Las lágrimas abren una nueva puerta para la detección temprana de la cardiopatía isquémica

El estudio publicado en 'Cardiovascular Diabetology' demuestra que es una herramienta útil en la práctica clínica frente a los sistemas de cribado actuales.

Mario Gutiérrez Bedmar, Manuel Francisco Jiménez Navarro, José Lorenzo Romero Trevejo (Foto. Ciber)
Mario Gutiérrez Bedmar, Manuel Francisco Jiménez Navarro, José Lorenzo Romero Trevejo (Foto. Ciber)
Ander Azpiroz
7 julio 2022 | 11:40 h
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La investigación liderada por el área de Enfermedades Cardiovasculares del CIBER (CIBERCV), el Hospital Virgen de la Victoria de Málaga y el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) muestra que dos biomarcadores oftalmológicos, el grosor de la membrana coroides y los niveles del factor estimulante de colonias de granulocitos en las lágrimas podrían mejorar la detección de la cardiopatía isquémica.

Las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la primera causa de muerte en el mundo y la cardiopatía isquémica es la más relevante. Por ello, esta tendencia, junto al envejecimiento progresivo de la población, conlleva un aumento de la prevalencia de factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes o la obesidad. Ante este escenario, los investigadores destacan que cada vez son más necesarios nuevos métodos que permitan detectar de forma precoz a las personas en riesgo de sufrir esta patología.

“El ojo se presenta como un órgano candidato para la obtención de parámetros con esta finalidad diagnóstica, teniendo en cuenta, además, su implicación más que demostrada en otras patologías a nivel sistémico"

“En la actualidad, el cribado para la cardiopatía isquémica continúa siendo controvertido, ya que las técnicas disponibles resultan invasivas y tienen un elevado coste para los sistemas de salud”, explica Manuel Francisco Jiménez Navarro, investigador del CIBERCV, el Hospital Virgen de la Victoria y el IBIMA que ha coordinado este trabajo.

“El ojo, por su particular estructura, función y accesibilidad, se presenta como un órgano candidato para la obtención de parámetros con esta finalidad diagnóstica, teniendo en cuenta, además, su implicación más que demostrada en otras patologías a nivel sistémico. En este sentido, los cambios cardiovasculares también se han relacionado con signos que son visibles en el ojo, convirtiendo a este órgano en una ventana que proporciona un acceso rápido al sistema cardiovascular”, aclara el investigador.

El principal objetivo del trabajo fue evaluar la utilidad de hallazgos oftalmológicos y posibles biomarcadores en lágrimas como predictores para la detección de esta enfermedad arterial coronaria. Para ello, analizaron mediante un examen oftalmológico a un total de 96 pacientes del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga con sospecha de padecer cardiopatía coronaria aguda.

DETECCIÓN PRECOZ DE LA CARDIOPATÍA ISQUÉMICA

Tras el análisis de todos estos datos pudieron diferenciar dos biomarcadores, que al usarlos en combinación con los marcadores de riesgo clásicos, contribuyen a definir un modelo predictivo de riesgo que podría mejorar los sistemas de cribado y detección precoz de la cardiopatía isquémica. Más concretamente, el grosor coroideo y los niveles del factor estimulante de colonias de granulocitos en las lágrimas.

La coroides es una membrana formada por una multitud de vasos sanguíneos que se encuentra entre la esclerótica y la retina que permite proporcionar oxígeno y otros nutrientes al ojo. Los resultados obtenidos en esta investigación señalaron que el aumento del grosor coroideo se asocia con la presencia de lesiones coronarias.

El grosor coroideo y el factor estimulante de colonias de granulocitos en lágrima mejoran el modelo predictivo para la enfermedad isquémica coronaria cuando se añaden a la edad, sexo, hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes, tabaquismo y obesidad

En cuanto al segundo biomarcador, los investigadores explican que se obtuvo a partir del análisis de las muestras de lágrimas y se trata de los niveles elevados de G-CSF, un factor de crecimiento implicado en la formación de colonias de granulocitos. Además, interviene en el proceso de generación de las células que integran la sangre y también induce la diferenciación de las células madre de la médula ósea en células del músculo cardiaco cuando entran en contacto con áreas dañadas del miocardio. “Esta es la primera vez que una investigación asocia los niveles de G-CSF en lágrimas con la presencia de la enfermedad coronaria, demostrando que un aumento de sus niveles puede constituir un factor protector”, indica Jiménez Navarro.

“En resumen, los resultados del estudio han mostrado que el grosor coroideo y el factor estimulante de colonias de granulocitos en lágrima mejoran el modelo predictivo para la enfermedad isquémica coronaria cuando se añaden a la edad, sexo, hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes, tabaquismo y obesidad. Se necesitan nuevos estudios para valorar la validez de este modelo en otros grupos de pacientes con características clínicas diferentes”, concluye el investigador.

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