De dolor de espalda a cálculos renales: ¿Qué se aprende sobre la salud de la microgravedad espacial?

Desde que comenzó al carrera espacial la Medicina se ha beneficiado de sus avances tecnológicos. Ahora, se está investigando allí arriba cómo tratar enfermedades aquí abajo

Primera extracción de sangre del astronauta Tim Peake completada en el espacio. La muestra se tomó como parte del experimento MARROW. (Foto. NASA)
Primera extracción de sangre del astronauta Tim Peake completada en el espacio. La muestra se tomó como parte del experimento MARROW. (Foto. NASA)
Paola de Francisco
6 abril 2023 | 00:00 h

La telemedicina, aparatos como el laparoscopio o un TAC con imágenes digitales o nuevas herramientas láser para la cirugía ocular. Todo ello bebe de la experiencia conseguida en el espacio, de la tecnología y herramientas utilizadas para los viajes espaciales y adaptadas a la medicina de vanguardia. Pero, además de dispositivos, la investigación espacial también ofrece nuevas estrategias para tratar enfermedades como el cáncer, problemas como los cálculos renales o la salud bucodental.

En los últimos años tanto la NASA como su igual europea, la ESA, están invirtiendo en proyectos y programas de investigación para entender mejor cómo funciona el cuerpo humano, encontrar tratamientos para diferentes problemas o conseguir modos de diagnóstico. La investigación se realiza en el espacio, y los resultados se aplican en la Tierra.

La microgravedad se ha mostrado como un importante foco de deterioro de la salud

La microgravedad se ha mostrado como un importante foco de deterioro de la salud. Desde los primeros viajes espaciales los astronautas han sufrido perturbaciones en el oído interno, hipotensión, arritmia cardiaca o pérdida de calcio.  Esta mayor susceptibilidad a diversos problemas de salud es una importante fuente de información.

En este sentido, desde la Estación Espacial Internacional se están realizando diferentes estudios con el objetivo de, por ejemplo, paliar los dolores de espalda. Esta investigación de la ESA con la Universidad de Northumbria se ha inspirado en los dolores lumbares que suelen sufrir los astronautas cuando están en órbita para crear un aparato que a ellos les ayude a moverse sin hacerse daño por la falta de gravedad y se pueda utilizar como herramienta de rehabilitación para los pacientes que en la tierra sufren problemas de espalda por las malas posturas o el sedentarismo.

Desde 2021 la Nasa financia una serie de investigaciones para conocer cómo se producen patologías como la formación de cálculos renales durante el vuelo espacial. Como señalan en su página web, la investigación Kidney Cells-02 utiliza un chip de tejido de células de riñón en 3D para estudiar los efectos de la microgravedad en la formación de microcristales que pueden generar cálculos renales. Estos datos permitirán desarrollar líneas de tratamiento para los astronautas, y, traducidos a la Tierra, se podrían crear también fármacos o estrategias para la población general. La anemia también es algo que la agencia estadounidense está estudiando con el proyecto Marrow.

El espacio ofrece investigaciones para mejorar el tratamiento en dolor de espalda, cálculos renales, osteoporosis, gingivitis y estudios sobre formas más eficaces de detectar el cáncer

Otro problema que sufren los astronautas es una mayor pérdida ósea y atrofia muscular en el espacio pro esa microgravedad. La Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón examina los mecanismos moleculares que hay detrás de estos síntomas. Con una población cada vez más envejecida y con una incidencia de la osteoporosis en Europa del 5,6% según datos de la Fundación Internacional de Osteoporosis, los avances para comprender este deterioro, prevenirlo y tratarlo, incluso en el espacio, son muy esperanzadores. También está en marcha en la estación espacial la Oral Biofilms in Space que analiza el impacto de la gravedad en la composición y actividad de las bacterias de la boca para desarrollar tratamientos contra las caries, la periodontitis o la gingivitis.

La Medicina es y sigue siendo la segunda ciencia más beneficiada por la carrera y los viajes espacial. Hace una semana el Centro de Regulación Genómica (CRG) anunciaba un acuerdo con la empresa de biotecnología espacial alemana Yuri GmbH para “aprovechar las condiciones de microgravedad en el espacio y estudiar su impacto en la biología de las células, las plantas y la salud humana”. La primera colaboración mundial de una empresa de biotecnología espacial y un instituto de investigación de biomedicina tiene el objetivo de descubrir nuevos fármacos o tratamientos a través del estudio del material espacial. De hecho, el próximo 15 de abril el CRG recibirá las primeras cepas de “bacterias espaciales” obtenidas de la Estación Espacial Internacional, cuyo análisis permitirá crear nuevos materiales y productos para tratar diferentes patologías.

 MÁS INVESTIGACIONES; CÁNCER

La Estación Espacial Internacional lleva más de veinte años habitada por humanos que han permitido y siguen permitiendo avanzar en Ciencia. A finales de 2022 se conocía que la ESA había designado a la investigadora en cáncer Sara García Alonso como astronauta de reserva. Un perfil que encaja con la investigación que se está haciendo sobre el espacio y el cáncer, como explicó ella misma en una entrevista a ‘Europa Press’.

También a finales del año pasado la NASA anunció los últimos resultados de la investigación sobre la radiación y el cáncer. Durante años se ha analizado esta relación que ha permitido incluso mejorar las pruebas de detección y con ello la eficacia del tratamiento oncológica. Pero, además, se ha trabajado para medir mejor la exposición a la radiación de cada paciente y el daño que ha producido en el ADN. Los investigadores hallaron un nuevo método para medir los cambios en un biomarcador de microsatélites más sensible que los actuales. Esta prueba fue autorizada en 2021 por la FDA para determinar la inestabilidad de microsatélites en tumores colorrectales. “Con esa detección mejorada, podemos ayudar mejor a los médicos y a los pacientes a tomar buenas decisiones sobre las opciones de tratamiento. Ahí es donde está el impacto más amplio”, señalaron los autores de la investigación.

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