La vacunación en España: de la brecha intergeneracional a la inequidad territorial

La vacunación de los adultos frente a enfermedades prevenibles continúa siendo una asignatura pendiente en nuestro país y se agrava la disparidad territorial entre comunidades autónomas.

Un sanitario prepara una vacuna (Foto: Freepik)
Un sanitario prepara una vacuna (Foto: Freepik)

El progresivo envejecimiento de la sociedad y los cambios sufridos en la pirámide poblacional de muchos países es algo que preocupa y de lo que vienen alertando en los últimos años muchos expertos. No en vano, de acuerdo con las últimas previsiones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2015 y 2050 el porcentaje de habitantes del planeta mayores de 60 años casi se duplicará, pasando del 12 al 22%. Otro dato ejemplifica esta situación: en 2020, el número de personas mayores de 60 años o más superó a la de niños menores de cinco años. En este contexto, los países enfrentan un importante reto: garantizar que sus sistemas de salud y de asistencia social estén preparados para el importante cambio demográfico que ya se está produciendo.

La sociedad envejece, pero la evidencia científica demuestra que la proporción de vida en la que se disfruta de buena salud no ha aumentado, se mantiene estable, esto significa que, aunque vivimos más años, lo hacemos en peores condiciones de salud. Ante esta fotografía, el concepto de “envejecimiento saludable” se erige como uno de los pilares fundamentales para garantizar el bienestar de la población, pilar en el que la vacunación juega un papel fundamental, aunque no exento de obstáculos. Y es que, aunque los beneficios que reporta la vacunación en la edad pediátrica son por todos conocidos, no sucede lo mismo con los de la inmunización de las personas mayores, a pesar de la probada eficiencia de los programas de vacunación en términos de mejoras para la salud y de ahorros económicos para el sistema sanitario y social.

La inmunización a lo largo de la vida frente a patologías infecciosas prevenibles que presentan una elevada morbilidad y mortalidad es fundamental para cuidar la salud y calidad de vida de nuestros mayores, pero también para ayudar a la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario y promover una vejez en salud. A pesar de ello, en España, la inmunización en la edad adulta todavía es imperfecta. Así, a medida que nos alejamos de la edad pediátrica, encontramos importantes lagunas, de forma que, mientras en los primeros años de vida nuestro país ha alcanzado coberturas de vacunación de hasta un 97%, a edades avanzadas esa cifra decae incluso por debajo del  50%, algo que debe hacernos reflexionar si consideramos el contexto demográfico actual.

Los bajos niveles de inmunización en la edad adulta responden a muchos factores, entre ellos la falta de información y campañas específicas por parte de las autoridades sanitarias

Los bajos niveles de inmunización en la edad adulta responden a muchos factores, entre ellos la falta de información y campañas específicas por parte de las autoridades sanitarias, uno de los grandes retos que deben ser abordados. Y esto a pesar de que la vacunación “es una de las medidas de salud pública con mayor impacto sobre la mortalidad y la morbilidad en la población y que la vacunación proporciona amplios beneficios y debe realizarse a lo largo de toda la vida”, según expone el propio Ministerio de Sanidad.

DISPARIDADES ENTRE COMUNIDADES AUTÓNOMAS

En septiembre de 2018, se actualizaban las recomendaciones de vacunación en la población adulta sana de la Ponencia de Programa y Registro de Vacunaciones acordadas por la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS). El documento resultante nos muestra un “Calendario común de vacunación a lo largo de toda la vida” que incluye: vacunación frente a tétanos y difteria, frente a tosferina, sarampión, rubeola y parotiditis, vacunación frente a la poliomielitis, los virus de la hepatitis B y del papiloma humano, la gripe, la enfermedad neumocócica invasora, la varicela y vacunación frente a la enfermedad meningocócica invasora por serogrupo C.

En materia de inmunización, estamos siendo testigos de un avance irregular entre las comunidades autónomas que se asemeja, en muchas ocasiones, a una competición por ver cuál es el territorio con el calendario de vacunación autonómico más completo

El hecho de que algunas vacunas que ahora se administran en la infancia se incluyan en el calendario de vacunación a lo largo de toda la vida responde a que la vacunación infantil sistemática es una estrategia relativamente reciente, lo que se traduce en la posibilidad de que cohortes de población adulta no se hayan beneficiado aún de ella y tampoco hayan llegado a desarrollar inmunidad natural frente a algunas enfermedades transmisibles. Cabe señalar también que algunos de los sueros que se administran en la infancia no inducen una inmunidad vitalicia, por lo que es necesario reforzarlos con la inoculación de dosis posteriores a lo largo de la vida.

A pesar de que estas vacunas están incluidas en el “Calendario Común de Vacunación a lo largo de toda la vida” del Ministerio de Sanidad, las cifras relativas a las coberturas revelan preocupantes disparidades. Por ejemplo, si analizamos los datos relativos a la cobertura de la vacuna conjugada frente al neumococo, vemos que la cobertura nacional con dos dosis es del 96,4% y con el recuerdo del 91,57%. Si desglosamos los datos por comunidades autónomas, algunas se sitúan alejadas de la media nacional, como Ceuta (85,9 y 78,02%, respectivamente), Baleares (91,07 y 74,5%, respectivamente) o Murcia (80,17% con dosis de recuerdo). Unas disparidades que se repiten en los datos reportados por el resto de las vacunas incluidas en el calendario.

A las diferencias existentes entre comunidades autónomas en cuanto a coberturas, se suman las desigualdades territoriales en los calendarios. Claros ejemplos los encontramos en la meningitis B en lactantes, el VPH en los adolescentes varones, la gripe en los niños y el herpes zóster. Ninguna de las vacunas anteriores se encuentra incluida en el “Calendario común de vacunación a lo largo de toda la vida” aprobado por el Consejo Interterritorial para 2022,  pero sí las tienen en sus calendarios algunas comunidades, con el consiguiente riesgo para la salud y desigualdad que esto plantea porque, dependiendo de la comunidad autónoma en la que se viva, la población estará más o menos protegida. Sin duda, algo que resulta difícilmente entendible.

En materia de inmunización, estamos siendo testigos de un avance irregular entre las comunidades autónomas que se asemeja, en muchas ocasiones, a una competición por ver cuál es el territorio con el calendario de vacunación autonómico más completo, cuando esto no debe ser así. El objetivo debe ser perfeccionar el “Calendario común de vacunación a lo largo de toda la vida” para que su beneficio sea extensible a todos y cada uno de los españoles. Y esto está en manos del Ministerio de Sanidad y del Consejo Interterritorial.

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