2025, punto de inflexión global clave para lograr poner fin a la epidemia de VIH y sida en 2030

La prestación de servicios relacionados con el VIH no es suficiente. Razón por la que las metas intermedias antes de llegar a 2030 se focalizan en la eliminación de los impedimentos sociales y legales para la prestación de los mismos.

Prueba VIH (Foto: UNICEF)

Cada año, el 1 de diciembre, el mundo conmemora el Día Mundial del Sida. Este 2022 el lema utilizado por ONUSIDA ha sido “Igualdad ya”, con el objetivo de poner el foco en las desigualdades que continúan existiendo y que pueden ser abordadas. Este eslogan pretende impulsar el trabajo en todas aquellas acciones prácticas que se ha demostrado que son necesarias para acabar con el sida. Entre estas destacan el aumento de la disponibilidad, calidad e idoneidad de los servicios de tratamiento, pruebas y prevención del VIH, reformas políticas para hacer frente al estigma y exclusión de las persona que viven con el VIH o garantizar el intercambio de tecnología para permitir u acceso igualitario a los últimos avances científicos.

El VIH continúa siendo un importante problema de salud pública a pesar de los avances que se han logrado en las últimas décadas en materia de prevención y tratamiento, pero no podemos olvidar que se ha cobrado la vida ya de más de 40,1 millones de personas en todo el mundo.

De acuerdo con los últimos datos hechos públicos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2020, 650.000 personas murieron por causas relacionadas con el VIH y se registraron alrededor de 1,5 millones de nuevas infecciones. Para alcanzar los nuevos objetivos globales 95-95-95 propuestos por ONUSIDA será necesario redoblar los esfuerzos  para evitar el peor de los escenarios: 7,7 millones de muertes relacionadas con el VIH en la próxima década y un significativo aumento de los nuevos casos como consecuencia de las interrupciones provocadas por la pandemia y una respuesta de salud pública más lenta.

ONUSIDA, en colaboración con una amplia gama de socios, ha colaborado para establecer un nuevo conjunto de objetivos en materia de prevención del VIH que deben alcanzarse para el año 2025. El cumplimiento de estas metas es el impulso necesario para alcanzar las fijadas dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). A pesar de que el número de nuevas infecciones por VIH está disminuyendo en todo el mundo, este descenso se está produciendo con significativas diferencias entre las regiones.

La fotografía global que observamos de la lucha contra el VIH no es homogénea. Se requiere una corrección del rumbo para maximizar la posibilidad de alcanzar las referidas metas para 2030 en los ODS. Tal y como hemos visto en 2020 se registraron 1,5 millones de nuevos casos cuando la meta indicada en los ODS era de 500.000.

La evidencia científica relativa a la eficacia de los tratamientos antirretrovirales a la hora de evitar la transmisión del virus es sólida, pero la expansión de estos tratamientos no ha sido suficiente para lograr cumplir con los objetivos de nuevos casos. En este camino los expertos recalcan que la prevención primaria de las nuevas infecciones en adultos continúa siendo un aspecto fundamental.

Solo el 52% de los niños que viven con VIH reciben un tratamiento que logra salvarles la vida

En este sentido, debemos tener en cuenta que las oportunidades para mejorar desde el punto de vista de la prevención de las nuevas infecciones se han ampliado a lo largo de las últimas décadas. La profilaxis previa a la exposición oral (PreP) es muy eficaz y se posiciona como una efectiva medida de salud pública. Sin duda, el avance más importante en el área del tratamiento del VIH se daba a conocer el pasado 23 de noviembre: el primer tratamiento antirretroviral de acción prolongada inyectable para el VIH. Se administra mediante una inyección intramuscular una vez cada dos meses y ha demostrado su eficacia y seguridad a través de un desarrollo clínico de más de cinco años.

Una revisión de expertos sobre la consecución de las metas para acabar con el VIH de 2025 y 2030 publicada por PLOS Medicine destaca la necesidad de nuevas tecnologías. Pero el impacto de estas se verá limitado por problemas estructurales y crónicos de la lucha contra el VIH como son las barreras de acceso a los servicios, el coste de los avances, los problemas relacionados con el suministro y la logística, así como la monitorización y evaluación de sus resultados.

