Violencia estética, con la psicóloga Patricia Barba: "Todo lo que se aleje del canon es rechazado"

El Día Internacional de la Mujer, la experta explica para Estetic cuál es la delgada línea que existe entre el autocuidado y la presión social que nos impone un prototipo de belleza hegemónico y determinado

Patricia Barba (@patriciabarba.psicologa), psicóloga sanitaria y psicoterapeuta especializada en trastornos alimentarios, autoestima e imagen corporal, trauma y apego (Foto cedida a ConSalud)
Patricia Barba (@patriciabarba.psicologa), psicóloga sanitaria y psicoterapeuta especializada en trastornos alimentarios, autoestima e imagen corporal, trauma y apego (Foto cedida a ConSalud)
Verónica Serrano
8 marzo 2024 | 10:00 h

La sociedad moderna sigue unos ritmos de vida muy elevados. Tanto que, a menudo, recortamos el tiempo que nos dedicamos a nosotros mismos y a los hábitos de vida saludable orientados hacia nuestro bienestar. Disminuimos nuestras horas de sueño, comemos platos preparados o procesados y nos pasamos sentados la mayor parte del día… Todo a pesar de los consejos de los expertos, quienes nos recomiendan el autocuidado para ganar en salud y en calidad de vida.

En el otro lado de la balanza, el continuo bombardeo de imágenes que nos llegan a través de las redes sociales y de la publicidad, mayoritariamente construidas (y retocadas) desde un canon de belleza único y ‘perfecto’, irreal y difícil de alcanzar, provocan una insatisfacción con nuestro propio cuerpo. E, inevitablemente, ese choque genera un impacto emocional más allá del aspecto físico que, en ocasiones, nos conduce hacia una violencia estética.

El componente sociocultural de estos y otros factores tiene un peso que recae especialmente entre la población femenina. Se trata, precisamente, del grupo demográfico con más riesgo a desarrollar TCA y que más demanda los tratamientos y procedimientos estéticos. Y a propósito del Día Internacional de la Mujer quehoyreivindicamos, queremos analizar cuál es la delgada línea que existe entre el autocuidado y la presión impuesta por perseguir el canon de belleza que nos hace ‘vernos mejor’, en un mundo que cada vez nos deja menos tiempo de calidad para nosotros mismos. Patricia Barba (@patriciabarba.psicologa), psicóloga sanitaria y psicoterapeuta especializada en trastornos alimentarios, autoestima e imagen corporal, trauma y apego, desgrana para Estetic todas las causas y las consecuencias de estos límites:

¿El peso de la imagen y de la belleza recae más en las mujeres que en los hombres?  

La presión estética está presente en nuestra sociedad pero, como bien apuntas, es y  siempre ha sido mucho más estricta con nosotras, las mujeres. La exigencia por luchar contra el paso del tiempo y por poseer determinadas características  físicas asociadas a la delgadez y la juventud está mucho más marcada en las mujeres.  

Una evidencia de ello es la incidencia de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), con  una proporción claramente superior en mujeres, a pesar de que ellos también pueden sufrirlos  (llegando a ser en el caso de la Anorexia de 9:1, es decir, por cada 9 mujeres que sufre  Anorexia, un hombre la padece). También destacan las cifras que hacen referencia a las intervenciones de cirugía estética: casi el  85% se realizan en mujeres frente al 15% llevado a cabo en hombres.  

"La violencia estética es la presión que se impone, especialmente sobre las mujeres,  para adaptarse a los canon de belleza a cualquier precio"

Pero no hace falta que nos vayamos a los datos clínicos para analizarlo. En el día a día podemos comprobar cómo a ellos se les permite o incluso se les considera atractivo el lucir canas o el tener las líneas de expresión más marcadas que una mujer a determinada edad, para trabajar según en qué sectores. De hecho, hoy día una mujer puede llegar a ser noticia porque no tiñe su cabello y lo muestra al natural, mientras que en los hombres esto no pasa. Es también una forma de perpetuar los estereotipos.

¿Qué es lo que nos ha llevado hasta este punto?  

No hay una única causa sino que es el resultado de una combinación de múltiples factores: la industrialización y el auge de los sectores de la moda y la cosmética, la exposición a  imágenes que representan el canon de belleza establecido en los medios de comunicación y las redes sociales, las mejoras en los procedimientos médicos y quirúrgicos, los valores socioculturales que asocian la delgadez con la salud y los estereotipos de género son los  principales factores responsables de que exista la presión estética.  

¿Cómo podemos definir la ‘violencia estética’?  

La violencia estética es la presión que se impone, especialmente sobre las mujeres,  para adaptarse a los canon de belleza a cualquier precio, llegando incluso a poner en riesgo la  salud mental y física para alcanzarlos.  

