"La intervención terapéutica es la que mayor efectos tiene en mujeres que han sufrido violencia"

Según la OMS, casi una de cada tres mujeres (un 30%) ha sufrido violencia física y/o sexual por su pareja, una cifra que cada hace saltar las alarmas.

Violencia contra la mujer (Foto: Freepik)
28 noviembre 2022 | 00:00 h

El pasado 25 de noviembre se celebró el Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, día en que se denuncia la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y se reclaman unas políticas que acaben con esta situación. Según datos recogidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi una de cada tres mujeres (un 30%) ha sufrido violencia física y/o sexual por su pareja o violencia sexual por alguien que no era su pareja o ambas. Más de una cuarta parte de las mujeres de entre 15 y 49 años que han tenido una relación de pareja han sido objeto de violencia física o sexual de pareja al menos una vez en su vida.

Las estimaciones sobre la prevalencia de la violencia de pareja sufrida a lo largo de la vida van del 20% en la Región del Pacífico Occidental; 22% en los países de ingresos elevados y la Región de Europa; y 25% en la América; al 33% en la Región de África; 31% en la Región del Mediterráneo Oriental y 33% en la Región de Asia Sudoriental.

Las mujeres que sufren o han sufrido violencia, especialmente si ha sido durante un largo periodo de tiempo, pueden verse afectadas por un deterioro en las capacidades cognitivas, lo que innegablemente termina afectando en su calidad de su vida. Diversos estudios han demostrado que las mujeres que sufren o han sufrido violencia tienen mayores problemas de salud tanto física como mental, identificando la OMS la violencia contra la mujer como la principal causa de problemas de salud mental.

"Todas aquellas mujeres que están todavía dentro del ciclo de violencia o que han sufrido violencia en el pasado, tienen el doble de posibilidades de padecer un trastorno de depresión"

“Todas aquellas mujeres que están todavía dentro del ciclo de violencia o que han sufrido violencia en el pasado, tienen el doble de posibilidades de padecer un trastorno de depresión. También pueden padecer insomnio, problemas de alimentación y tentativas de suicidio”, explica Silvia, Psicóloga de la Asociación Por Ti Mujer.

En muchas ocasiones, las secuelas que dejan muchas situaciones como estas son bastantes graves, y no solo hablando a nivel emocional afectivo. “Las  mujeres también llegan a sentir baja autoestima; sentimiento de culpa y miedo, lo que resulta muchas veces incapacitante y las llega a bloquear a hacer cosas que antes hacían con normalidad. Esto puede pasar a corto y largo plazo”, añade la psicóloga.

Ante esta situación, los psicólogos juegan un papel fundamental. “En el acompañamiento psicológico hay que tener unos objetivos clave cuando la mujer ya ha roto con ese ciclo de violencia. Es clave la forma en que la mujer gestiona esta situación y cómo afronta esos sentimientos y emociones que generan el daño que ha sufrido. Resulta primordial en cómo esa mujer integra el hecho vivido en sus historia de la vida y es que además, se ha demostrado que la intervención terapeútica a largo plazo es la que mayor efectos tiene”, sentencia Silvia. 

De esta forma, la atención psicológica a mujeres víctimas de violencia de género, se constituye como uno de los modelos de intervención más eficaces para afrontar este grave problema social en las distintas fases en que ésta pueda encontrarse. Para ello, utilizan técnicas como la psicoeducación, ya que resulta clave “para que entiendan cómo funciona el ciclo de la vida e identificar señales de alarma en un próxima relación. También enseñamos a empoderarlas a través del autocuidado y trabajar la autonomía de las habilidades sociales para tengan una comunicación más asertiva con otras personas y a la vez refuerzan su autoestima y sus sentimientos de culpa que suele desencadenar la violencia de género suelen vayan disminuyendo”, comenta.

¿ESTÁ PREPARADO EL SNS PARA ESTAS SITUACIONES?

Pese a que cada vez se están implantando más medidas en el Sistema Nacional de Salud tanto para identificar a estas víctimas, como para aportarles un tratamiento que les proporcione bienestar, aún quedan cambios que hacer desde Atención Primaria. “A la asociación nos llegan mujeres que han ido al médico de cabecera porque han sufrido un proceso de violencia, y normalmente nos encontramos con que están medicadas con pastillas para dormir o con ansiolíticos. Es una medicación que no está pautada por un psiquiatra y ni se acompaña de una terapia psicológica, lo que supone un gran riesgo para la salud”, asegura la psicóloga.

Termina explicando que “muchas veces solicitan que las deriven al psicólogo y no lo hacen porque dicen que el médico está de baja y que no lo van a sustituir o que hay lista de espera y no saben cuándo  puede ser atendida. No ha un acompañamiento por parte de la sanidad pública”.

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