La arquitectura sanitaria se ha convertido con el paso de los años en una disciplina que cada vez afecta más a la propia atención. Esta se enfoca en el diseño y construcción de edificios y espacios que se utilizan para atender y proveer los servicios de salud de la mejor forma posible. Una definición a la que Laura Cambra Rufino, investigadora de la ETS Arquitectura (ETSAM) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), añade que tienen como objetivo permitir que el edificio en conjunto “funcione como los sanitarios y los pacientes necesitan”.
En el caso de España, tanto las reformas de viejos hospitales como la construcción de nuevos ya cuentan con múltiples investigaciones que centran su estudio en cómo se deben realizar este tipo de centros. La investigadora de la UPN explica en ConSalud.es que el país se encuentra en un “momento muy oportuno, ya que se está identificando como una necesidad actualizar los hospitales”, bien sea porque no se han podido renovar en su momento o porque los diseños no siempre coinciden con las necesidades de las personas que los usan.
“La sostenibilidad ha adquirido tal importancia porque nos toca nuestra salud e influye en nuestra supervivencia”
“Sí que siento que se está dando más importancia y que se están activando motores tanto desde los estudios de arquitectura, que están muy interesados en que sus edificios funcionen como se necesita, como desde la formación y la investigación, porque hay más interés en este tema y hay muchísimas iniciativas muy inspiradoras que van en ese sentido”, indica la experta.
Precisamente uno de los puntos en los que se pone más atención en el proceso que engloba la arquitectura sanitaria es la sostenibilidad, es decir, que los edificios tengan la capacidad de reducir su impacto negativo en el medio ambiente. Además de garantizar la disponibilidad y gestión sostenible de agua, el acceso a energía segura, sostenible y moderna, junto con el manejo correcto y responsable de los desechos sólidos.
La investigadora indica que la sostenibilidad ha adquirido tal importancia porque “nos toca nuestra salud e influye en nuestra supervivencia”. Una tendencia muy positiva que Cambra opina que surge al poner a la persona en el centro, ya que “nos hemos dado cuenta de que no es algo que vaya con animales o con personas que vivan más lejos, es que nos afecta a nosotros”. Además recalca cómo desde todos los campos se deben optimizar los recursos para que sean lo más óptimos y eficientes posibles.
“Que se detecte el interés que tiene a nivel social y práctico, más allá del impacto exclusivamente académico”
De cara a mantener y fomentar esta generación de conocimiento en torno a la arquitectura sanitaria, la especialista apunta que es muy necesaria la difusión desde diferentes campos, “que se detecte el interés que tiene a nivel social y práctico, más allá del impacto exclusivamente académico”. En esta misma línea señala que es necesaria una cooperación entre las universidades, las escuelas y los propios hospitales para crear conocimientos de sus propios edificios. “Que vean relevante hacer investigaciones que incluyan aspectos del entorno construido”.
Tras haber conseguido ya generar ese conocimiento y potenciar la participación de los diferentes implicados, las mejoras en la atención sanitaria tan solo se pueden conseguir si se llega a aplicar en los nuevos edificios. Esta transferencia se puede fomentar desde las instituciones públicas, la práctica profesional e incluso en etapas formativas previas con la actualización de la formación específica disponible. Laura Cambra explica que lo más difícil es aplicarlo, ya que desde las propias administraciones públicas todavía deben incorporar la arquitectura en su toma de decisiones y aplicarla como cualquier práctica clínica que necesita llevarse a la realidad.