuno en un momento en el que aún subsiste cierto nivel de plasticidad visual. Sin embargo, no hablamos de un problema de la vista que sea fácil de detectar por parte de los padres. Y es que solo suele apreciarse en exploraciones de la visión por parte del oftalmólogo pediátrico.

Otra de las enfermedades de la visión más frecuentes en la infancia es el estrabismo, que supone la desviación anormal de uno o de ambos ojos en alguna de las posiciones de la mirada, es decir, se pierde el paralelismo de los ejes oculares, algo que provoca una alteración de la visión binocular que no es capaz de enfocar un punto simultáneamente. Cuando esto ocurre en los niños, se da un fenómeno de adaptación por el que el cerebro selecciona la imagen de mayor calidad y desconecta lo que ve el otro ojo. Así se salva el problema de visión doble.

Según el plano en que se produzca la desviación, el estrabismo se divide en horizontal, es decir, el ojo se desvía hacia adentro o afuera; y vertical, esto es, hacia arriba o abajo con respecto al otro. Este trastorno se trata con gafas, toxina botulínica o cirugía. El pronóstico visual se vuelve mejor cuanto antes se diagnóstica el estrabismo, al tiempo que también se evitan otras complicaciones.

REVISIONES RUTINARIAS, LA MEJOR PREVENCIÓN

El equipo de profesionales de las Clínicas Oftalvist, líderes en España en el uso de tecnología puntera para el cuidado de los ojos, aconsejan que, aunque el desarrollo visual del niño sea aparentemente normal, la primera revisión ocular se realice a los tres o cuatro años, momento adecuado debido a que el pequeño ya podrá colaborar en una exploración oftalmológica sencilla y, además, todavía se está a tiempo de tratar de manera eficaz problemas como los citados anteriormente.


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