Toxina botulínica para el tratamiento de la migraña crónica

La doctora Lucía Vidorreta Ballesteros, de Quirónsalud, explica en qué trata la toxina botulínica en el tratamiento de la migraña crónica

La doctora Lucía Vidorreta Ballesteros, especialista en neurología (Foto Quirónsalud)
La doctora Lucía Vidorreta Ballesteros, especialista en neurología (Foto Quirónsalud)
CS
20 diciembre 2021 | 10:15 h

Los dolores de cabeza, y en concreto las migrañas, aumentan en nuestra sociedad y en algunos casos los tratamientos son ineficaces para curar estas dolencias. Ante ello se ha investigado en soluciones como la toxina botulínica para tratar las migrañas crónicas.

La unidad de Neurología del equipo del Dr. Alberto Pérez de Vargas del Hospital Quirónsalud San José es uno de los centros que ha puesto en práctica este tratamiento. La especialita Lucía Vidorreta Ballesteros, miembro del equipo, explica en qué consiste.

¿Qué es la migraña?

La migraña es un tipo de cefalea primaria -una de las más frecuentes- caracterizada por un dolor pulsátil intenso, generalmente de un solo lado. A menudo suele estar acompañada de náuseas, vómitos y sensibilidad a la luz y al ruido. Los ataques de migraña pueden durar de horas a días, y el dolor puede ser tan intenso que interfiere en las actividades diarias.

Hasta un 2% de la población sufre de migraña crónica, para la cual las infiltraciones periódicas con toxina botulínica siguiendo el protocolo PREEMPT puede ser de gran utilidad

Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) en España la padecen alrededor de 5 millones de personas, de los cuales 1,5 millones la sufren en su forma crónica (experimentan dolor de cabeza más de 15 días al mes). Además, la migraña crónica constituye la tercera enfermedad más prevalente en el mundo, es la primera causa de discapacidad en adultos menores de 50 años y algunos estudios la sitúan como la séptima causa más frecuente de incapacidad.

¿Qué tratamientos tiene?

Los medicamentos pueden ayudar a prevenir algunas migrañas y hacerlas menos dolorosas, en combinación con medidas de autoayuda y cambios en el estilo de vida (fundamentalmente evitar la cafeína, el alcohol y el estrés y el control de factores de riesgo como evitar el sobrepeso, dormir lo suficiente y realizar actividad física).

Sin embargo, hasta un 2% de la población sufre de migraña crónica, para la cual las infiltraciones periódicas con toxina botulínica siguiendo el protocolo PREEMPT puede ser de gran utilidad.

¿Qué es la toxina botulínica?

La toxina botulínica es una potente neurotoxina producida por la bacteria Clostridium Botulinum. Cada vez cuenta con un uso más extendido en la práctica clínica habitual y cabe destacar su uso como analgésico en dolores tales como la migraña crónica.

El uso de bótox en el tratamiento de la migraña crónica conduce a una reducción de la misma en pacientes que no responden al tratamiento con otras terapias profilácticas

El tratamiento con toxina botulínica reduce la frecuencia e intensidad de los ataques de migraña. Se administra mediante infiltraciones en la musculatura pericraneal siguiendo el protocolo PREEMPT (según este protocolo, se colocan 31 pequeñas inyecciones en los lugares prescritos sobre la frente, los lados de la cabeza, y la parte posterior de la cabeza y el cuello y, adicionalmente, pueden aplicarse en 6 puntos de inyección adicionales en función del dolor).

Se trata de un procedimiento prácticamente indoloro, eficaz y seguro a largo plazo, que se realiza en la propia consulta de forma periódica cada 3-4 meses.

¿Cómo actúa el botox en el tratamiento de la migraña?

Provoca una denervación química reversible, al impedir que se liberen las vesículas de acetilcolina en las uniones neuromusculares de los músculos afectados. Su efecto tarda generalmente entre 1-5 días en aparecer, y dura de tres a seis meses.

¿Y qué resultados tiene contra la cefalea?

El uso de bótox en el tratamiento de la migraña crónica conduce a una reducción de la misma en pacientes que no responden al tratamiento con otras terapias profilácticas, contribuyendo en gran medida a mejorar su calidad de vida.

Además, el tratamiento a largo plazo se mantiene en la mayoría de los pacientes y es bien tolerado por ellos. A día de hoy es la mejor opción para los pacientes que no han respondido adecuadamente al tratamiento con otros agentes profilácticos por vía oral.

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