Los opioides: El equilibrio entre el alivio del dolor y el riesgo de adicción

"No hay que demonizarlos porque son, a veces, los mejores analgésicos de los que disponemos, pero se han de indicar bien en los pacientes, en las circunstancias adecuadas y se debe de controlar a lo largo del tiempo”, afirma el Dr. Montes a ConSalud.es

Mujer medicándose (Foto: Freepik)
7 julio 2023 | 00:00 h
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Los medicamentos de alto riesgo son aquellos que tienen una probabilidad muy elevada de causar daños graves o incluso mortales cuando se produce un error en su utilización. Desde el Ministerio de Sanidad recomiendan establecer modos de actuación para evitar los errores más frecuentes con este tipo de fármacos.

Después de realizar un estudio se llegó a la conclusión de que existía un número limitado y constante de medicamentos de alto riesgo  y que sobre éstos se debía realizar un control exhaustivo. Desde entonces, esta lista de medicamentos es referencia y se usa a nivel mundial en todos los centros sanitarios habiendo algunas diferencias dependiendo del área geográfica donde nos encontremos.

Hay muchos fármacos que se consideran de alto riesgo y que hay que utilizar con precaución. Uno de los más conocidos, y que su mal uso genera consecuencias graves para los pacientes son los opioides, que, no obstante, pueden llegar a ser uno de los mejores analgésicos de los que disponemos para el tratamiento del dolor. 

“Puede tener efectos secundarios que algunos de los cuales pueden ser graves si no se controlan”

 

“Son medicaciones de una elevada potencia analgésica, y como cualquier otra medicación, puede tener efectos secundarios que algunos de los cuales pueden ser graves si no se controlan.  Esta es clave de la utilización de estos medicamentos, han de ser adecuadamente utilizados, indicados y controlados”, manifiesta el doctor Antonio Montes jefe de sección de la unidad del dolor del Hospital del Mar, y vicepresidente Sección Dolor Agudo y Crónico de la Sociedad Española De Anestesiología, Reanimación y Terapéutica Del Dolor (SEDAR).

Pese a que estos fármacos ayudan a gestionar los dolores, sobre todo en caso crónicos también pueden hacer que una persona se sienta muy relajada y eufórica, motivo por el cual los pacientes los consumen sin que exista una necesidad médica grave. Esto se vuelve peligroso, debido a que estas sustancias pueden ser muy adictivas, lo que puede traer consecuencias tan preocupantes como sobredosis y muerte.

 “Mucho más que de lo que siempre ha sido en España, donde está muy controlada en la dispensación”

Errores de sobredosificación, de prescripción en cuanto a la cantidad de las dosis o de la prescripción de diferentes tipos que no deben combinarse, son algunos de los problemas más habituales. Como declara el vicepresidente de SEDAR este problema suele ocurrir normalmente más en países como Estados Unidos sobre todo, en Canadá y en Australia ya que hasta hace cinco o seis años el uso de estos fármacos era bastante indiscriminado: “Mucho más que de lo que siempre ha sido en España, donde está muy controlada en la dispensación y donde se sabía a nivel del sistema sanitario, por la receta electrónica, qué medicaciones estaba tomando el paciente”, asegura Montes. 

Sin embargo, no podemos invisibilizar los casos que ocurren en España donde los pacientes sufren las consecuencias de una mala gestión de los opioides. El jefe de sección de la unidad del dolor del Hospital del Mar declara como un mal uso de estos puede derivar en adicciones algo que afecta de manera directa a la vida del paciente: “Sobre todo si tiene un perfil psicológico determinado, pueda tener un problema de adicción, porque el refuerzo es muy inmediato, es decir, tomo la medicación en cinco minutos tengo un efecto analgésico brutal, la sigo tomando y si tienes un perfil psicológico al final la tomas, no por mejor control del dolor sino porque eso te produce un estado placentero, agradable, etcétera”, explica el doctor. 

Frente a esta situación no hay muchas medidas que den una solución eficaz.  Los profesionales deben seleccionar de forma correcta el grupo de pacientes a los que pueden prescribir opioides. Para ello son pocas las herramientas de las que disponen. “Hay cuestionarios para profesionales, médicos, no tan especialistas en campos del dolor en estas áreas que les pueden servir como un sistema digamos de cribado en los cuales si la puntuación es elevada, pues evidentemente en esas personas no se deberían utilizar este tipo de fármacos”, concluye Montes. 

“Te dan un perfil de persona con unas tendencia, a poder tener un componente adictivo”

Esta herramienta sirve para medir componentes psicológicos, como la ansiedad, la compulsividad, o antecedentes previos adictivos, ya que te dan un perfil de persona con una tendencia, a poder tener un componente adictivo: "Puede ser opioide o puede ser a una máquina tragaperras, que a veces es muy parecido”, afirma el vicepresidente de SEDAR,

Sin embargo a parte de estos cuestionarios si hablamos de otras herramientas para la prevención de esta problemática el Dr. Montes nos comenta cómo nos encontramos con que no tenemos más instrumentos que se puedan utilizar en la práctica diaria habitual, "al menos por el momento". 

Ante esta situación la educación de los profesionales “es lo más importante” aunque también tiene que haber un cierto componente educacional del paciente y de su entorno para que conozcan realmente qué tipo de medicación están tomando y qué precauciones tomar. 

No obstante lo fundamental son los profesionales, pero desgraciadamente en el campo del dolor en global, la formación ya desde la base desde las facultades de medicina "es muy baja”. 

“La formación ya desde la base desde las facultades de medicina es muy baja”

Durante los seis años que dura la carrera hay universidades según el Dr. Montes declara que "no dan ni una sola clase sobre esto", y otras que dan solo pequeñas formaciones, lo que puede traer graves consecuencias para los pacientes. Ya que cuando entramos en un tema tan específico como los opioides “hay que conocerlos muy bien, sus pros, sus contras, y las diferencias que hay entre de ellos porque a veces los tratamos todo como si fuesen lo mismo y te puedo decir que hay grandísimas diferencias entre unos y otros”, explica.

En los casos en los que no hay una buena educación de los profesionales se cometen errores como una infravaloración del dolor y de las reacciones adversas, y el seguimiento inadecuado o insuficiente de los pacientes. Por otro lado, en los casos en los que no hay una buena educación de los pacientes ocurren casos donde la administración se vuelve incorrecta por los propios pacientes o las personas cuidadoras generalmente por falta de información.  

Pese a esto tenemos que recordar que no hay que demonizarlos porque son, a veces, “los mejores analgésicos de los que disponemos", pero se han de indicar bien en los pacientes, en las circunstancias adecuadas y se debe de controlar a lo largo del tiempo el cómo funcionan en las personas.  De esta manera según indica el doctor Antonio Montes el profesional podrá comprobar si realmente se consigue su eficacia analgésica y valorar sus posibles efectos secundarios.

 

 

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