Vacunado contra la COVID-19 y sin efectos secundarios: ¿afecta a la inmunidad generada?

La evidencia científica deja claro que la respuesta inmune desarrollada tras la administración de alguna de las vacunas contra la COVID-19 no está relacionada con la efectividad de los sueros.

Profesional sanitario administrando una vacuna (Foto. Freepik)
Profesional sanitario administrando una vacuna (Foto. Freepik)
CS
4 agosto 2021 | 00:00 h

Millones de personas en todo el mundo han completado la pauta de vacunación contra la COVID-19. A pesar del buen desempeño demostrado por las vacunas todavía continúan existiendo numerosas dudas sobre la inmunidad que generan y su eficacia. Desde hace varios meses la conversación más repetida entre los españoles gira alrededor del tipo de vacuna que cada uno ha recibido y de si se han producido o no efectos secundarios tras la administración.

Una pregunta que surge de forma más habitual a lo que pensamos se centra en si existe o no relación entre los efectos secundarios leves que se experimentan tras la inoculación de los sueros (derivados de la generación de la inmunidad) y el grado de protección posterior que se consigue. Y es que hay muchas personas que no han experimentado efectos secundarios o, los que se han manifestado, lo han hecho de forma leve y dudan de si esta circunstancia influirá en la inmunidad generada.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y organismos reguladores como la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) o la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), recopilan extensa documentación sobre los principales efectos secundarios leves observados en los ensayos clínicos desarrollados de forma previa a la concesión de la autorización comercial de emergencia y que han contado con la participación de decenas de miles de voluntarios en todo el mundo. Entre los principales efectos secundarios leves registrados destacan el dolor e hinchazón en la zona en la que se inoculó la vacuna, fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, escalofríos, cansancio, náuseas o diarrea.

“Las pruebas de anticuerpos no deben emplearse para evaluar el nivel de inmunidad o protección de una persona contra la COVID-19 en ningún momento, especialmente después de que la persona haya recibido una vacuna”

Sin embargo, al igual que sucede con cualquier vacuna, no todos reaccionamos de la misma manera. Muchas personas vacunadas contra la COVID-19 no han experimentado ningún tipo de efecto secundario tras la administración del suero. La evidencia científica con la que se cuenta hasta la fecha es clara en este aspecto: no existe una correlación directa entre los efectos secundarios y el nivel de protección generado.

Ante la cuestión planteada a lo largo de estas líneas muchos han pensado en hallar la respuesta en la realización de una prueba de anticuerpos que les permita conocer si se ha desarrollado inmunidad frente al SARS-CoV-2. La FDA lo desaconseja: “Las pruebas de anticuerpos no deben emplearse para evaluar el nivel de inmunidad o protección de una persona contra la COVID-19 en ningún momento, especialmente después de que la persona haya recibido una vacuna”.

La FDA teme que la realización de estas pruebas en personas vacunadas pueda derivar en actitudes más relajadas ante las medidas y restricciones establecidas para contener la expansión del virus. Especialmente en un escenario epidemiológico con predominancia de la variante Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India). Un reciente estudio elaborado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) sugiere que las personas completamente vacunadas infectadas por Delta presentan prácticamente la misma carga viral que los no vacunados.

Es necesario recalcar que las respuestas inmunitarias pueden variar y estar influenciadas por factores como la edad, el sexo y nuestro estado de salud. Tampoco es la misma con todas las vacunas. La evidencia científica muestra que estos efectos suelen manifestarse con mayor frecuencia en las segundas dosis de las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna, y tras la primera inoculación con AstraZeneca. Cada uno de nosotros manifestamos una respuesta inmune diferente pero la efectividad de la vacuna no depende de esta.

La información recopilada a través de los ensayos clínicos señala que los más jóvenes son los que menos efectos secundarios reportan y que las mujeres suelen generar respuestas inmunes más fuertes que los hombres.  

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