2021, el año que ha confirmado el rotundo fracaso de la aplicación Radar COVID

De acuerdo con los datos publicados por el Gobierno la aplicación ha sido descargada por 8,1 millones personas desde su lanzamiento en septiembre de 2020.

Aplicación RADAR COVID (Foto. Freepik)

El pasado 8 de septiembre la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, comparecía en la Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Senado. A pesar de que el foco de la reunión era el aumento de la digitalización de los servicios públicos, la aplicación Radar COVID se convirtió en el centro de atención, al no conseguir las metas fijadas que la situaron en sus orígenes como una de las herramientas principales para el control de la pandemia y que no se han alcanzado.

Radar COVID se ponía en funcionamiento en nuestro país en septiembre de 2020, siguiendo la estela de otros países europeos que apostaron por este tipo de herramientas como una opción plausible para controlar la transmisión comunitaria. Se trata de una aplicación con una misión muy sencilla: ayudar a controlar la propagación de la Covid-19 a través de la identificación de los posibles contactos estrechos con casos confirmados a través de la tecnología Bluetooth.

Cada dispositivo que tenga la aplicación instalada y el Bluetooth activado, genera de forma continua identificadores aleatorios, que se intercambian con otros dispositivos que también la tengan activa y se encuentren a menos de dos metros. Cada teléfono almacena durante los siguientes 14 días sus propios identificadores generados, así como los identificadores de los dispositivos que han estado cerca.

Cuando un usuario recibe un diagnóstico positivo de Covid-19, los servicios de salud deben facilitarle un código numérico de caso positivo que la persona deberá introducir en la aplicación si es usuaria de la misma. En este momento, los identificadores aleatorios generados por ese dispositivo durante los cinco días previos a ese momento se etiquetan como positivos y se lanzan a la nube con consentimiento del usuario.

Por su parte, periódicamente, todos los dispositivos descargan los identificadores etiquetados como positivos de la nube y realizan un cruce de datos o emparejamiento con los identificadores almacenados en sus dispositivos. La aplicación genera una señal de alerta si estos identificadores positivos se encuentran entre los almacenados como contactos y si suponen un tiempo de exposición superior a 15 minutos.

RADAR COVID EN DATOS

Desde el inicio de la pandemia las tareas de rastreo de los contactos se ha desarrollado por agentes de Salud Pública y/o personal sanitario (conocidos como “rastreadores”, una labor que ha contado con la colaboración del Ejército). Estos conectan de forma individual con cada caso confirmado (por vía telefónica generalmente) para generar una lista de contactos estrechos a los que hacer las recomendaciones pertinentes y el seguimiento.

De acuerdo la última actualización (19 de diciembre de 2021), correspondiente a la semana 50, el acumulado de descargas de la aplicación en nuestro país asciende a 8.187.858. De estas, 34.964 descargas se han producido en la última semana

Una ardua tarea que podía simplificarse con Radar COVID, que se presentó como un método complementario para la búsqueda de contactos de riesgo y así identificar aquellos contactos no identificados de forma manual. Una idea que ha funcionado en otros países europeos, pero que en España no ha conseguido calar entre la sociedad tal y como demuestran los datos publicados a través de la página oficial de la aplicación.

De acuerdo la última actualización (19 de diciembre de 2021), correspondiente a la semana 50, el acumulado de descargas de la aplicación en nuestro país asciende a 8.187.858. De estas, 34.964 descargas se han producido en la última semana. Unas cifras que se traducen en una penetración del 20%.

Si atendemos a los códigos solicitados por las comunidades autónomas, el acumulado desde el lanzamiento asciende a 1.599.745, con 69.066 solicitados en la última semana. CantabriaAsturias, GaliciaCastilla y León y País Vasco son las comunidades autónomas en las que más códigos se han solicitado.  A día de hoy, las cifras relativas a los códigos entregados por las comunidades autónomas continúan sin conocerse ya que se trata de un dato que está “pendiente de facilitar por las comunidades autónomas”.

En cuanto a los códigos introducidos en Radar COVID, el histórico asciende a 83.297, con 3.163 introducidos en la última semana. Cabe destacar que Asturias, Cantabria y Castilla-La Mancha son las comunidades autónomas que mayor porcentaje de códigos introducidos en relación con los casos confirmados presentan con 17,2, 9,2 y 4,4%, respectivamente.

