Intolerancia a la fructosa: síntomas y tratamiento

La fructosa es una molécula de monosacárido de 6 carbonos que está presente de forma natural en una gran variedad de alimentos, pero también se puede producir enzimáticamente a partir del maíz.

Intolerancia a la fructosa (Foto. Freepik)
Intolerancia a la fructosa (Foto. Freepik)
Patricia Merino - Redactora
13 diciembre 2021 | 11:00 h
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La fructosa es una molécula de monosacárido de 6 carbonos que está presente de forma natural en una gran variedad de alimentos, pero también se puede producir enzimáticamente a partir del maíz.

En este sentido, la intolerancia a la fructosa es un trastorno por el cual la persona carece de la proteína necesaria para descomponer la fructosa. ''Esta afección ocurre cuando el cuerpo carece de una enzima llamada aldolasa B. Esta sustancia se necesita para descomponer la fructosa. Si una persona sin esta sustancia come fructosa o sacarosa (azúcar de la caña o de la remolacha o azúcar común), se presentan cambios químicos complejos en su cuerpo'', señala la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

La fructosa es una molécula de monosacárido de 6 carbonos que está presente de forma natural en una gran variedad de alimentos, pero también se puede producir enzimáticamente a partir del maíz

Según la Asociación Española de Gastroenterología (AEG), los síntomas más frecuentes incluyen: hinchazón abdominal, flatulencia (gases), dolor abdominal cólico (retortijones) y diarrea explosiva.

Existen dos tipos de intolerancias: primaria y secundaria. La intolerancia a la fructosa primaria ''obedece a una disminución de la enzima transportadora posiblemente por causas genéticas, desarrollándose a lo largo de la vida'', detalla la AEG.

Por el contrario, la intolerancia a la fructosa secundaria no está codificada genéticamente y se debe a la presencia de una enfermedad intestinal que daña el borde en cepillo de la mucosa intestinal de forma transitoria aunque también puede ser permanente.

''Bajo el diagnóstico de Intolerancia a la fructosa, la estrategia nutricional se basa, en una dieta libre, o al menos reducida, de las fuentes de fructosa durante al menos 4 a 6 semanas (fase de eliminación). Posteriormente se debe valorar hacer una reintroducción lenta y gradual (fase de reintroducción), pudiendo tolerar, una vez completado el tratamiento, 10 a 15 gramos de fructosa al día’’, explica la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD).

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