Así es UCI Sin Fronteras, el proyecto solidario en África de los intensivistas españoles

La presidenta de la Sociedad Española de Medicina Intensiva comenzó este proyecto en 2018, y desde entonces han conseguido una mejora "tremenda" de la asistencia al paciente crítico en Ruanda

Carola Giménez-Esparza Vich, con locales (FOTO: SEMI
Carola Giménez-Esparza Vich, con locales (FOTO: SEMI

UCI Sin Fronteras es el nombre del proyecto solidario que la Sociedad Española de Medicina Intensiva desarrolla desde hace cinco años en Ruanda. Impulsado por su actual presidenta, Carola Giménez-Esparza Vich, tiene como objetivo mejorar la atención al paciente crítico en países que, como el africano, se encuentran en una situación de alta vulnerabilidad.

En concreto, UCI Sin Fronteras surgió de la mano con la Universidad Miguel Hernández de Elche. “Estaban colaborando en algunos colegios en Ruanda, y nos pidieron que montáramos una UCI allí”, explica Giménez-Esparza Vich a ConSalud.es.

La doctora comenzó a trabajar, junto con un compañero, en un pequeño hospital de Ruanda en el que no había ningún tipo de asistencia para el paciente crítico. Formaron a personal sanitario del país africano, sobre todo -y más todavía con la llegada de la pandemia- de manera online, y aceleraron la construcción de la unidad con fondos de donaciones privadas.

“Antes, cuando un paciente estaba grave, se moría y ya está"

Pero fue en 2021 cuando el proyecto, “que hasta entonces era prácticamente de dos personas”, comenzó a crecer: “Ese año lo presenté en el Congreso de la Sociedad Española de Medicina Intensiva para hacerlo extensivo a todos los intensivistas y que pudiéramos organizar un proyecto dentro de nuestra sociedad”.

Adoptó el nombre que tiene actualmente, y continuaron trabajando en el mencionado Hospital de Nemba, en el país africano, pero ya con mucha más fuerza. “Ahora estamos colaborando con la formación y la dotación y la infraestructura de otra nueva UCI en un hospital más grande, que es el hospital de referencia en Nemba. Atiende a una población mucho mayor, pero tampoco tiene las medidas ni la formación necesaria”, explica Giménez-Esparza Vich.

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Esta mayor fuerza que trajo consigo la colaboración del resto de intensivistas españoles -más ahora que la doctora se convirtió en la presidenta de la Sociedad en el mes de junio- les ha permitido expandirse a otros lugares. Entre ellos, por ejemplo, Bolivia.

ASISTENCIA AL PACIENTE CRÍTICO PRÁCTICAMENTE INEXISTENTE

Desde aquel año 2018, la doctora viaja prácticamente cada año a Ruanda para poder comprobar in situ los avances de su proyecto. “Algunas organizaciones habían estado trabajando en mejorar la asistencia en atención primaria y hospitalaria, pero unidades de cuidados intensivos había muy pocas, y todas en la capital”, señala.

“Cuando llegué allí por primera vez, fue un choque tremendo. El espacio que estaba funcionando como UCI no tenía suelo, las camas eran unas camillas oxidadas, no había nada de material…”, añade.

Camas, monitores, Sondas urinarias, nasogástricas, tubos endotraqueales, máscaras de oxígeno, respiradores… es solo parte del material que UCI Sin Fronteras ha conseguido llevar al país, uno de los más pobres del mundo y en los que la esperanza de vida está en torno a los 65 años. “Antes, cuando un paciente estaba grave, se moría y ya está, ya podía ser un recién nacido o una persona de 50 años. Ellos llegan hasta lo que llegan, que normalmente suele ser hasta que les quede oxígeno en la botella. Desde 2018, la repercusión sobre la mejora en la asistencia al paciente crítico ha sido tremenda”, comenta orgullosa.

"Ellos llegan hasta lo que llegan, que normalmente suele ser hasta que les quede oxígeno en la botella"

Y es que, además de por enfermedades infecciosas –como la malaria, la tuberculosis o el sida-, últimamente está “aumentado muchísimo” la mortalidad en África por otro tipo de enfermedades: Cardiovasculares, respiratorias, accidentes de tráfico… “hasta el punto de que estas son las que están ganando, porque las infecciones ya se controlan un poquito más”.

“No tienen heparinas, fármacos antiarrítmicos, les faltan muchos antibióticos… Todo ese tipo de material que se puede trasladar en una maleta nos lo llevamos. Luego, el material más grande lo compramos allí”, explica la doctora.

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 “En estos países hay muy pocos médicos, y tienen muchísimo mérito porque la mayoría están formados en medicina general"

Para gestionar tanto el tema del material -parte de él procede de donaciones de hospitales españoles- como el de la formación y de la asistencia, desde hace algo más de un año han ido ya a Ruanda cerca de 50 cooperantes: “Mi idea, cuando formé este proyecto, era que siempre hubiera allí un médico intensivista de aquí y una enfermera trabajando con él”. Y lo ha conseguido. De hecho, normalmente tienen a más de uno, que llevan también medicinas.

Ese era el principal problema con el que se encontraron, más incluso que el material: “En estos países hay muy pocos médicos, y tienen muchísimo mérito porque la mayoría están formados en medicina general. Desde 2018 hemos estado dando muchísima formación online para poder abrir la UCI, y este verano que he viajado por última vez allí ha sido cuando he notado el mayor cambio: Ver la ilusión que tienen, cómo están trabajando, que nos llamen para felicitarnos desde la capital, donde tienen UCI en condiciones…”.

“Hemos establecido unas relaciones personales muy bonitas entre todos los médicos y enfermeros intensivistas que vamos allí, e incluso nos hacen una fiesta de despedida cuando nos vamos. Es un orgullo tremendo”, sentencia emocionada Giménez-Esparza Vich.

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