Lesiones genitales provocadas por ETS: ¿cómo diferenciarlas de la viruela del mono?

Establecer un diagnóstico diferencial temprano a través de las lesiones cutáneas que ocasionan en los genitales algunas ETS y la viruela del mono, es fundamental para frenar la transmisión.

Médico atendiendo a paciente (Foto. Freepik)
Médico atendiendo a paciente (Foto. Freepik)

El diagnóstico temprano de los casos confirmados de viruela del mono se erige como fundamental a la hora de identificar a todos los contactos estrechos. Nos enfrentamos ante una enfermedad sobre la que domina un amplio desconocimiento en la población general, y prácticamente desconocida hasta que han comenzado a producirse varios brotes epidémicos en las últimas semanas fuera de las zonas en las que la viruela símica es endémica, como el centro y este de África.

De acuerdo con la evidencia recogida en un reciente documento elaborado por varias sociedades federadas en la Federación de Asociaciones Científico Médicas de España (Facme), el periodo de incubación de la viruela del mono varía entre seis y 13 días, alcanzando en algunos casos hasta 21 días.

El cuadro clínico de la enfermedad es de gravedad variable con síntomas como fiebre, astenia, mialgias, poliadenopatías o cefaleas. Unos síntomas similares a los provocados por otras viriasis. Entre uno y cinco días desde la aparición de la fiebre comienzan a manifestarse el cuadro cutáneo. Estas lesiones pueden ser únicas o poco numerosas, con frecuencia agrupadas en zonas, con eritema subyacente y en áreas de contacto como las periorales y las genitales. Estas lesiones evolucionan de la siguiente forma, tal y como explican en la guía publicada por Facme:

  • Mácula eritematosa: lesión eritematosa, no palpable, mancha, de pocos milímetros.
  • Pápula: lesión bien delimitada, palpable de pocos milímetros.
  • Vesícula: lesión sobreelevada, bien delimitada, de contenido líquido claro, menor de 1 cm, en muchas ocasiones se umbilican, deprimen, en el centro.
  • Pústula: lesión sobreelevada, bien delimitada de contenido purulento.
  • Costra: producida por desecación de un exudado o secreción y más pequeña que la lesión inicial.

La evolución de las lesiones es rápida de mácula a costra en tres o cinco días. Este es un criterio importante, que puede ayudar a distinguir esta enfermedad de otras de evolución más prolongada. Durante dos a cuatro semanas, las lesiones evolucionan en brotes de lesiones similares que pasan en uno o dos días a través de las diferentes fases. Al aparecer brotes sucesivos, pueden verse lesiones en distintos estadios en diferentes localizaciones. El cuadro se resuelve en dos a cinco semanas después del inicio de los síntomas.

Los expertos destacan que el diagnóstico de viruela símica es mucho más probable siempre que exista un antecedente de contacto con un caso confirmado

Los expertos destacan que el diagnóstico de viruela símica es mucho más probable siempre que exista un antecedente de contacto con un caso confirmado. Razón por la que, a continuación, se recogen descripciones tanto de las lesiones cutáneas que caracterizan a la viruela del mono como de las provocadas en las zonas genitales por enfermedades de transmisión sexual.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS LESIONES GENITALES

A pesar de que la viruela del mono no es una enfermedad de transmisión sexual, el hecho de que gran parte de los casos confirmados se hayan producido por esta vía por el contacto directo que implica, ha potenciado esta asociación errónea y conviene diferenciar las lesiones que provoca de las que causan otras enfermedades que sí están clasificadas dentro de las de transmisión sexual o son infecciones virales que afectan a la piel:

  • Herpes simple: Frecuentemente precedido de escozor, aparecen vesículas agrupadas, con imágenes policíclicas, que rápidamente se erosionan y pasan a úlceras de 1-2 mm. con borde eritematoso y muy dolorosas, que evolucionan a costra. Con frecuencia hay historia previa de lesiones similares que aparecen en el mismo sitio y curan solas. Puede cursar con adenopatías, pero habitualmente de menor tamaño y menos dolorosas que en la viruela del mono.
  • Sífilis primaria: La lesión característica es el chancro duro. Consiste en una pápula que progresivamente va aumentando de tamaño y se convierte en una lesión ulcerada de aproximadamente 1-2 cm de diámetro. La lesión se suele localizar en el surco balanoprepucial pero también puede aparecer en la zona perianal, en la mucosa oral o en la vulva. Característicamente se trata de una lesión poco o nada dolorosa, que aparece en el plazo de 2-4 semanas tras el contacto sexual de riesgo y desaparece espontáneamente.
  • Sífilis secundaria: Consiste en un exantema papular extenso que afecta a tronco y extremidades y con una importante afectación palmoplantar. Las lesiones son eritematodescamativas, con un collarete epidérmico característico. De forma infrecuente producen una gran inflamación o lesiones pustulosas. En este estadío son muy frecuentes las lesiones papulares (a veces maceradas o erosivas) en área genital o perianal (sifílides mucosas), en ocasiones como única presentación clínica del secundarismo.
  • Chlamydia Trachomatis /LGV: La clínica más frecuente es la de proctitis poco específica que puede ir acompañada de lesiones ulceradas únicas o múltiples perianales y en algunos casos adenopatías inguinales e incluso afectación sistémica en forma de malestar general o fiebre. Más del 95% de los casos descritos en Occidente son en HSH con un elevado porcentaje de coinfección por VIH y VHC.
  • Sarna nodular: En el contexto de escabiosis, es frecuente que la afectación de los genitales tenga una morfología distinta: con pápulas induradas, muy pruriginosas, de unos milímetros de diámetro y en ocasiones escoriadas. Habitualmente se trata de un cuadro de evolución más prolongada, asociado a mucho prurito y no tiene síntomas sistémicos. El raspado de algunas de las lesiones y visualización directa con KOH pueden facilitar el diagnóstico mediante la visualización del ácaro.
  • Molusco Contagioso: Lesiones sólidas (no contienen líquido), de color piel o blanquecina, umbilicadas, miden pocos milímetros. Si se aprietan sale un contenido blanquecino, similar al que aparece al apretar un grano de acné. En ocasiones puede inflamarse la piel que las rodea. No se acompañan de linfadenopatía ni clínica general.
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