La violencia estética representa la expresión más extrema y silenciosa de presión estética, en la  que únicamente se valida y reconoce un prototipo o modelo de belleza. Todo aquello que se aleje del canon establecido es rechazado e infravalorado, anulando la característica definitoria por excelencia del ser humano: su diversidad.

En los últimos años estamos asistiendo a la sensibilización sobre la importancia del  autocuidado para el bienestar del organismo. En una sociedad que vive a una velocidad  elevada, es importante sacar tiempo para cuidarse a una misma. Muchas mujeres han  encontrado en la rutina cosmética y el cuidado su forma de sentirse bien. ¿Hay una delgada  línea entre el autocuidado y la presión estética por sentirnos bellas, debido a la imposición  social? 

Así es. A veces, detrás de un aparente gesto de autocuidado se oculta una disciplina  férrea impuesta desde el rechazo y la obsesión por alcanzar el canon de belleza socialmente  establecido. La línea es muy fina, pero hay dos componentes principales que pueden ayudarnos a identificar cuándo nuestros comportamientos y elecciones se realizan desde el autocuidado: hay flexibilidad y no genera culpabilidad al no realizarse.  

Cualquier conducta que se realice desde la rigidez y el sacrificio extremo, acompañada de  culpabilidad ante la imposibilidad de su realización, puede indicar que se trata de un  comportamiento que resultar más perjudicial que beneficioso.  

"Todo aquello que se aleje del canon establecido es rechazado e infravalorado, anulando la característica definitoria por excelencia del ser humano: su diversidad"

Quizá pueda ayudar a los/las lectores/as el plantearse las siguientes cuestiones para salir de  dudas: 

  • ¿A qué estoy renunciado, qué coste supone llevar a cabo esta acción? 
  • ¿Cuáles son las  posibles consecuencias de no llevarla a cabo?  

Si las respuestas van en la línea del sacrificio, la vergüenza o la culpa, quizá no sea una elección  consciente y libre, sino una imposición social.  

¿Cómo puede influir la presión estética en la autoestima de la mujer?  La presión estética establece un canon de belleza irreal.  La comparación con ese modelo irreal puede dar lugar a sentimientos de inferioridad y a una  profunda insatisfacción corporal, contribuyendo a una baja autoestima.  

Una autoestima frágil supone un factor de riesgo para diversos problemas emocionales que,  unido a una insatisfacción corporal, puede desencadenar un Trastorno de la Conducta  Alimentaria (TCA) o un Trastorno Dismórfico Corporal, en el que se da una preocupación  extrema y constante sobre un defecto real o imaginario.  

¿El autocuidado y la deconstrucción de la sociedad nos obligan a renunciar a vernos bien  físicamente? 

En absoluto.  A veces se nos olvida que, además de vernos bien, es todavía más importante sentirnos bien  “en nuestra propia piel”. Sin el segundo componente, verse bien puede ser un objetivo  inalcanzable.  

Trabajar en valorar nuestro cuerpo, cuidarlo y respetarlo, contribuye a vernos con una mirada  más amable. Eso nos protege de llevar a cabo acciones que, lejos de cuidarnos, pueden  destruir nuestra salud física, emocional y mental.  

Un cuerpo ‘normativo’, que se ajusta a lo establecido, en una persona que no se siente bien en  su propia piel, no necesariamente va a traducirse en una satisfacción corporal. No es sinónimo  de felicidad y bienestar. No olvidemos que en nuestra imagen y en nuestra (in)satisfacción  corporal influyen muchos más aspectos que el puramente externo o visual. 

Si para alcanzar determinado objetivo físico una persona tiene que sacrificar aquello  que le hace sentirse bien (renunciar a salir a cenar con amigos/as, convivir con la culpabilidad  constante y castigarse con ejercicio físico extenuante, por ejemplo), cabe la posibilidad de que  no pueda verse bien a sí misma porque, en muchas ocasiones, nuestro estado anímico ‘tiñe’  nuestra percepción y condiciona nuestra autoimagen.  

Estamos viviendo cómo diferentes colectivos luchan por la inclusión de bellezas diversas  frente al canon hegemónico, pero al mismo tiempo, en el panorama actual con todos los  estímulos que recibimos de internet y de la publicidad, vemos cómo están aumentando las  cifras de mujeres y hombres que se someten a operaciones estéticas. ¿Cuándo debemos  sospechar de estar sobrepasando los límites del autocuidado en cuestión de imagen?  

El hecho de que los procedimientos y las técnicas médico quirúrgicas hayan experimentado  mejoras (requieren menos tiempo de recuperación), ha hecho que sean más accesibles. Ahora bien, no podemos olvidar que cualquier intervención supone un riesgo, por mínimo que  sea.  

