La mortalidad mundial se reduce desde 1990 y aumenta la esperanza de vida 6,2 años

El progreso en la salud mundial ha reducido las tasas de mortalidad por enfermedades transmisibles y, en menor medida, las no transmisibles.

Las personas viven 6,2 años más (Foto. Freepik)
Las personas viven 6,2 años más (Foto. Freepik)
Paola de Francisco
6 abril 2024 | 00:00 h

Los últimos 30 años han supuesto un importante avance en el control de las enfermedades a nivel mundial. La carga global de mortalidad se ha reducido en todos los continentes permitiendo un incremento de 6,2 años la esperanza de vida mundial desde 1990. Así lo manifiesta un nuevo estudio publicado en ‘The Lancet’ que resalta “el progreso” obtenido durante estos años y refleja los problemas de salud que todavía persisten en el mundo.

En los últimos 70 años la esperanza de vida se ha incrementado 22,7 años, una cifra de la que 6,2 años se han conseguido en las últimas tres décadas, cuando los tratamientos contra el VIH llegaron a toda la población, la mortalidad neonatal se controló, se desarrolló un arsenal de vacunación que permite reducir el impacto de patologías como la gripe, el virus respiratorio sincitial, el dengue o la malaria, se comenzaron a comercializar terapias avanzadas para enfermedades oncológicas y procesos complejos. A todo ello se le suman las medidas higiénico-sanitarias instauradas por las sociedades para evitar la transmisión de patologías.

En 2021 la segunda y tercera causa de años de vida perdidos fueron la cardiopatía isquémica y el accidente cerebrovascular

De esta forma, los trastornos neonatales, las infecciones de las vías respiratorias inferiores y enfermedades diarreicas eran en 1990 la principal causa de años de vida perdidos, mientras que en 2019 los trastornos neonatales siguieron siendo la principaal causa de años de vide perdidos estandarizados por edad, pero la segunda y tercera causas principales fueron reemplazadas por las enfermedades no transmisibles: la cardiopatía isquémica (en segundo lugar) y el accidente cerebrovascular (en tercer lugar).

PROCESOS DE ÉXITO Y NECESIDADES DE MEJORA

Durante estos años se ha conseguido reducir las muertes por enfermedades entéricas (diarrea y fiebre tifoidea), lo que tuvo un impacto sustancial en la esperanza de vida mundial; también de infecciones de las vías respiratorias inferiores, que permitieron un aumento de la esperanza de vida de 1,6 años en América Latina andina y África subsahariana occidental; y las mortalidades de patologías como la malaria o la tuberculosis se concentraron en regiones menos pobladas. Como resultado regiones como América Latina han visto un aumento de la esperanza de vida de 2,6 años entre 1990 y 2021 debido en gran medida a las mejoras logradas en la implementación de estrategias efectivas de intervención en salud materna y neonatal.

Con todo, estos avances no fueron tan notables con las enfermedades no transmisibles. Las reducciones en los accidentes cerebrovasculares llevaron a un aumento notable en la esperanza de vida de 0,8 años, sin embargo, no llegaron a reducirse en cuanto a las zonas con mayor población mundial. Lo mismo ocurrió con las cardiopatías isquémicas cuya tasa de mortalidad se concentró en lugares que tenían el 84% de la población de 2021, aunque la reducción de su incidencia mejoró 0,6 años la esperanza de vida.

El pronóstico del cáncer también ha mejorado enormemente con una supervivencia global de muchas neoplasias superior al 80% a cinco años. Sin embargo, este incremento, que se reflejó en un aumento de 0,6 años de esperanza de vida, benefició mucho más a las regiones de altos ingresos que a las de bajos ingresos. Por su parte las enfermedades respiratorias crónicas mejoraron en 0,5 años la esperanza de vida, especialmente debido a las mejoras sustanciales en la mortalidad en China.

La infección por SARS-CoV-2 redujo la esperanza de vida en dos años, casi los mismos años que la reducción de las enfermedades transmisibles y no transmisibles habían conseguido sumar 

Sin embargo, se ha observado que el control de la diabetes, de las enfermedades renales, de las enfermedades digestivas y la cirrosis no ha mejorado en los últimos años, lo que ha supuesto una reducción de 0,1 años en la esperanza de vida. Los progresos obtenidos también sufrieron un duro golpe con la irrupción de la Covid-19 en el panorama mundial en el 2020. Esta pandemia provocó “cambió fundamentalmente el panorama de la salud y la mortalidad mundiales”. Según los datos recogidos por el estudio, la enfermedad causada por la infección por SARS-CoV-2 redujo la esperanza de vida en dos años, casi los mismos años que la reducción de las enfermedades transmisibles y no transmisibles habían conseguido sumar durante estas décadas.

En definitiva, el estudio no solo arroja luz sobre las enfermedades que han impulsado aumentos y disminuciones en la esperanza de vida, sino que también analiza cómo los patrones de enfermedades han cambiado entre lugares a lo largo del tiempo, presentando, como escriben los autores, una "oportunidad para profundizar nuestra comprensión de la reducción de la mortalidad y las estrategias que podrían revelar áreas donde se han implementado intervenciones exitosas de salud pública".

Como se recoge en la investigación la población mundial conoce cómo evitar que los niños mueran por infecciones entéricas, cómo prevenir las enfermedades infecciosas y cómo reducir las muertes de accidentes cerebrovasculares, trastorno neonatal y la cardiopatía isquémica y el cáncer.  “Si los esfuerzos políticos futuros se guían por los éxitos logrados en países y regiones con programas eficaces de mitigación de enfermedades, esos logros podrían replicarse en lugares donde persiste una alta mortalidad”, recoge el estudio.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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