Protozoo en auge: Resistente al cloro, se contagia por la ingesta de agua y causa gastroenteritis

Los expertos alertan de un repunte de casos de criptosporidiosis en el año 2023

Chica bebiendo un vaso de agua (Fuente: Freepik)
Chica bebiendo un vaso de agua (Fuente: Freepik)

La criptosporidiosis constituye uno de los mayores problemas de salud pública en el mundo, hasta el punto de ser considerada en la actualidad como una enfermedad emergente. Se trata de una zoonosis de transmisión fecal-oral producida tras la ingesta de ooquistes de Cryptosporidium excretados en las heces de animales o humanos. 

La Dra. María Velasco, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) y presidenta del Grupo de Estudio de Patología Importada (GEPI), en declaraciones a ConSalud.es apunta que el pasado 2023 se produjo un “repunte muy importante de casos respecto a años anteriores tanto en España como en otros países de nuestro entorno”. 

“Puede transcurrir en torno a una semana desde el momento en el que se ingieren los ooquistes y aparecen los síntomas” 

Dra. María Velasco (Fuente: SEIMC)

La resistencia del protozoo a la cloración ha provocado la aparición de epidemias en muchos países industrializados, algunas de ellas de gran magnitud con afectación de miles de personas. “La forma de resistencia del Cryptosporidium en el ambiente es mediante la formación de ooquistes, lo que también usa el protozoo para multiplicarse. "Cuando el humano ingiere esos ooquistes produce una infección que se manifiesta mediante una alteración intestinal”, apunta la Dra. Velasco. También puede haber transmisión entre personas.. 

La mayoría de las veces esta infección da lugar a un cuadro de gastroenteritis. “En personas, inmunocompetentes, con buenas defensas, este cuadro puede ser autolimitado, es decir que se cura solo. Puede transcurrir en torno a una semana desde el momento en el que se ingieren los ooquistes y aparecen los síntomas”. Los pacientes inmunocomprometidos, que no tienen las defensas adecuadas, advierte la doctora, “pueden llegar a tener infecciones más graves, más duraderas y continuas y que incluso pueden afectar a otros órganos distintos al intestino como la vía biliar, el páncreas o más raramente al pulmón”.  

“Generalmente estas infecciones se dan en piscinas y centros acuáticos recreativos” 

La dosis necesaria para infectarse es baja. “Un simple trago de agua con una baja concentración de ooquistes, en torno a diez, ya puede ser suficiente para infectarse”, revela. El tratamiento para las personas con inmunosupresión como la infección VIH persigue que el paciente recupere las defensas con antiretrovirales o en personas trasplantadas se puede llevar a cabo un tratamiento combinado de varios fármacos.“Este es un parásito difícil de localizar por lo que en las muestras de cultivos rutinarias no va a aparecer, por lo que se requiere de algunas técnicas un poco más elaboradas para su diagnóstico”, reconoce la doctora. 

“Los lugares más comunes donde podemos infectarnos son aguas contaminadas, en nuestro país generalmente estas infecciones se dan en piscinas y centros acuáticos recreativos”, explica la doctora. A través del agua potable también puede darse este tipo de contaminación, como en el caso del último brote registrado en Tarazona, “aunque es menos probable porque hay una mayor vigilancia”. Las fuentes de agua se pueden contaminar por lluvias que hayan arrastrado ooquistes del suelo procedentes de excrementos de animales.. “Esto ha hecho que se asocie al cambio climático el aumento de casos de este parásito”, apunta la experta. 

Detrás de las infecciones en piscinas suele estar el uso inadecuado de estas instalaciones por parte de los usuarios con una higiene deficiente. “Los ooquistes son resistentes al cloro, por lo que aunque las piscinas estén cloradas estos organismos persisten en ellas”, advierte la Dra. Velasco.

AUMENTO DE CASOS

Desde el año 2015, ésta es una enfermedad de declaración obligatoria. El pasado año 2023, se registraron más de 3.500 casos en nuestro país, una cifra muy superior a la de años anteriores. Una tendencia que no sólo se da en España sino también en otros países del entorno. “Los meses con mayor número de afectados fueron julio y agosto” explica la Dra. Velasco, debido a que es en los meses de verano en los que se hace un mayor uso de las zonas de ocio acuático. Respecto al ámbito geográfico en el que se detectaron más casos, fue la zona del mediterráneo y el País Vasco. “Aunque esta enfermedad puede afectar a personas de cualquier edad, la mayoría de los casos se dan en menores de diez años”, indica la experta. 

Un informe de la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria ya alertaba en 2020 de que este parásito era "un nuevo peligro emergente". La portavoz de SEIMC apunta a que esto es debido, no sólo al repunte de casos, sino también a que los tipos de Cryptosporidium que han producido más brotes son diferentes a los que estaban circulando hasta ahora en España, unos cambios que se atribuyen al cambio climático, movimientos poblacionales o de animales así como a los cambios en las precipitaciones.

“Puede existir una contaminación del agua potable, pero es poco probable si se llevan a cabo los mecanismos de control adecuados”  

Actualmente se trabaja para que haya una mejor vigilancia de este parásito pero la experta reconoce que “debido a la dificultad en su identificación, no es uno de los microorganismos que se vigilan en las aguas de recreo, sería muy costoso y laborioso”. 

Como en el caso del reciente brote producido en Tarazona que afectó a más de medio millar de personas, “puede existir una contaminación del agua potable pero es poco probable” siempre que se lleven a cabo los mecanismos de control pertinentes en las plantas de tratamiento de agua.  

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