Cronotopo sanitario

CS
A veces me preguntan de dónde salen los temas que planteo, como si fuera un oráculo el augur donde cónsul tar, cuando uno solo aspiraba a identificarse con Holden Caulfield, el protagonista de J.D. Salinger y ser un icono de la rebeldía adolescente, en “El guardián entre el centeno”, pero se nos pasó la edad y optamos por la Medicina.

"Ciencias como la lingüística y la medicina no son tan diferentes, solo fluctúan en el objeto de su análisis"
Recién leía un ensayo del lingüista ruso Mijail Bajtín, porque no todo tiene que ser literatura médica. A este autor se le atribuye el concepto de “cronotopo”, del griego kronos, tiempo, y topos, lugar, estableciendo una relación entre ambas dimensiones, muy vinculadas con la conciencia humana. No pude por menos que relacionarlas con el mundo sanitario, donde médicos y pacientes oscilan en una órbita común e interactúan, generando mapas de experiencias compartidas.

Según el lingüista, el estudio del cronotopo es básico para reconocer una obra, pues por medio del mismo se entienden el nexo temporoespacial persistente en toda obra literaria. Comprendí entonces que ciencias como la lingüística y la medicina no son tan diferentes, solo fluctúan en el objeto de su análisis, pero ambas tratan de diseccionar y racionalizar cuanto tienen delante.


Para ambas, la comunicación constituye un quehacer diario, si bien con diferentes puntos de vista: para ellos es un objeto de análisis y para nosotros una herramienta terapéutica. No puedo dejar de insistir en la importancia de la comunicación entre médico y paciente, donde magnitudes como espacio y tiempo están en el inconsciente colectivo. No hace falta remarcarlas, ni señalarlas, porque no podemos sustraernos de ellas, pues están de facto en el recuerdo: tiempo y espacio se fusionan en el mismo relato.

Las palabras conforman el mensaje, el diagnóstico, para el caso que nos ocupa, y para que éste tenga sentido, las primeras han de estar cargadas de significado. El gesto y ademán denotan empatía y modulan y aclaran la intención de los fríos términos profesionales. Comprueben cómo sumando palabras sueltas “sin ton ni son” no creamos ningún mensaje, por muy recargadas y pomposas que estén y a fe nuestra que en la medicina las hay y a millones. Con palabras sencillas se puede conformar un mensaje poblado de sentido.

"La sintáctica y la semántica no serían pues materias exclusivas de lingüistas, ni excluyentes para otras disciplinas"
El marco espacial condiciona el trato entre el especialista y el afectado, buscándose siempre la neutralidad de colores, la amplitud de los entornos, la calidad y calidez de los mismos, tratando de acompañar al paciente, ofreciéndole confianza, seguridad. El contexto temporal no resulta menos relevante, pues dedicamos un tiempo prudencial acorde a la necesidad del doliente a fin de recabar toda la información, si se trata de una consulta, o de resolver eficientemente una intervención, si se trata de una cirugía.

El discurso del cuerpo es inseparable del relato del ser que lo habita. Ambos sufren, gozan y atesoran memoria, desde la que proyectar nuevas experiencias.

Con palabras secuenciadas en intervalos temporoespaciales configuramos algunos recuerdos, pero no todos, pues las vivencias y las emociones se orquestan de otro modo no geométrico ni temporal. Los sueños y la imaginación sortean las leyes del tiempo y del espacio.

La estructura de nuestro lenguaje es la que condiciona el almacenaje y la evocación y por ende la relación y lo que llamamos salud mental desecha lo que se distancia de este discurso consensuado. La sintáctica y la semántica no serían pues materias exclusivas de lingüistas, ni excluyentes para otras disciplinas del conocimiento científico, que también han de pugnar con la interacción de terceros, cuya retroalimentación fraguará eso que llamamos comunicación.

Estas últimas dimensiones, que no son sino fondo y forma del lenguaje, se unen a las anteriormente descritas de espacio y tiempo, conformando un cosmos cuyos únicos límites son los que designe nuestra imaginación.

Alfonso Vidal
Jefe Unidad del Dolor Hospital Quirónsalud Sur de Alcorcón


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