La OMS establece una serie de acciones urgentes en las que deben participar todas las partes implicadas para lograr las metas fijadas para 2030. Por un lado, las autoridades sanitarias deben asignar recursos suficientes para mejorar la calidad de los servicios de VIH haciéndolos más resilientes y sostenibles. Los enfoques deben avanzar hacia las poblaciones más vulnerables o aquellas que son clave para la respuesta frente al VIH (niños, hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres, personas que consumen drogas, presos o trabajadores sexuales).

NECESIDAD DE EDUCACIÓN Y CONCIENCIACIÓN SOCIAL

La concienciación social es fundamental. El VIH y el sida provocaron en los años 80 y 90 un auténtica epidemia que se cobro la vida de millones de personas. El avance en materia de prevención, diagnóstico y tratamiento se tradujo con el paso de los años en una mayor concienciación social sobre los riesgos de la enfermedad. Ahora, precisamente por el buen desempeño de los tratamientos, el VIH y el sida son considerados por una parte significativa de la población como un problema del pasado. La estigmatización social con la que se continúa viendo el VIH, la desinformación y la falta de educación sexual están conduciéndonos por el peligro camino del indetectable e intransmisible hacen al virus invisible a ojos de la sociedad.

Es por esto que los gobiernos y autoridades sanitarias deben ampliar los servicios de alta calidad sobre VIH a las poblaciones en riesgos, aumentar la educación e información a través de campañas y empoderar a las comunidades para combatir el estigma y la discriminación. También es necesario reforzar el papel de los trabajadores de la salud. Abogar por el acceso a servicios esenciales de VIH, incorporar el VIH en las intervenciones de salud de rutina y brindar una atención amable, respetuosa con los derechos humanos y libre de cualquier estigma.

El 70% de las nuevas infecciones por VIH se producen en personas marginadas que, a menudo, son estigmatizadas y criminalizadas

Los nuevos objetivos implican un enfoque para la prevención del VIH que ahonda en una combinación de la adecuada prevención, centrada en la persona, dentro de un marco en el que se reducen las barreras existentes a los servicios. Se requiere un enfoque renovado con la vista puesta en las poblaciones que se han quedado atrás. Solo el 52% de los niños que viven con VIH reciben un tratamiento que logra salvarles la vida. Además, el 70% de las nuevas infecciones por VIH se producen en personas marginadas que, a menudo, son estigmatizadas y criminalizadas. Solo podremos hablar del final del VIH y del sida ampliando los servicios a todas las poblaciones, eliminando barreras estructurales, rompiendo con el estigma y la discriminación en todos los países.

ACABAR CON LA ESTIGMATIZACIÓN Y LA DISCRIMINACIÓN

Las metas intermedias para el año 2025 dan prioridad a los servicios de salud sexual y reproductiva para mujeres que viven con el VIH o presentan un elevado riesgo de infección tienen la misión de eliminar las nuevas infecciones entre los niños y garantizar que aquellos que ya viven con el VIH cuenten con acceso oportuno a los servicios y tratamientos.

Si estos objetivos intermedios se alcanzan, la cifra de personas que contraen el VIH se reducirá de los 1,5 millones en 2020 a menos de 370.000 en 2025. En cuanto a los fallecidos el mundo pasaría de casi 700.000 decesos en 2020 a menos de 250.000. Si se logra la eliminación de las nuevas infecciones en niños la cifra de nuevas infecciones por VIH se reducirá de 150.000 a menos de 22.000 para el 2025.

La conclusión que se extrae de estas líneas es clara: la experiencia ha demostrado que la prestación de servicios relacionados con el VIH no es suficiente. Razón por la que las metas intermedias para el año 2025 se focalizan en la eliminación de los impedimentos sociales y legales para la prestación de los mismos.

No podemos olvidar que estas metas intermedias únicamente podrán alcanzarse en un entorno en el que las personas que viven con el VIH/sida o aquellas en riesgo de infección se sientan realmente seguras, libres de estigma y discriminación para utilizar estos servicios.

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