Aumenta la evidencia que respalda el vínculo entre la contaminación del aire y la demencia

Los autores destacan que, si bien actualmente no es posible medir directamente el impacto de la contaminación del aire en el deterioro cognitivo o la demencia, es posible desarrollar un método indirecto para cuantificar los efectos en el cerebro.

Doctora examinando un escáner cerebral (Foto. Pexels)
Doctora examinando un escáner cerebral (Foto. Pexels)
Ángel Luis Jiménez
9 agosto 2022 | 00:00 h

Las formas en las que la contaminación afecta a nuestra salud son múltiples, y no solo a nivel físico. Los efectos perjudiciales para nuestra salud mental de la contaminación están cada vez más documentados, como refleja la revisión de estudios publicada por la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA, por sus siglas en inglés). Un trabajo desarrollo por un equipo de investigadores del Imperial College de Londres que ha analizado la última evidencia científica disponible sobre los impactos negativos en el cerebro relacionados con la contaminación del aire.

Este informe ha sido publicado por el Comité sobre los Efectos Médicos de los Contaminantes del Aire (COMEAP), y ha revisado los hallazgos de más de 70 investigaciones focalizadas en establecer los vínculos entre la exposición a la contaminación del aire y cómo afecta a nuestra capacidad mental o incrementa el riesgo de demencia en los adultos mayores.

El trabajo detalla que la demencia es un término general empleado para referir una amplia variedad de condiciones que afectan al funcionamiento de cerebro reduciendo su capacidad para recordar, pensar y razonar. Afecta principalmente a las personas mayores, tanto hombres como mujeres, y empeora con el paso del tiempo. Una serie de factores asociados a la salud, al estilo de vida (como la presión arterial alta o el tabaquismo) aumentan el riesgo de desarrollar demencia.

La literatura sobre cómo la contaminación del aire afecta a nuestro cerebro ha ido aumentando a lo largo de las dos últimas décadas. Un incremento motivado en parte por el aumento de las personas que viven con demencia. Razón por la que comprender la magnitud del efecto de la contaminación del aire en los procesos que conllevan a nuestro deterioro neurocognitivo es fundamental.

Estudios experimentales sugieren que la contaminación del aire también podría estimular las células inmunitarias en el cerebro que terminan por dañar las células nerviosas. También es probable que la contaminación del aire y las partículas contaminantes puedan llegar hasta el cerebro y provocar daños

Estudios experimentales sugieren que la contaminación del aire también podría estimular las células inmunitarias en el cerebro que terminan por dañar las células nerviosas. También es probable que la contaminación del aire y las partículas contaminantes puedan llegar hasta el cerebro y provocar daños. Este último mecanismo requiere de mayor investigación y no está considerado como uno de los más importantes en el aumento del riesgo de desarrollar demencia.

Entre los hallazgos destaca una relación entre la contaminación del aire con un efecto secundario en el cerebro, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. Los autores detallan también un posible mecanismo directo cuyo origen reside en la llegada al torrente sanguíneo, y de ahí al cerebro, de las partículas contaminantes presentes en el aire. Especialmente las PM2.5.

“Este informe exige una comprensión mucho más fuerte de los mecanismos por los cuales la contaminación del aire contribuye a un mayor riesgo de demencia”, expone a través de un comunicado el doctor Ian Mudway, profesor titular de la Escuela de Salud Pública.

El análisis destaca también que la exposición a la contaminación del aire en la infancia podría afectar al desarrollo del sistema nervioso central, ya que las estructuras cerebrales están aún en desarrollo y las conexiones neuronales continúan creándose. Razones por las que la capacidad limitada del sistema nervioso para reparar cualquier daño estructural podría afectar a funciones cognitivas a lo largo de la vida. Además, la exposición temprana a la contaminación del aire en el útero materno podría derivar en cambios epigenéticos que podrían aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas a lo largo de la vida.

Los autores destacan que, si bien actualmente no es posible medir directamente el impacto de la contaminación del aire en el deterioro cognitivo o la demencia, es posible desarrollar un método indirecto para cuantificar los efectos en el cerebro. De este modo los hallazgos informarán las pautas y políticas internacionales de calidad del aire sobre objetivos de partículas.

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