La salud infantil, gran perjudicada por el cambio climático y la contaminación

De acuerdo a un reciente análisis, de mantenerse la política climática actual, los recién nacidos en todo el mundo se enfrentarán, de media, a siete veces más olas de calor que las vividas por sus abuelos.

Control médico para evaluar el estado nutricional de un niño en Chad (Foto. UNICEF / UN0126852 / Dicko)
Control médico para evaluar el estado nutricional de un niño en Chad (Foto. UNICEF / UN0126852 / Dicko)

La relación directa entre los crecientes niveles de contaminación y el cambio climático ha sido demostrada sobradamente por la evidencia científica. Una ecuación en la que la incógnita a despejar es hasta qué punto perjudica este binomio a nuestra salud, puesto que sobre su implicación no cabe ninguna duda. El ejemplo más reciente lo encontramos en la revisión de los umbrales de contaminación del airerealizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Tras una revisión sistemática de la evidencia acumulada, la OMS ha ajustado a la baja casi todos los niveles de referencia de la calidad del aire y advierte de que la superación de los nuevos niveles se asocia a riesgos significativos para la salud. Sin embargo, al mismo tiempo, su cumplimiento podría salvar millones de vidas. 

Se calcula que cada año la exposición a la contaminación del aire causa siete millones de muertes prematuras y provoca la pérdida de otros tantos más millones de años de vida saludable. Un escenario preocupante en el que los niños se erigen como uno de los colectivos más perjudicados.

De acuerdo a un reciente análisis publicado por la revista Science, de mantenerse la política climática actual, los recién nacidos en todo el mundo se enfrentarán, de media, a siete veces más olas de calor que las vividas por sus abuelos. Un niño que nazca hoy, vivirá de media 2,6 veces más sequías, 2,8 veces más inundaciones y casi tres veces más pérdida de cosechas como consecuencia del doble de incendios forestales, que una persona nacida hace 60 años.

Una apocalíptica previsión en la que juega un papel fundamental el Acuerdo de París. Un documento que establece un marco global para evitar un cambio climático peligroso manteniendo el calentamiento global muy por debajo de los 2°C y prosiguiendo los esfuerzos para limitarlo a 1,5°C. También aspira a reforzar la capacidad de los países para hacer frente a los efectos del cambio climático y a apoyarlos en sus esfuerzos. Los estados miembros de la Unión Europea se encuentran entra las cerca de 190 partes de este acuerdo.

El escenario ideal lograr cumplir con las promesas recogidas en el referido Acuerdo. En vez de eso, los países incumplen de forma constante y las políticas actuales nos dirigen a un futuro en el que los pronósticos más funestos apuntan a un incremento del calentamiento global en más de 3°C. Hecho que incrementa peligrosamente la carga intergeneracional de olas de calor extremas, incendios, sequías, ciclones tropicales e inundaciones.

Un niño que nazca hoy, vivirá de media 2,6 veces más sequías, 2,8 veces más inundaciones y casi tres veces más pérdida de cosechas como consecuencia del doble de incendios forestales, que una persona nacida hace 60 años

“Con este estudio ponemos al descubierto la injusticia fundamental del cambio climático entre generaciones, así como las responsabilidades de los adultos y ancianos de hoy”, declara el doctor Joeri Rogelj, del Instituto Grantham – Cambio Climático y Medio Ambiente, una de las instituciones que han participado en la investigación, junto  con el Imperial College London, Vrije Universiteit Brussel y la Universidad de Nottigham.

“La consecuencia de que los niños sufran secuencias sin precedentes de extremos climáticos a lo largo de su vida se puede atribuir a la inacción de los adultos hoy. También refleja cuánto se puede ganar con ambiciosas reducciones de las emisiones”, asevera.

LOS ESCENARIOS QUE SE PLANTEAN

El equipo responsable del estudio ha cuantificado la exposición de por vida a fenómenos climáticos extremos para cada generación de las nacidas entre 1960 y 2020, para cada país del mundo y para diversos escenarios de calentamiento global con incrementos de entre 1°C y 3,5° C por encima de las temperaturas preindustriales actuales.

Desglosando los datos publicados por el Imperial College London vemos que, en un escenario con un incremento de 3°C, un niño con seis años en 2020 tendrá que hacer frente al doble de incendios y ciclones tropicales, tres veces más inundaciones, cuatro veces más malas cosechas, cinco veces más sequías y hasta 36 veces más olas de calor. Si se sube la temperatura medio grado más, los niños nacidos en 2020 experimentarán 44 veces más olas de calor.

Incluso en un futurible escenario con el incremento mínimo contemplado (1,5°C), un niño nacido en 2020 deberá afrontar más fenómenos extremos como los referidos que una persona nacida en la década de 1980. Esta conclusión nos sitúa ante una lamentable realidad: hay daños que ya son irreversibles.

En un futurible escenario con el incremento mínimo contemplado (1,5°C), un niño nacido en 2020 deberá afrontar más fenómenos extremos como los referidos que una persona nacida en la década de 1980

“Esto, básicamente, significa que las personas menores de 40 años vivirán una vida sin precedentes incluso en los escenarios de mitigación del cambio climático más estrictos. Nuestros resultados destacan una grave amenaza para la seguridad de las generaciones jóvenes y exigen reducciones drásticas de las emisiones para salvaguardar el futuro”, expone el profesor Wim Thierry de la VUB y autor principal del estudio.

¿QUÉ SUPONE EN TÉRMINOS DE SALUD?

Tal y como se indicaba al inicio de estas líneas los efectos nocivos de la contaminación sobre la salud son un hecho innegable. En el caso de la contaminación del aire, la OMS explica que en los niños podría suponer una reducción del crecimiento y de la función pulmonar, infecciones respiratorias y agravamiento del asma.

La contaminación del aire es una de las mayores amenazas medioambientales para la salud humana, junto con el cambio climático. La mejora de la calidad del aire puede potenciar los esfuerzos de mitigación del cambio climático, mientras que la reducción de las emisiones mejorará a su vez la calidad del aire. Al esforzarse por alcanzar estos niveles de referencia, los países estarán protegiendo la salud y mitigando el cambio climático mundial. 

El grupo de liderazgo climático C40 Cities presentaba recientemente su informe “Ciudades sin carbón: argumentos de salud y económicos para revolución de energía limpia”, pone el foco en la necesaria descarbonización. Según el documento el carbón será el responsable de 264.900 muertes prematuras antes de 2030, en caso de mantener las actuales políticas y planes sustentados sobre este mineral.

En este escenario se pronostican más de 121.000 nacimientos prematuros que podrían suponer un mayor riesgo de mortalidad, daños crónicos, diabetes o enfermedades cardiovascularesentre otros problemas de salud.

La OMS advierte que la contaminación del aire afecta al desarrollo neurológico y dificulta el desarrollo psíquico y motor de los niños. El organismo de la ONU señala que la contaminación del aire es una de las principales amenazas para la salud infantil a nivel global, causando casi una de cada 10 defunciones en niños menores de cinco años.

Distintos informes destacan la preocupante situación: los niños son más vulnerables, por ejemplo, a las olas de calor. Los eventos climáticos extremos no solo suponen un riesgo para sus vidas sino que afectan a su salud mental. Además, el cambio climático ha generado un incremento de algunas enfermedades infecciosas, incluso la expansión de algunas de estas a regiones y países en las que antes no tenían que hacer frente.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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