Comedora compulsiva: “Empezaba a comer a media tarde y no podía parar, ni por la noche”

Carmen pasó 28 años en una fase que alternaba estar a dieta con engordar, tras no poder seguir se unió hace 13 años a Comedores Compulsivos Anónimos: “Es una de las mejores cosas que he hecho”

Aumentan los casos de trastorno de conducta alimentaria (Foto. Freepik)
26 agosto 2022 | 17:45 h
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“Siempre estaba comiendo. Cuando llegaba a mi casa empezaba a media tarde a comer y no podía parar, por la noche me levantaba de la cama a seguir comiendo”. Así han sido los años más duros de Carmen, una comedora compulsiva que estuvo 28 años en una fase de engordar y hacer dieta, y lleva 13 años en un grupo anónimo de comedores compulsivos. A sus 69 años cuenta a este medio que entrar en ese grupo ha sido la mejor decisión de su vida.

El trastorno por atracón es un problema de salud mental que afecta principalmente a jóvenes. Al igual que otros trastornos de conducta alimentaria (TCA) problemas psicológicos derivados de la gestión de las emociones o la relación con la familia provocan que los pacientes desarrollen una relación perjudicial con la comida y su cuerpo: dejan de comer (anorexia), comen mucho y lo vomitan (bulimia) o se dan un atracón para calmar las emociones (trastorno por atracón). Según un estudio de la Asociación contra l’Anorèxia i la Bulimia (ACAB), el 41% de las adolescentes encuestadas hicieron dieta para adelgazar sin seguimiento médico y un 8,7% creía que podía estar sufriendo un TCA.

En consulta había un test para saber si eres un comedor compulsivo. “Hay 15 preguntas, yo respondí a 12 afirmativamente”

Carmen siempre había sido delgada y había comido mucho, hasta que, cuando todavía era joven, comenzó a engordar. “En ese momento también falleció mi padre y me pasaron otra serie de cosas que no supe gestionar”. Comenzaron las batallas por adelgazar a base de dietas sin control médico. Cuando llegaba al peso que quería dejaba la dieta y volvían las grandes cantidades de comidas y con ellas las subidas de peso. Y así se instauró durante casi tres décadas un círculo vicioso de dietas y aumento de peso. “Busqué dietas con nutricionistas, pastillas adelgazantes, terapias para un conocimiento personal, y hubo un momento en el que ya no pude hacer más dietas”. Llegó a su peso máximo.

Comía constantemente y abundantemente. “Podía comer el doble que alguien con mi cuerpo, y no parar. Comía un plato y decía, ‘¡qué bueno!’, y me ponía otra ración, y otra, y otra. Otras veces me hacía bocadillos, y en vez de coger toda la barra de pan cortaba un poquito y los llenaba de cosas. Luego seguía con otro trozo, y con otro, y con otro. Me comía la barra de pan entera y hasta arriba de cosas, pero lo hacía a pocos para no sentirme tan culpable”. El aumento de peso la había hecho desarrollar desde una edad muy temprana hipertensión y diabetes. “Emocionalmente era un sube y baja constate”.

Por entonces iba al psicólogo y al psiquiatra de forma continuada, “si lo dejaba volvía a estar peor, no sabía gestionar las cosas que me ocurrían”. En consulta había un test para saber si eres un comedor compulsivo. “Hay 15 preguntas, yo respondí a 12 afirmativamente”. Dos años después de llegar a su peso máximo rescató ese papel y llamó al Comedores Compulsivos Anónimos, un grupo de pacientes con TCA que comparten su experiencia. “Fue la mejor decisión que he tomado”.

UN CAMINO LARGO Y CON RECAÍDAS

En el grupo de Comedores Compulsivos Anónimos encontró a personas como ella, con trastorno por atracón. “Escuchando a mis compañeros veo que hay personas que han conseguido lo que quería: seguir comiendo. Pero hacerlo normal y sin engordar”. Durante estos 13 años le han dado pautas para aprender a vivir y a gestionar sus emociones. En ningún momento le han dicho qué comer o qué no, pero sí que lo ha aprendido.

“Gracias a Dios como tres veces al día, nunca lo hubiera soñado, comía a todas horas y muchísimo”

“He bajado 17 kilos hasta encontrarme en un peso saludable. Gracias a Dios como tres veces al día, nunca lo hubiera soñado, comía a todas horas y muchísimo”. Además, se siente feliz. “Tenía todo pero no conseguía sentirme bien, ahora no ansío nada especial y sé afrontar lo que me llega en la vida”. Comedores Compulsivos no cuenta con profesionales de la salud, pero sí con pacientes adictos a la comida que de forma anónima cuenta su experiencia, como se hace desde hace años con el alcohol o el juego.

Como todo tratamiento de salud mental ha llevado tiempo, sufrimiento y recaídas. Conseguir herramientas es fundamental para hacer frente a las situaciones que antes hacían sufrir o se pagaban con la comida. Estas herramientas ayudan a afrontar esas situaciones, pero las situaciones se seguirán sucediendo, y a veces se tendrán pequeñas recaídas para luego salir más fuertes. “Anoche mismo pasé una noche horrorosa”, contaba Carmen el día en el que Consalud.es le hizo la entrevista. “No podía dormir y lo primero que hice es comer, tengo que trabajar mejor eso”, concluye.

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