El permanente impacto de la pandemia en los ensayos clínicos y la necesidad de invertir en ciencia

La pandemia ha golpeado duramente tanto al inicio de nuevos ensayos clínicos como al desarrollo de los que ya estaban en marcha en todo el mundo.

Científico registrando resultados de un ensayo (Foto. Freepik)

La comunidad científica internacional ha logrado todo un hito con el desarrollo de varias vacunas seguras y eficaces contra la Covid-19 en apenas un año. La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha fagocitado la práctica totalidad de los recursos sanitarios (humanos y materiales) y ha copado la investigación en detrimento del resto de patologías. Muchos ensayos clínicos se han visto paralizados debido a la crisis sanitaria provocada por la Covid-19 y esto podría tener importantes consecuencias y retrasos tras los importantes avances logrados en las últimas décadas.

Si ponemos el foco en Estados Unidos, en muchas partes del país los golpes más duros a la investigación se produjeron entre marzo y mayo de 2020. Las inscripciones en los ensayos clínicos se desplomaron debido al temor al virus y las restricciones impuestas para detener su propagación. Los centros hospitalarios tuvieron que destinar todos sus recursos al tratamiento de los pacientes Covid lo que repercutió notablemente en el avance de numerosos ensayos clínicos.

Pero la pandemia no solo ha afectado duramente a los ensayos clínicos que se encontraban en desarrollo. El inicio de nuevas investigaciones se ha paralizado en muchas zonas del mundo durante los peores momentos de la crisis sanitaria. Un estudio publicado por Nature centrado en analizar más de 62.000 ensayos clínicos iniciados antes y durante la pandemia a nivel global, indica que la cantidad de estudios iniciados en Estados Unidos entre los meses de febrero y mayo de 2020 fue apenas del 57% en comparación con las cifras habituales. El impacto fuera del país fue menor situándose en el 77% del número esperado de nuevos estudios lanzados.

La Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) emitió una serie de pautas que posibilitaban la flexibilización de los ensayos clínicos. Entre las medidas aprobadas se permitía el suministro de algunos medicamentos experimentales en los hogares de los participantes en los ensayos clínicos, uso de herramientas online o el espaciado de las visitas médicas, siendo sustituidas algunas revisiones por telemedicina o consulta con médicos de cabecera para cuestiones básicas en vez de desplazarse hasta los centros operativos del ensayo. Pero algunas de estas flexibilizaciones han tenido una parte negativa como es la limitación de la cantidad de datos y la calidad de los mismos.

LA NECESIDAD DE AUMENTAR LA INVERSIÓN EN CIENCIA

Una de las grandes lecciones que nos ha dejado la pandemia es la necesidad vital de aumentar la inversión en ciencia. En el caso de Europa, este sector representa poco más del 2% del PIB, inferior al objetivo fijado por los Veintisiete.

El País recoge datos publicados en el mes de marzo por Eurostat que dejan claro todo el camino que aún queda por recorrer. En 2019 los Estados miembros destinaron un total de 352.000 millones de euros a investigación y desarrollo. Cantidad que se traduce en el 2,1% del PIB, por debajo del 3% fijado por Bruselas para 2020. Los países que más invierten son Corea del Sur (4,5%), Japón (3,3%) y Estados Unidos (3%).

En 2019 los Estados miembros destinaron un total de 352.000 millones de euros a investigación y desarrollo. Cantidad que se traduce en el 2,1% del PIB, por debajo del 3% fijado por Bruselas para 2020

Existen diferencias significativas dentro de la Unión Europea. Los gastos en I+D de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia en 2019 representaron las tres cuartas partes del gasto total de la UE. Pero estos no son los países donde mayores esfuerzos en materia de investigación se realizan.

Suecia fue el que mayor inversión realizó en 2019 destinando el 3,4% de su PIB, lo que supone un gasto de alrededor de 1.600 euros por habitante. En el conjunto de la UE cabe destacar que el principal contribuidor es el sector privado con 234.000 millones de euros, es decir, el 67% del total. El 22% procede de la educación superior y el 11% restante de los Estados miembros.

INVERSIÓN EN CIENCIA EN ESPAÑA

En el caso de España Ciencia e Innovación aumentó la inversión en 153 millones de euros en 2020, hasta los 2.095 millones. El conjunto del Gobierno, por su parte, invirtió 2.658 millones de euros en I+D+I en 2020, 84 millones más que en 2019, cuando la inversión fue de 2.574 millones. La ejecución presupuestaria de estas partidas no financieras en 2020 se situó en el 89,63%, el mayor porcentaje desde 2015. De esta manera, pese a las dificultades derivadas de los presupuestos prorrogados, el esfuerzo inversor en estas áreas no se resintió.

Por otro parte, el Gobierno disponía en 2020 de hasta 4.101 millones de euros en créditos financieros para la I+D+I, de los que se concedieron préstamos por valor de 1.035 millones de euros.

En 2021, la apuesta del Gobierno por la I+D+I es clara, con un aumento histórico de los presupuestos del Ministerio de Ciencia e Innovación de casi el 60%. En total, el Ministerio dispone este año de un presupuesto de 3.232 millones de euros, el mayor presupuesto para la I+D+I civil de la historia de España.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.