“A día de hoy vemos al paciente como un organismo enfermo, pero no es así. Y una mayor formación en bioética nos ayudaría a llegar a entender que no tratamos enfermedades, sino personas que tienen una historia detrás y con las que hay que empatizar”. Así explica María Cabezas, coordinadora de la Comisión de Bioética y Ética Médica del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), la necesidad de que el grado en Medicina ofrezca una mejor formación en este aspecto.
Con motivo del Día de la Ética Médica, los estudiantes reivindican una formación transversal y completa sobre bioética, porque en las aulas notamos que nos falta, tenemos la teoría pero no se nos da la oportunidad de ponerla en práctica. Y la bioética no es algo que deba medirse en función de unos créditos, sino que es algo que hay que trabajar en el día a día”, señala la portavoz estudiantil en declaraciones a Consalud.es.
“No podemos ver al paciente como un sujeto pasivo en el proceso de su enfermedad, sino que la idea es que los médicos tengamos empatía y acompañemos a los pacientes en todo ese proceso”
La medicalización de la vida, la relación médico-paciente o temas más ambiguos como los límites en el esfuerzo terapéutico o el aborto, son carencias formativas en las que actualmente no incide la Universidad, y que repercute en la visión que tiene el estudiante sobre el paciente. “No podemos ver al paciente como un sujeto pasivo en el proceso de su enfermedad, sino que la idea es que los médicos tengamos empatía y acompañemos a los pacientes en todo ese proceso”, asevera Cabezas.
El déficit formativo de los médicos en bioética ha llevado incluso a la creación, en la Universidad de Zaragoza, de una red de docentes en bioética y profesionalismo, cuyo objeto es coordinar actividades y proyectos que ayuden a la incorporación de la bioética a los currículos de las facultades.
En este sentido, Rogelio Altisent, responsable de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza, considera que “este grupo de docentes y alumnos está con un empeño muy importante en ver de qué forma conseguir que el alumno se motive, que tenga interés por integrar en su formación intelectual, que la dimensión ética del ejercicio profesional es decisiva para la calidad asistencial”.