Debemos empezar a sospechar de un sobrepaso de los límites cuando nos sorprendemos a nosotros/as mismos/as invirtiendo mucho tiempo, esfuerzo y recursos (físicos, mentales o económicos) en relación a la cuestión  estética dirigida a cambiar nuestro aspecto. 

"En nuestra imagen también influyen aspectos que no están directamente relacionados con lo externo" 

Cuando hay una zona concreta y específica que causa un malestar significativo (no un mero  descontento) que se mantiene en el tiempo y que llega a generar una interferencia en la vida  de la persona, la medicina puede ser una opción a considerar.  

En el caso de valorar esta opción, es importante acudir a profesionales especializados,  establecer unas expectativas realistas y tener siempre presente que la perfección no existe.  

¿Cuál es el equilibrio que debemos mantener para que el autocuidado de la imagen sea  algo saludable?  

Cuando hablamos de autocuidado hay una armonía entre pensamientos, emociones y  comportamientos. Todos estos elementos están en coherencia. En nuestra imagen también influyen aspectos que no están directamente relacionados con lo externo.  

Mejorar la calidad de las palabras que nos dirigimos y hablarnos con respeto, no compararnos  con otras personas, y realizar acciones dirigidas al cuidado de nosotros/as mismos/as de  manera global (descanso adecuado, movimiento placentero y alimentación equilibrada) es  crucial a la hora de lograr el equilibrio y el bienestar personal. 

Cada vez vemos más campañas publicitarias de marcas que utilizan modelos oversized,  racializadas y/o con imperfecciones. ¿Estamos avanzando realmente en la inclusión de una  belleza diversa o hay una estrategia de marketing detrás para sacar rédito de estos primeros  pasos en la lucha por la diversidad? ¿Cuál es el punto?  

Es posible que haya una estrategia de marketing oculta, pero el hecho de que se dé cabida a  otros modelos físicos ayuda a ampliar la perspectiva hacia la diversidad, contribuyendo a  disminuir la presión estética.

¿Cuál es el panorama futuro que podemos anticipar para las nuevas generaciones, quienes están constantemente sobreestimulados por las imágenes que les llegan desde las  redes sociales?  

Las nuevas generaciones están mucho más expuestas a la presión social. Si seguimos la línea actual, no sería extraño pensar que, los/las futuras adultas que han  crecido en esta sociedad experimenten mayores problemas de imagen (y trastornos  asociados).  

Por eso es importante desarrollar el pensamiento crítico, ser consciente de los filtros y de que  las redes sociales no son un reflejo fiel de la realidad.  

Patricia, ¿te gustaría decir algo más?  

Las futuras generaciones están muy expuestas a las imágenes de internet y de las redes sociales. Además, ahora con TikTok el acceso se está adelantando cada vez más. Y ya estamos viendo cómo, si bien antes al cumplir los 18 años la gente deseaba algo grandioso, como pudiera ser la compra de un coche, ahora los y las jóvenes especialmente, están demandando tratamientos relacionados con la estética. La cirugía estética ha crecido un 215% en los últimos 8 años, mientras que en los últimos 2 y 3 años los TCA también se han disparado un 30%, todo ello en paralelo al auge de las redes sociales. Son datos que, cuando los escuchamos, no nos pueden dejar indiferentes. 

"La realidad es que somos mucho más que un cuerpo perfecto"

Es un contraste con respecto a la sociedad de hace tan sólo unos años, en la que incluso antes trataban de ocultarse las cirugías y las intervenciones estéticas. En cambio, ahora es justo lo contrario y todo se comparte en redes. Es un cambio de paradigma y bastante radical.

Por eso, quisiera añadir que la apariencia externa no siempre va en la línea de nuestra aceptación interna. En consulta siempre pongo dos ejemplos muy claros y del día a día, porque a diario me encuentro con personas que se esfuerzan por alcanzar un determinado prototipo estético pensando que eso les va a dar la felicidad. Sin embargo, no va a ser así porque no estás trabajando en los factores internos. Y me gusta ponerles ejemplo real de cómo algunas personas famosas, como Lola Índigo o Megan Fox, dos iconos que podríamos considerar que encajan perfectamente en el prototipo, salieron públicamente diciendo que no se sentían bien en sus propios cuerpos.

La gente concentra muchas energías en trabajar los factores externos, pensando que a nivel interno habrá un cambio y les hará sentir más seguros. Y no necesariamente es así, porque la imagen corporal es algo subjetivo. La realidad es que somos mucho más que un cuerpo perfecto y este es un mensaje muy importante y que merece ser escuchado.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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