Ganando la batalla contra el linfoma: “Lo superé hace 20 años y aquí sigo”

Las inmunoterapias han mejorado el pronóstico del linfoma no Hodgkin hasta alcanzar altos niveles de supervivencia y menor toxicidad, también la investigación sigue acercándose a una cura para los Hodgkin y mejorando su pronóstico

Begoña Barragán, superviviente del linfoma y presidenta de AEAL y GEPAC (Foto. GEPAC)
Begoña Barragán, superviviente del linfoma y presidenta de AEAL y GEPAC (Foto. GEPAC)
Paola de Francisco
15 septiembre 2021 | 13:00 h

El linfoma, ese cáncer que se desarrolla en el tejido linfático produciendo una proliferación maligna de linfocitos, tiene cada vez mayor supervivencia. Aunque existen hasta 70 tipos diferentes de tumores linfáticos, que se dividen en dos grandes grupos de Hodgkin y no Hodgkin, los avances en la investigación están permitiendo un aumento de la supervivencia, que esta sea más prolongada y con menos efectos secundarios.

“La investigación en tratamientos ha avanzado mucho, siendo muy beneficioso el de la inmunoterapia que conllevan menor toxicidad y por tanto dan mejor calidad de vida una vez que curan el cáncer”, señala el Dr. Miguel Canales, miembro de Grupo Español de Linfomas y Trasplantes de Médula Ósea (Geltamo) que trabaja en el Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital La Paz a Consalud.es.

Hace 20 años se comenzaron a administrar anticuerpos monoclonales en los casos de linfomas no Hodgkin con resultados que han superado lo esperado. “Me dieron quimioterapia y anticuerpos monoclonales cuando entonces se estaba empezando con ello, allá por 2001”, recuerda Begoña Barragán.

Con la información de Internet lo que entendió Begoña fue que le quedaba un año de vida. “Por suerte me equivoqué, lo superé hace 20 años y aquí sigo”

Ella tenía 41 años e hijos adolescentes cuando se lo diagnosticaron, también experiencia previa con el cáncer: su madre había muerto siendo una niña. Entró al hospital por Urgencias con unos niveles bajísimos de hemoglobina. Tras hacerles las pruebas le dijeron que se sentara y llamara a su marido. Ella lo hizo y le dijo: “Vente para acá que me van a decir que tengo cáncer”.
El Doctor Miguel Canales, del Grupo Español de Linfomas y Trasplantes de Médula Ósea (Geltamo) que trabaja en el Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital La Paz (Foto SEHH)

A principios de siglo no había tanta información como ahora, “e incluso si ahora es difusa imagina antes, cuando Internet estaba comenzando”. Además los nuevos tratamientos también estaban iniciándose. Con la información de Internet lo que entendió Begoña fue que le quedaba un año de vida. “Por suerte me equivoqué, lo superé hace 20 años y aquí sigo”, manifiesta con optimismo a través del teléfono.

El autodiagnóstico es uno de los males de la sociedad actual, y al final acudir a Internet es inevitable. Por eso, y porque necesitaba devolver un poco de la ayuda que había recibido se unió a la Asociación Española de Pacientes del Linfoma, Mieloma, Leucemia y Síndromes Mieloproliferativos (AEAL), de la que actualmente es presidenta. También es presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC). “Necesitaba ayudar a los pacientes que pasaban por los mismo que yo y guiarles y apoyarles en esta enfermedad”.

“Es necesario identificar los pacientes de alto riesgo que no van a responder a las primeras líneas de tratamiento, crear buenos marcadores para el diagnóstico, mejorar los tratamientos de primera línea para que tengan mayor nivel de curación y principalmente seguir incorporando las inmunoterapias”

Una persona con linfoma es difícil que se dé cuenta al inicio que tiene este cáncer. “El principal problema que tiene el linfoma es que la sintomatología es inespecífica, y solo vienen los pacientes a consultar cuando se mantiene la fiebre alta, sudoración por la noche o comienzan a perder peso. Pero esto ocurre en una proporción pequeña de casos”, señala el Dr. Canales. Lo más común es sentir cansancio, un cansancio especial que se reconoce después porque impide realizar las actividades cotidianas, pero que al inicio se interpreta como un cansancio rutinario. También se pueden hinchar los ganglios, tener molestias abdominales o malestar general.

El diagnóstico temprano, como en todas las enfermedades y el resto de cánceres, es esencial para asegurar un buen tratamiento y un mejor pronóstico. Esto permite que, aunque sigue siendo un cáncer y no siempre se cure, tenga un alto nivel de supervivencia, aunque siguen existiendo retos que mejorar.

RETOS CONSEGUIDOS Y PENDIENTES

Los diagnósticos durante la pandemia no se paralizaron, las consultas siguieron funcionando, se mantuvieron los tratamientos y hubo seguimiento de los casos. Sin embargo, en algunos casos fueron los pacientes los que no acudieron ante la presencia de síntomas leves y extraños por miedo al contagio Covid. “Estamos viendo en el caso de linfomas presentaciones más agresivas que antes”, reconoce el Dr. Miguel Canales.

La Covid ha supuesto un desafío para las personas con linfoma. El miedo, la mayor vulneración, así como las restricciones han aumentado la preocupación de los pacientes, pero como señala Begoña Barragán “estamos en un país con tratamientos y ahora que ya han incluido a la mayoría de los pacientes para la dosis adicional estamos más tranquilos”.

Actualmente, y como indica el Dr. Miguel Canales, se ha avanzado mucho aunque todavía quedan retos que la Covid ha dejado más de manifiesto. “Es necesario identificar los pacientes de alto riesgo que no van a responder a las primeras líneas de tratamiento, crear buenos marcadores para el diagnóstico, mejorar los tratamientos de primera línea para que tengan mayor nivel de curación y principalmente seguir incorporando las inmunoterapias, porque son esenciales para mejorar el pronóstico”.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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