Carmen Porras, la paciente que recuperó su función renal gracias a Javier, su padre y donante vivo

La técnica de la Federación Nacional ALCER, Carmen Porras, explica en una entrevista a ConSalud.es su experiencia como trasplantada gracias a su padre

Intervención de tasplante renal. (Foto: Freepik)
Intervención de tasplante renal. (Foto: Freepik)
Itziar Pintado
7 enero 2024 | 00:00 h

El trasplante de órganos es una técnica esencial en medicina que permite salvar la vida de miles de pacientes al año con patologías muy diversas. España es uno del los países líderes a nivel mundial en esta práctica gracias a una red minuciosamente organizada con protocolos constantes y una población solidaria de donantes de órganos que no para de crecer. 

El número de trasplantes registró en 2023 un importante aumento, según el balance de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). En concreto, más de 500 personas donaron sus órganos tras fallecer en los primeros 74 días de 2023, un 23% más que en el mismo periodo de 2022. A estas cifras se suman las 78 personas que donaron en vida un riñón o parte de su hígado, una cifra que aumentó un 37% en 2023 con respecto al año anterior. 

Los trasplantes de riñón tienen una supervivencia media de 15 años

En total, según los datos de la ONT, los tres primeros meses de 2023 se realizaron 756 trasplantes renales, un 21% más que en el mismo periodo del año anterior. El trasplante de riñón es el tratamiento de elección y el más eficaz para pacientes que padecen patologías renales en estadios terminales. Este órgano trasplantado tiene una supervivencia media de 15 años y, en muchas ocasiones, especialmente en pacientes jóvenes, precisa de un nuevo trasplante en el futuro.

Sin embargo, continúa siendo la medida más eficaz para garantizar la calidad de vida de pacientes como Carmen Porras, técnica de la Federación Nacional ALCER, que recibió un trasplante de riñón gracias a un donante vivo. En concreto, la persona que ofreció su órgano sano fue Javier, su padre, que donó su riñón en vida a Carmen, un hecho por el que “nunca tuve dudas y fue como darle otra vez la vida”, explicó en una rueda de prensa ofrecida por ALCER en 2021.

Carmen recibió el trasplante en junio de 2013, tras un diagnóstico de glomerulonefritis con 16 años. “Tenía los tobillos inflamados y mucha retención de líquidos”, explica la paciente en declaraciones a ConSalud.es. “Me dijeron que no había afectado a la función renal por el momento y que el riñón funcionaba bien”, matiza. En ese momento, Carmen empezó un tratamiento a base de inmunosupresores que, en un primer momento, se utilizó como prueba de tratamiento para hacer frente a la patología renal que sufría.

“Nos empezaron a hablar de la posibilidad de trasplante porque ya estaba al límete de la función renal”

Pero años más tarde, un mal funcionamiento del riñón obligó a Carmen a someterse a un ingreso. “En un primer momento fue un mal funcionamiento agudo, pero pasó a hacerse crónico”, comenta. A partir de este momento, con 30 años, Carmen recibió la noticia de su trasplante: “Nos empezaron a hablar de la posibilidad de trasplante porque ya estaba al límete de la función renal”. Fue su padre quien, en ese momento, se ofreció como donante del riñón que poco después recibió la paciente.

Tras pruebas y análisis de sangre entre su madre y su padre, Javier fue el elegido como donante del riñón. “Una de las razones por las que eligieron a mi padre fue porque tenía más centímetros de arteria renal”, explica Porras. Gracias a este procedimiento, Carmen pudo evitar el tratamiento de diálisis al que se someten todos aquellos pacientes que padecen un problema renal y no tienen la posibilidad de recibir un trasplante.

“En mi caso me dijeron que, como padecía una enfermedad de base, había en torno a un 50% de posibilidades de que repitiera la enfermedad en el riñón de mi padre y lo perdiera”

El trasplante surge como una alternativa a todos aquellos tratamientos de por vida a los que deben someterse los pacientes con problemas renales. Sin embargo, no hay garantías de que pueda funcionar de por vida. “En mi caso me dijeron que, como padecía una enfermedad de base, había en torno a un 50% de posibilidades de que repitiera la enfermedad en el riñón de mi padre y lo perdiera”, explica.

Gracias al riñón de su padre, Carmen ha recuperado la función renal y espera un futuro esperanzador, con una vida normal, adaptando sus necesidades a esta nueva realidad. “Debes llevar una dieta sana, en mi caso baja en sal, pero con hábitos saludables puedes llevar una vida completamente normal”, matiza Porras. Cada tres o cuatro meses, la paciente se realiza revisiones para confirmar que todo está bien, “pero siempre confiando en que todo va a estar bien”. “Siempre existe el riesgo de que puedas rechazar el riñón, pero hasta que llegue esa fecha confías en que todo va a salir bien”, concluye.

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