La eritromicina, entre los antibióticos de menos consumo, pero el más presente en aguas residuales

El PRAN ha publicado un nuevo informe evaluando la presencia de cinco antibióticos en el medio ambiente, concretamente en aguas residuales y superficiales

Análisis de aguas residuales con restos de eritromicina. (Foto: Freepik)
Análisis de aguas residuales con restos de eritromicina. (Foto: Freepik)

El Ministerio de Sanidad, a través del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), coordinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), ha publicado un informe con la evaluación de los residuos de antibióticos existentes en el medio ambiente. En concreto, el 'Informe 2.2 del PRAN' ha analizado los residuos presentes en depuradoras de aguas residuales y aguas superficiales.

La publicación de este informe se enmarca en la fase 2.2 del plan de trabajo del PRAN-MA, en la que se monitorizan cinco antibióticos en el medio ambiente. En la creación de este documento han participado expertos de la AEMPS, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El control ambiental de los antimicrobianos es un proceso clave dentro de los planes de acción frente a la resistencia antimicrobiana, integrado en la perspectiva ‘One Health’. Entre el 10 y el 90% de los antibióticos que consumen los humanos se metabolizan y el resto, que puede suponer hasta un 90% de la dosis, se expulsa de forma inalterada al medio ambiente a través de la excreta de los animales. Estos datos preocupan si tenemos en cuenta el uso que se le da a la excreta como elemento fertilizante.

Aunque su uso está regulado mediante Real Decreto por la Unión Europea, el estiércol puede contener residuos de antibióticos que pueden extenderse mediante el agua o ser adsorbidos a partículas orgánicas, entrando a cursos de agua como materia en suspensión y sedimento. A esto se suma su uso como medicamento humano, que puede suponer la liberación de estos al medio ambiente a través de la excreta humana.

“También pueden llegar a la EDAR restos de antibióticos que se eliminan en los hogares incorrectamente, restos que se tiran por el inodoro o la pila en lugar de llevarlos al punto SIGRE”

En esta línea, el PRAN asegura que los antibióticos humanos también pueden afectar a las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) favoreciendo la dispersión por el medio ambiente. Así lo afirma este documento del Ministerio: “También pueden llegar a la EDAR restos de antibióticos que se eliminan en los hogares incorrectamente, restos que se tiran por el inodoro o la pila en lugar de llevarlos al punto SIGRE”.

Independientemente de si la razón es humana por las acciones del ser humano o animal por los residuos, este informe ha confirmado la presencia de antibióticos en grandes proporciones. Los antibióticos más consumidos, como ciprofloxacino, azitromicina y amoxicilina, son detectados con mayor frecuencia y en concentraciones más altas en Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR). Aunque la amoxicilina, a pesar de su alto consumo humano, se encuentra en menor concentración de la esperada debido a su biodegradabilidad. Resulta sorprendente que la eritromicina, a pesar de un bajo consumo, aparezca con frecuencia y en concentraciones significativas.

Este análisis de datos de EDAR y Medio Receptor (MR) tiene limitaciones, como los picos de emisión, las características de la EDAR, las propiedades de la sustancia activa y la presencia de antibióticos en determinados lugares. La Lista de Observación de la Directiva Marco del Agua (DMA) proporciona datos esenciales para la vigilancia de antibióticos en aguas superficiales y estaciones de tratamiento de aguas residuales.

El PRAN estudia el impacto de estas resistencias en el medio ambiente y su posible riesgo para tratamientos clínicos

Los lodos de depuradora, al contener microorganismos, pueden desarrollar resistencia a antibióticos, generando fenotipos que podrían diseminarse. En este sentido, el PRAN estudia el impacto de estas resistencias en el medio ambiente y su posible riesgo para tratamientos clínicos. Los genes de resistencia existían antes de la era post-antibiótica y desempeñan un papel biológico en la homeostasis y evolución bacteriana. Estas bacterias resistentes en el medio ambiente pueden circular entre humanos, animales y cultivos, planteando riesgos si hay interacción directa. Por esto, la adquisición de resistencias se está investigando en relación con la estructura y función del medio ambiente.

“Evaluar el riesgo de fracaso terapéutico debido a la exposición ambiental es crucial”, asegura el informe. Aunque aún no hay una metodología armonizada, la vigilancia de concentraciones de antibióticos es un primer paso. La experiencia de la monitorización durante la pandemia de SARS-CoV-2 se utilizará para mejorar esquemas de muestreo y gestionar datos sobre resistencias y antibióticos. El programa de la Comisión Europea "EU4Health" para 2023 incluye financiación para esta estrategia.

Por ahora, el PRAN trabaja en la puesta en marcha de redes de vigilancia para la explotación de datos de monitoreo de antibióticos, no solo en masas de agua, sino también en suelos y otras zonas del medio ambiente, incluyendo nuevos objetivos como genes indicadores de resistencia. “La colaboración entre distintos entes de la administración y el trabajo de expertos multidisciplinares ya está en marcha y será de gran ayuda para dar respuesta a las cuestiones pendientes sobre el papel del medioambiente en las resistencias a los tratamientos con antibiótico”, sentencia el documento en sus conclusiones.

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