Incluir el valor calórico en las etiquetas de los alimentos ¿realmente ayuda a reducir la obesidad?

Investigadores de Reino Unido revelan que incluir la información calórica y el equivalente en ejercicio físico en las etiquetas de los alimentos no tiene un impacto significativo a la hora de comprarlos.

Mujer comprando en el supermercado (Foto. Pexels)
Mujer comprando en el supermercado (Foto. Pexels)
Ángel Luis Jiménez
16 noviembre 2022 | 00:00 h

Para el año 2025 la prevalencia de la obesidad alcanzará el 18% de los hombres y superará el 21% de las mujeres de todo el mundo. Solamente en la Región Europea, el sobrepeso y la obesidad son responsables de más de 1,2 millones de muertes cada año, según los últimos datos hechos públicos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El sobrepeso y la obesidad se erigen como factores de riesgo para el desarrollo de múltiples enfermedades por lo que han escalado puestos entre las prioridades gubernamentales en los últimos años con el objetivo de frenar esta silenciosa epidemia que amenaza a la salud pública a nivel global.

Entre las múltiples medidas que se han puesto en marcha por los distintos países destaca el etiquetado de los alimentos, con el objetivo de que informar sobre el valor nutricional de los alimentos que consumimos ayude a fomentar hábitos de vida más saludables. Pero, ¿se trata de una medida realmente efectiva?

Dentro de los diversos estudios que se han desarrollado en este sentido destaca un trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge. El estudio se focaliza en Reino Unido donde más de tres de cada cinco adultos padece sobrepeso u obesidad. Se suma el hecho de que los adultos británicos realizan hasta un tercio de sus comidas fuera de casa por lo que desde el pasado mes de abril la ley obliga a que las empresas que cuentan con servicios de cafetería informen sobre los niveles de calorías de los alimentos y bebidas que ofertan.

El objetivo de esta información reside en concienciar sobre la ingesta que se realiza y reducir así la cifra de calorías compradas y/o consumidas. Otro de los sistemas empleados son las etiquetas en las que se explica la equivalencia en actividad física de lo que consumimos (estas se denominan PACE en inglés).

"Otros factores pueden haber influido en la efectividad de estas etiquetas, como el tipo de comida que se vende o las características de los clientes"

Para el desarrollo del estudio se recopiló información sobre las ventas de comida en 10 cafeterías ubicadas en empresas antes del experimento. En este periodo el etiquetado de los alimentos solo contenía el nombre y precio, aunque algunas contaban con datos adicionales con valores nutricionales estandarizados. Durante el periodo de análisis el etiquetado de los alimentos y bebidas incluía información sobre las calorías y su equivalencia en actividad física (explicado en los minutos caminando que serían necesarios).

Los autores del estudio indican a través de un comunicado que no se halló evidencia de que la inclusión de las etiquetas PACE consiguiera un cambio sustancial en la cantidad de calorías adquiridas. Sin embargo, se reportó una importante variabilidad entre las conclusiones de las distintas cafeterías participantes. Una de ellas registró una caída por venta de hasta 169 kilocalorías, mientras que en otra se experimentó un aumento de 69 kilocalorías. En cinco de los locales participantes no se reportaron cambios significativos.

“Aunque descubrimos que mostrar la cantidad de ejercicio necesaria para quemar calorías supuso escasa diferencia con la cantidad de calorías compradas, si se produjo una variabilidad sustancial entre los distintos locales. Esto sugiere que otros factores pueden haber influido en la efectividad de estas etiquetas, como el tipo de comida que se vende o las características de los clientes”, argumenta el primer autor del estudio el doctor James Reynolds, profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad de Aston.

“Este es el estudio más grande realizado en el mundo real para observar el impacto de las etiquetas PACE en la compra de alimentos y bebidas. Se analizaron más de 250.000 transacciones en 10 cafeterías ubicadas en empresas de más de 250 empleados. Los hallazgos sugieren que las etiquetas PACE, contrariamente a las expectativas, pueden tener poco o ningún impacto en los alimentos que la gente compra en las cafeterías de los centros de trabajo”, concluye la autora principal del estudio Theresa Marteau, directora de la Unidad de Investigación del Comportamiento y Salud de la Universidad de Cambridge.

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