Gases anestésicos y efecto invernadero: preocupante binomio olvidado ante el cambio climático

El anestésico sevoflurano tiene un potencial de calentamiento global (PCG) de 440, el isoflurano de 1800 y el desflurano de 6810. Unas cifras demasiado elevadas.

Profesional sanitario administrando anestesia a un paciente (Foto. ESAIC)
Profesional sanitario administrando anestesia a un paciente (Foto. ESAIC)

La Sociedad Europea de Anestesiología y Cuidados Intensivos (ESAIC, por sus siglas en inglés) ha advertido, en el marco del último congreso “Euroanesthesia” organizado, del importante papel que los gases anestésicos inhalados tienen en la emisión de gases de efecto invernadero. Tal y como indican estos gases tienen efectos “hasta miles de veces más potentes que el dióxido de carbono”.

Si atendemos a los gases anestésicos (pequeñas cantidades de gases anestésicos volátiles que se escapan del circuito de anestesia del paciente al aire de los quirófanos o son exhalados por estos) que se utilizan en la actualidad estos incluyen hidrofluorocarbonos como sevoflurano y desflurano, y clorofluorocarbonos como isoflurano y óxido nitroso. Tras su utilización, los gases anestésicos son expulsados a la atmósfera donde contribuyen de forma importante al cambio climático. Los expertos alertan de que en los últimos años se han producido rápidos incrementos de las concentraciones atmosféricas de desflurano, el agente más dañino.

Las últimas estimaciones apuntan a que, a nivel mundial, los sistemas de salud son los responsables de entre el 4,5 y el 10% de todas las emisiones de efecto invernadero. De estas emisiones, alrededor del 5% proceden de los gases anestésicos. En este sentido los expertos explican que la mayor parte del gas anestésico que respira un paciente no se metaboliza por lo que se exhala generando potentes emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Menos el 5% son metabolizados por el cuerpo.

El Protocolo de Montreal nació con el objetivo de eliminar de forma gradual el uso global de clorofluorocarbonos, con los hidrofluorocarbonos como meta posterior a través de la Enmienda de Kigali. Sin embargo, los gases anestésicos quedan a menudo excluidos de este tipo de acuerdos debido a su necesidad en el ámbito de la salud.

De acuerdo con los datos publicados por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) del Departamento de Comercio de Estados Unidos, la contaminación por gases de efecto invernadero causada por las actividades del ser humano supuso un aumento de la concentración de calor en la atmósfera un 49% superior en 2021, en comparación con los registros de 1990, fecha de referencia fijada por el Protocolo de Kioto.

Tras el dióxido de carbono y el metano encontramos que la tercera posición entre los gases que más contribuyen al efecto invernadero aparece el óxido nitroso. Los expertos rubricantes del informe de la NOAA advierten de que se trata de un gas cuyas concentraciones están siendo impulsadas por “poblaciones en expansión y no por demanda de energía”. La contaminación por óxido nitroso procede en su mayoría por el uso de fertilizantes en la agricultura, aunque también contribuye cada vez más su uso como gas anestésico. El principal problema que plantea el óxido nitroso es que se lo que se conoce como un “gas de larga duración”, ya que su vida atmosférica se sitúa alrededor de los 120 años.

"No hay pruebas de que la anestesia volátil produzca resultados más favorables para los pacientes. Dicho esto, no podemos prescindir por completo de estos agentes inhalados. La indicación más común puede ser la necesidad continua de inducir la anestesia con máscara en los niños"

Retomando los datos del informe con el que iniciábamos estas líneas vemos que el anestésico sevoflurano tiene un potencial de calentamiento global (PCG) de 440, el isoflurano de 1800 y el desflurano de 6810. Unas cifras demasiado elevadas. Para comprender el alcance contaminante de estos gases anestésicos, el metano (emitido por el ganado y otras actividades) reporta un PCG de 86, mientras que el del óxido nitroso es de 289.

“La reducción de la emisión de estos gases es una victoria rápida en la lucha contra el cambio climático. Tras su uso, estas sustancias se emiten a la atmósfera y se ha registrado un aumento en las concentraciones incluso en zonas muy remotas, como la Antártida y las alturas de los Alpes”, comentaba en el citado congreso el anestesista Niek Sperna Weiland, del Centro Médico Universitario de Ámsterdam (Países Bajos).

La buena noticia que encontramos es que existen varias formas de reducir las emisiones. La principal se fundamenta en poner fin a la utilización del óxido nitroso, desflurano e isoflurano de forma inmediata, a través de una combinación basada en el uso eficiente de la única otra alternativa disponible, el sevoflurano, y el cambio hacia el empleo de otros tipos de anestesia como la intravenosa total (TIVA). Los expertos proponen además capturar los anestésicos volátiles de la tubería de aire de escape.

El experto indica además que la Comisión Europea se encontraría ya trabajando en una suerte de prohibición total del desflurano que entraría en vigor a partir del 1 de enero de 2026. Detalla además que, aunque algunas de las indicaciones de la anestesia inhalada continuarán existiendo, considera que no existen razones que impidan que se cambie a un paciente el uso de TIVA o anestesia regional en la mayoría de los casos.

"No hay pruebas de que la anestesia volátil produzca resultados más favorables para los pacientes. Dicho esto, no podemos prescindir por completo de estos agentes inhalados. La indicación más común puede ser la necesidad continua de inducir la anestesia con máscara en los niños", concluye.

La decisión final de utilizar un método anestésico u otro debe fundamentarse siempre en el que sea más óptimo para cada paciente en particular. De acuerdo con la evidencia de la que se dispone la anestesia local suele mostrar una mayor efectividad a la hora de reducir el dolor, implica menos efectos secundarios, acorta las estancias hospitalarias y suele ser la opción preferida por los pacientes.

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