El Síndrome de Ulises: la ansiedad y depresión del inmigrante

En las últimas cinco décadas, el numero estimado de migrantes internacionales ha aumentado, un proceso que puede generar importantes alteraciones en la salud mental, uno de los grandes problemas del siglo XXI

Persona haciendo la maleta (Foto: Freepik)
19 agosto 2022 | 17:45 h

Según las últimas cifras de la Organización Internacional para las Migraciones, en 2020 había en el mundo aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales, una cifra equivalente al 3,6% de la población mundial.

El número estimado de migrantes internacionales ha aumentado en las últimas cinco décadas. El total estimado de 281 millones de personas que vivían en un país distinto de su país natal en 2020 es superior en 128 millones a la cifra de 1990 y triplica con creces la de 1970.

Durante el proceso de migraciones, que muchas veces suelen ser forzadas, se pueden generar importantes alteraciones en la salud mental y neurológicas provocadas por determinadas circunstancias asociadas a las migraciones, como la situación del empleo; las condiciones precarias de vivienda o los acontecimientos traumáticos antes, durante y después del proceso migratorio.

El proceso migratorio supone la inmersión en una nueva cultura y representa en sí mismo un conjunto de factores estresantes que pueden afectar a la salud mental de cualquier persona sometida a dicha situación: separación obligada de los seres queridos; barrera idiomática; cambio de lugar habitual de residencia; pérdida de estatus social y marginación; y discriminación percibida, entre otros.

El proceso migratorio supone la inmersión en una nueva cultura y representa en sí mismo un conjunto de factores estresantes que pueden afectar a la salud mental de cualquier persona sometida a dicha situación

El Dr. José Antonio Pérez Molina, miembro del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, asegura que en las Unidades Tropicales que "algunos de los problemas con los que tenemos que tratar, y cada vez con mayor frecuencia, es la salud mental. Son personas que han migrado por conflictos, persecuciones, violacion de sus derechos seciales o religiosos y que han sido víctimas de abusos".

Ante todos estos hechos, se puede desarrollar el Síndrome de Ulises, también conocido como síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple. Se trata de un fuerte malestar emocional que viven las personas que han tenido que dejar atrás el mundo que conocían en situaciones extremas.

El término fue acuñado en 2002 por el Doctor Joseba Achotegui, especialista en psicoterapia, salud mental y migración. Es importante remarcar que, el síndrome de Ulises es un cuadro reactivo de estrés ante situaciones límite que no pueden ser elaboradas. No es el duelo migratorio clásico, sino una variante extrema de este duelo que afecta a los inmigrantes en situación extrema del siglo XXI. Por eso, este síndrome no es un trastorno mental.

¿QUÉ PODEMOS HACER PARA EVITARLO?

Dormir mal, dolores musculares, cefalea, enfado, nerviosismo, tristeza… son algunos de los síntomas que pueden ser indicios claves del Síndrome de Ulises. En los casos más extremos, se puede llegar a tener ideas de muerte.

Como principales sintomatología clínica, se basarían en los mismos que preceden la depresión y la ansiedad, como la culpa, la presencia de preocupaciones continuas o irratibilidad.

Esta cuestión por tanto requiere una adecuada prevención del trastorno, teniendo una atención individualizada con cada uno de los pacientes al igual que también se requiere atención a un nivel general comunitario.

Dormir mal, dolores musculares, cefalea, enfado, nerviosismo, tristeza… son algunos de los síntomas que pueden ser indicios claves del Síndrome de Ulises. 

Según Achotegui, el Síndrome de Ulises se encuentra de una forma más concreta en el campo de la prevención sanitaria y psicosocial que en el campo del propio tratamiento. Por lo tanto, la intervención se debe centrar de forma básica en la psicoeducación y en la terapia que garantice una contención emocional, por lo que el trabajo sobre el síndrome atañe compete únicamente a psicólogos, médicos, o psiquiatras, también a trabajadores sociales, enfermería, educadores sociales y a otros profesionales asistenciales.

Asimismo, el profesional cita en su página web que "la ayuda psicológica no debe buscar normalizar a la persona, sino liberarla de todo aquello que le dificulta encontrar su propio camino, así como de las ataduras que supone el trastorno mental".

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