Si las buenas intenciones conformaran el listado de tareas del día y, por supuesto, se llevaran a cabo, el mundo giraría con un ritmo armónico más saludable. Esta perogrullada, más próxima a un manual de buenas prácticas, toma un tono más serio al hablar de la salud de la población y del acceso a la misma.
Tras esperar más de un año para la celebración del Interterritorial, el resultado ha dejado mucho que desear. Las distintas consejerías llegaban a la sede ministerial con el discurso del pacto sanitario a la espalda, palabras con las que la misma ministra Dolors Montserrat inauguraba su entrada al sector sanitario a finales de 2016. Evidentemente, nada que ver con la realidad.
La financiación de un plan de la hepatitis C sin resolver, afectados de la talidomida sin recompensar, prescripción enfermera en agua de borrajas, troncalidad con “intención” de retomarse en la próxima reunión, tasa de reposición sin visos de desaparecer… En general, un compendio de buenos propósitos que solo suman más indignación.
De este modo, el debate sobre la capacidad operativa del Consejo Interterritorial vuelve a ponerse sobre la mesa sin más respuesta que el desconocimiento sobre cuándo será la próxima reunión entre las consejerías de Sanidad y el Ministerio.
Mientras tanto, los afectados de la hepatitis C siguen reclamando certidumbre en el acceso a los fármacos, los talidomídicos justicia y responsabilidad política y los profesionales sanitarios respeto hacia su labor.
Pareciera que la solución a este mal pronóstico es un pacto. Pero este reto, de momento, inalcanzable, se presenta algo complicado en materia sanitaria. Eso sí, las buenas intenciones que nunca falten.
Marta Gómez
Directora de ConSalud.es
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