Baja la edad de incidencia de TCA en adolescentes: "Buscan controlar su cuerpo en la incertidumbre"

Según Paula Gadea Téllez, psicóloga sanitaria especialista en el tratamiento de TCA, el 70% de los jóvenes no se siente a gusto con su cuerpo

Paula Gadea Téllez, psicóloga sanitaria especialista en TCA en Centro Recal TA (Foto cedida a Estetic)
Paula Gadea Téllez, psicóloga sanitaria especialista en TCA en Centro Recal TA (Foto cedida a Estetic)
Verónica Serrano
11 febrero 2024 | 22:00 h

La incidencia de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) está aumentando entre la población adolescente. Se estima que en toda España hay 400.000 personas con uno o varios TCA y, de ellas, existe una prevalencia del 0,3% para la anorexia, de un 0,8% para la bulimia y de un 3,1% para el Trastorno por Atracón Trastornos de la Conducta Alimentaria no específicos entre los adolescentes con una edad comprendida entre los 12 y los 21 años, tal y como cuenta para EsteticPaula Gadea Téllez, psicóloga sanitaria especialista en el tratamiento de los Trastornos de Conducta Alimentaria del Centro Recal TA, Unidad Especializada en Trastornos de Alimentación de Fundación Recal.

Además de todos estos datos, la preocupación está aumentando al conocer que la incidencia de los TCA está bajando de edad: “La mayor incidencia se produce entre los 12 y los 18 años, pero cada vez hay más casos donde el inicio es antes, en torno a los 8 o 9 años”, nos cuenta Gadea. Sin duda, unas cifras alarmantes que llevan a muchos padres a preguntarse cómo podrían anticiparse a la aparición de estos problemas en sus hijos.

LOS TCA MÁS FRECUENTES EN JÓVENES

Las imágenes que reciben constantemente los jóvenes a través de las redes sociales y los medios de comunicación, unido a un acceso cada vez más temprano y mayor a las mismas, son una de las causas que más perjudican a la percepción sobre su propio cuerpo. Para intentar conseguir esos cuerpos idealizados, muchos jóvenes adoptan conductas de alimentación perjudiciales para la salud que terminan derivando en auténticos trastornos. En palabras de Paula Gadea, los TCA más frecuentes hoy en día entre nuestros adolescentes son los siguientes:

  • Anorexia Nerviosa: se caracteriza por la restricción extrema de la ingesta de alimentos y una percepción distorsionada del propio cuerpo.
  • Bulimia Nerviosa: implica episodios recurrentes de ingesta excesiva de alimentos seguidos por comportamientos compensatorios, como el vómito autoinducido o el ejercicio excesivo, siendo más común entre las chicas adolescentes.
  • Trastorno por Atracón: involucra episodios regulares de ingesta excesiva de alimentos sin comportamientos compensatorios, afecta tanto a adolescentes como a adultos jóvenes.

Además, la experta quiere destacar otros trastornos menos conocidos, pero igual de importantes, como son la ortorexia, que es la obsesión por comer saludable, y la vigorexia, una preocupación dirigida al tono muscular que persigue cuerpos cada vez más tonificados, así como el mantenimiento de una dieta rígida para este objetivo.

“La mayor incidencia de TCA en jóvenes se produce entre los 12 y los 18 años, pero cada vez hay más casos donde el inicio es antes, en torno a los 8 o 9 años”

El 70% de los jóvenes no se siente a gusto con su cuerpo y, para evitar desarrollar cualquiera de estos trastornos, es importante trabajar la autoestima y el sentido crítico frente al aumento de la presión a tener un determinado físico. Otras de las causas que podrían llevar a los adolescentes a inquietarse sobre su cuerpo son los eventos estresantes, en los que se incluyen los cambios familiares, académicos o emocionales. Estos eventos pueden actuar también como desencadenante, ya que “los adolescentes buscan controlar su cuerpo en medio de la incertidumbre”:

“En esta etapa crucial del desarrollo, los adolescentes enfrentan cambios físicos, emocionales y sociales significativos, lo que los hace especialmente vulnerables. Las presiones sociales que enfatizan la imagen corporal, la necesidad de aceptación entre los iguales y esto, combinado con la presión de cumplir con estándares de belleza poco realistas con los que conviven en las redes, contribuyen a la excesiva preocupación por la apariencia física y pueden desencadenar la adopción de patrones alimentarios restrictivos”, advierte Gadea.

¿CÓMO DEBEN ACTUAR LAS FAMILIAS?

Ante las sospechas de que nuestro hijo o hija pueda estar bajo un Trastorno de la Conducta Alimentaria, la psicóloga indica que hay que prestar atención a varios indicadores clave: una constante preocupación por la comida, seguida de dietas frecuentes y variaciones en el peso; la adopción de conductas compensatorias, como ejercicio compulsivo o el uso de laxantes y diuréticos; las creencias rígidas sobre lo que es saludable, con restricciones en la cantidad y tipo de alimentos; malestar asociado con la imagen corporal, manifestado a través de la evitación de ciertas prendas y el uso de ropa holgada para ocultar cambios de peso; cambios en el carácter, síntomas de ansiedad, depresión y falta de motivación, junto con baja autoestima, inseguridad y sentimientos de soledad, son señales adicionales.

"Los Trastornos de la Conducta Alimentaria involucran aspectos físicos, emocionales y psicológicos"

Otros aspectos como las dificultades en las relaciones sociales y familiares y los problemas académicos, incluida la falta de concentración y modificaciones en el rendimiento escolar, también se deben tener en cuenta. Estos puntos deberían despertar en las familias una preocupación o señal de alerta y, en ese caso, desde el ámbito familiar la experta recomienda a los miembros demostrar sensibilidad y empatía. Esto incluye evitar centrarse exclusivamente en la comida y el peso o realizar comentarios sobre el físico de la persona, tampoco minimizar su sufrimiento emocional o culpabilizar. En cambio, propone hablar con el paciente generando un ambiente de confianza, “centrándose en el sufrimiento psicológico y preguntando abiertamente sobre su bienestar emocional”.

Si nuestras sospechas nacen de un joven que no pertenece a nuestra unidad familiar, la experta cree que “alentar a que lo expliquen en casa y proporcionar información a la familia puede ser beneficioso”.

Adicionalmente, el siguiente paso óptimo es buscar apoyo profesional. “Acompañar a la persona a un servicio especializado es un paso crucial para garantizar el apoyo y tratamiento adecuados”, con personal cualificado que realice evaluaciones exhaustivas que determinen si el problema existe o no y que ofrezca orientación sobre el tratamiento adecuado para la persona afectada. Y ese apoyo profesional debe ofrecerse desde un abordaje multidisciplinar que garantice un enfoque integral, dado que los TCA “involucran aspectos físicos, emocionales y psicológicos”. Por todo ello, el equipo que ofrezca su atención debería estar compuesto por psicólogos, nutricionistas, médicos y psiquiatras, según la experta.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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