Cortes, arañazos, quemaduras… Hacerse pequeñas heridas es muy frecuente pero, ¿sabemos cómo tratarlas?
Antes de empezar a curar una herida debemos tener en cuenta la gravedad de esta. Si es leve puede ser tratada por uno mismo, pero si reviste mayor gravedad, será necesario acudir a un especialista para que establezca los cuidados necesarios.
En el caso de poder tratarla nosotros, debemos contar con los materiales básicos para ello: gasas, esparadrapo, apósitos, suero fisiológico y antiséptico.
Así, antes de manipular la herida, debemos lavarnos bien las manos con agua y jabón para no infectarla. Una vez hecho esto, si la herida sangra, se debe detener la hemorragia presionando con una gasa o algodón.
Cuando la herida está limpia, debe aplicarse un producto antiséptico, ya que de esta manera estaremos evitando que se infecte
Después, tal y como destaca la Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp), una vez que la herida deja de sangrar, debemos limpiarla, con agua y jabón suave, desde el centro hasta los bordes. Si la herida tiene cierta profundidad, es recomendable limpiarla con suero fisiológico y siguiendo el mismo procedimiento.
Cuando la herida está limpia, debe aplicarse un producto antiséptico, ya que de esta manera estaremos evitando que se infecte.
A continuación, aunque hayas escuchado que es mejor dejarla al aire libre, lo cierto es que esta práctica no es nada recomendable, puesto que puede infectarse.
Por ello, desde anefp aconsejan cubrirla con un apósito. ''Para magulladuras y roces producidos por caídas (muy habituales en niños), es mejor cubrirlos con apósitos con hidrocoloides, que evitan la infección, reducen los tiempos de cicatrización y permiten el baño’'', añaden.