Llama poderosamente la atención que este dato se mantiene, todavía a día de hoy a cero en Andalucía, Ceuta, Comunidad Valenciana, Murcia, Extremadura, Melilla, Canarias y La Rioja.

¿QUÉ HA FALLADO?

La fotografía que nos muestran estos datos es clara: Radar COVID ha sido un rotundo fracaso. “No es un proyecto fracasado y no aceptaré que se diga que la Secretaría no ha hecho un buen trabajo”, respondía en la referida Comisión al inicio de estas líneas Artigas ante las críticas de varios grupos parlamentarios.

“Se trata de una aplicación de alto nivel tecnológico que funciona desde el 1 de septiembre para todas las comunidades autónomas”, recalcaba destacando que se encuentra disponible “tanto para los territorios más avanzados a nivel tecnológico como para los menos desarrollados”. Unas palabras con las que destacaba la labor del Gobierno de “democratizar el acceso a la tecnología y ponerla en manos de quienes toman las decisiones”, incidiendo en el hecho de que “no somos los que decidimos si se utiliza o no”.

En su opinión, el fallo en la implementación de esta aplicación no reside en esta sino en el proceso que debe seguirse para facilitar los códigos cuando se confirma un caso positivo por Covid-19, es decir, la culpa recaería sobre las comunidades autónomas.

Un estudio publicado a finales del pasado mes de junio por la Universidad de Oxford que revelaba que, para que estas aplicaciones fuesen efectivas, deberían ser utilizadas por al menos el 60% de la población

Más allá de los procesos que requiere el funcionamiento de la aplicación, uno de los principales errores que se han cometido ha sido pensar que con la creación de la aplicación era suficiente para que esta fuese utilizada por la población. La inversión realizada por el Gobierno superó los tres millones de euros, pero no se orquestó una campaña de comunicación acorde para demostrar a la población sus beneficios.

España se encuentra inmersa en una sexta ola de la pandemia con cifras récord de contagios. Un contexto en el que esta aplicación podría desempeñar un papel fundamental en el control de la propagación del virus, pero si tenemos en cuenta que la cifra acumulada de casos positivos de Covid-19 en España supera los 5,3 millones, Radar COVID apenas ha registrado el 1,4% de los contagios si atendemos a las cifras oficiales.

EL DESARROLLO DE LA APLICACIÓN

El 18 de julio de 2020 el Gobierno anunciaba que las pruebas de esta aplicación destinada al rastreo de contagios y contactos, desarrolladas a través de un piloto en la isla de La Gomera, se encontraban cercanas a su fin con excelentes resultados.

Mediante la simulación de contagios Moncloa informaba de que la aplicación era capaz de detectar hasta 6,4 contactos de riesgo por cada contagio ficticio que se establecía en la aplicación, un resultado que casi duplicaba la eficacia de los rastreadores y que prometía convertir Radar COVID en uno de los ejes centrales del control de la pandemia a medida que las restricciones iban desapareciendo.

El 30 de julio de 2020 la aplicación era puesta a disposición de las comunidades autónomas para iniciar su puesta en marcha en un escenario real. La segunda ola de la pandemia retrasó el inicio de su uso en muchas comunidades autónomas hasta el mes de septiembre.

La pandemia continuó su curso y en Navidad tan solo el 2% de los positivos confirmados utilizaba Radar COVID para alertar a los posibles contactos (personas que se hubiesen encontrado en un radio de menos de dos metros durante un tiempo de 15 minutos).

Cabía esperar que una herramienta de este tipo tendría acogida entre los más jóvenes dada su naturaleza tecnológica, pero del citado 2% se descendió a apenas un 1% el pasado mes de julio. Una situación que se ha replicado en muchos países de nuestro entorno por lo que estas aplicaciones no han conseguido posicionarse como las vitales herramientas para el control de la pandemia que prometían. Más si tenemos en cuenta un estudio publicado a finales del pasado mes de junio por la Universidad de Oxford que revelaba que, para que estas aplicaciones fuesen efectivas, deberían ser utilizadas por al menos el 60% de la población.

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