La salud de las personas es una cuestión de bienestar en cuerpo y mente. Ninguno de estos dos ámbitos debe descuidarse. De esta manera, especialmente en los últimos años, este último factor emocional ha cobrado una singular incidencia, dado el aumento de las problemáticas de salud mental en la población. La pandemia constituyó un punto de inflexión para que muchas personas perdieran el miedo y dejaran atrás el estigma asociado a esta realidad, abriéndose a pedir ayuda profesional. Una demanda asistencial a la que las CC.AA. deben hacer frente por medio de la progresiva incorporación, entre otros perfiles, de psicólogos clínicos en el primer nivel asistencial.
La radiografía actual en nuestro país en la presencia de estos profesionales en Atención Primaria presenta todavía algunas carencias, más allá de los planes y estrategias marcadas desde los servicios de salud de las autonomías. De esta manera, el portavoz del Consejo General de la Psicología en España, Fernando Chacón, aclara para ConSalud.es que la principal problemática radica en el hecho de que, para cumplir sus estrategias respecto a la salud mental, “las CC.AA. están requiriendo más psicólogos clínicos de los que hay disponibles hoy en día en el SNS”.
Las Consejerías de Salud a lo largo del país se debaten entre “dejar vacías algunas plazas de psicólogo clínico convocadas” u ocuparlas con “otros perfiles sin especialidad”
Las Consejerías de Salud a lo largo del país se debaten entre “dejar vacías algunas plazas de psicólogo clínico convocadas” u ocuparlas con “otros perfiles sin especialidad”, como profesionales salientes del Máster en Psicología General Sanitaria o trabajadores sociales. Frente a esta disyuntiva se presentan tres grupos principales de regiones: aquellas que “incorporan únicamente plazas de psicólogos clínicos en AP dentro de su sistema sanitario”; las que disponen de “plazas para programas específicos, al margen de las plantillas sanitarias”, que priorizan especialistas, pero dejan margen a otros perfiles; y unas últimas que, ante la carencia de profesionales con PIR, también recurren “provisionalmente” a psicólogos sin especialidad.
FALTAN ESPECIALISTAS
La normativa obliga a los profesionales de psicología a superar el PIR o posgrado de especialización para poder tener acceso al puesto de psicólogo en el Sistema Nacional de Salud (SNS). Sin embargo, la acuciante necesidad de estos efectivos lleva a que algunos servicios de salud recurran a la contratación de recién graduados en Psicología o psicólogos sin especialidad.“Ahora mismo psicología clínica está sacando tantas plazas como puestos de formación se encuentran autorizados por la Comisión Nacional de la especialidad. Por lo tanto, lo primero sería homologar más plazas de formación”, avanza Chacón.
“Este déficit de psicólogos clínicos, aunque nos pusiéramos a trabajar ahora mismo en solucionarlo, implicaría al menos 6 o 7 años para poder percibirse los resultados”
Una medida “necesaria” para poder aumentar consiguientemente las plazas de formación sanitaria especializada destinadas a Psicología Clínica. De esta manera, se trata de una circunstancia que requiere tiempo. Por un lado, las universidades tendrán que aumentar el número de psicólogos que salen de sus aulas cada año y después el Ministerio de Sanidad deberá convocar anualmente más plazas de especialización para ellos. “Este déficit de psicólogos clínicos, aunque nos pusiéramos a trabajar ahora mismo en solucionarlo, implicaría al menos 6 o 7 años para poder percibirse los resultados”, lamenta, de ahí la necesidad de que este problema “se aborde cuanto antes”.
Entre las principales reclamaciones de este colectivo al Gobierno central se encuentra la urgencia de articular una planificación a medio y largo plazo sobre las necesidadesque el Sistema Nacional de Salud tendrá que afrontar de cara a la mayor demanda asistencial. “Llevamos muchos años –décadas- advirtiendo de que hay que incrementar el número de psicólogos clínicos en el SNS, pero no ha sido hasta hace relativamente poco, ante el aumento de la presión social, cuando nos empiezan a hacer caso. Es necesario triplicar el número anual de especialistas PIR, situarlo al menos en más de 400”, indica el portavoz del Consejo General de la Psicología.
EQUIDAD EN MENTE
La equidad asistencial en el ámbito de la salud mental pasa porque España pueda “acercarse a las ratios europeos de psicólogos clínicos por habitante”, y que esta aproximación se lleve a cabo de manera “homogénea en todo el territorio”. Alrededor de cinco años después de las primeras iniciativas al respecto en nuestro país, las ratios que registra el SNS se sitúan en “unos 6 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes”, lejos todavía de los 20 recomendados por la UE. “Existe una inequidad en el sistema y circunstancias diferentes entre CC.AA. que ahora lleva a que quien pueda pagar acceda a los servicios y quien no tenga problemas para ser tratado”, admite el psicólogo.
“En estos momentos las primeras citas en Psicología de un paciente se pueden retrasar durante meses, así como las consultas posteriores”
El camino para que todos los ciudadanos españoles dispongan de la asistencia psicológica oportuna en la Sanidad pública pasa por reforzar la “incorporación de los psicólogos clínicos suficientes en los centros de salud”. Ante esta realidad, Fernando Chacón, aclara que “en estos momentos las primeras citas en Psicología de un paciente se pueden retrasar durante meses, así como las consultas posteriores”. Unas circunstancias que dilatan en exceso la asistencia al paciente, dado que en salud mental el “seguimiento y la continuidad” es clave para abordar el tratamiento de las personas.
A la postre, cada CC.AA. trata de dar respuesta a las crecientes necesidades de asistencia psicológica en base a distintas estrategias recogidas en sus Planes de Salud Mental. Cataluña fue la pionera en incluir a estos profesionales en sus plantillas del primer nivel asistencial y “una de las más avanzadas”. El País Vasco dispone también de una buena “cobertura de psicólogos para su población”, pero en general nuestro país lleva “un importante retraso” y aunque existan algunas autonomías mejor que otras y algunos ciudadanos con más facilidades, “no significa por ello que sean todavía suficientes”, concluye.